
Este sábado se conmemoran los 65 años de creada la Federación de Mujeres Cubanas, o FMC, que de tanto resumirla y repetirla en siglas corremos el riesgo de simplificar su sentido y razón de ser.
A menos de un año de iniciar el período de Revolución en el poder, a unos ocho meses del pistoletazo de salida a infinidad de cambios, el género femenino reclamó un lugar en medio del maremágnum de acontecimientos, en voz de las primeras artífices de su longeva unión.
Hoy, las federadas matanceras saludan su fecha insignia y el reconocimiento de sus esfuerzos a nivel nacional con anterioridad al día 23 de este mes, desde el trabajo en común hasta la reivindicación siempre necesaria de la trayectoria que les antecede y que continúan.
Una serie de acciones e impactos avalan su pertinencia en este territorio y, por ende, a nivel de país. Pues no hay éxito aislable cuando lo que se enaltece escapa a un hogar, a un barrio, a una región, y urge por igual más allá del horizonte inmediato.
MUJERES POR SUS DERECHOS

No es baladí la existencia de esta organización de masas, ni en su origen ni en su presente.
No son exactos los conflictos de una época en la que surgió a los de otra donde conviene recordar el porqué de su surgimiento. No han sido inmutables ni lineales, por tanto, las causas que llevaron a Vilma Espín a fundar este proyecto al alba de los 60.
Cuando la destacada revolucionaria propuso su iniciativa a la máxima dirección del país, quizás el motivo de mayor peso en ese entonces remitiera a la búsqueda de una mayor participación femenina, que tan necesaria se hacía, en el nuevo proceso político de cambios y construcción de un ideal. Así se producen las grandes transformaciones, a partir de razones que luego se les quedan cortas.
Pero, casi desde su misma constitución, la FMC trajo aparejadas una serie de adyacentes dignos de defender, a punta de arma, instrumento o voluntad que tomase la mujer, la nueva mujer cubana, en sus manos. Y esos eran la igualdad, la emancipación y la promoción de estos valores en una sociedad que no por renovada dejaba a un lado el machismo y la exclusión de “ellas” en favor de “ellos”.
El proyecto de Vilma, cada vez tan de Vilma como del resto, unificó varias organizaciones femeninas ya existentes. Se consolidaba así una fuerza numerosa y decisiva que, desde sus inicios, impulsó políticas, programas y leyes para la protección y promoción de los derechos de las mujeres en todos los ámbitos: laboral, educativo, político, social. Actualmente se busca mantener el fortalecimiento del rol femenino a través de acciones comunitarias, el diálogo intergeneracional y políticas públicas a tono con el presente.
Y a propósito del presente, y de tales beneficios, el aniversario 65 se cumple entre actividades diversas, de lo cultural a lo político, de lo laboral a lo barrial, en pos de preservar la importancia del empoderamiento femenino en la sociedad cubana.
SIN MIRAR PARA EL LADO

Dado que la Federación ha jugado un papel clave en la lucha contra la violencia de género y en la concienciación de los derechos sexuales y reproductivos, es válido advertir los progresos institucionales al respecto en Matanzas.
En una provincia donde los índices de dicho flagelo han alcanzado preocupantes cifras en los últimos años, reflejadas en estas mismas páginas más de una vez, se hacía más que apremiante la confirmación de un proyecto destinado a confrontar esa realidad. Desde la ayuda práctica y tangible a las principales víctimas.
Si bien en todas las sedes municipales radica una consejería para atender estos casos, declara la funcionaria Ana Ivis Sierra González, está próximo a iniciar en Matanzas un proyecto abarcador sobre violencia de género e intrafamiliar con características no presentes hasta el momento en ejercicios similares.
Por ejemplo, el mismo cuenta con la asignación de un local específico, ya inaugurado (en el centro médico conocido por los matanceros como Clínica de los Alemanes), y con un grupo de especialistas empleado por el Ministerio de Trabajo, no voluntariado, para garantizar la constancia de los trabajadores.
Con preceptos como “Mirar para el lado también es violencia”, en referencia a la pasividad que a veces nos hace cómplices callados de lo que deberíamos denunciar, el grupo brindará sus servicios en un contexto complejo donde, entre los tantos problemas, el abuso físico y sexual hacia las féminas resulta uno de los más perennes, tanto en nuestro ámbito local como fuera de él, y en base a ello siempre se puede hacer más.
También, sin mirar a un lado en el más pleno sentido del deber, la FMC de nuestra provincia ha sostenido en vísperas del aniversario variadas actividades en elogio del pasado y en exhortación a un mejor futuro. Todo como parte de una jornada que se extenderá hasta el 31 de agosto, en recuerdo a la muerte de la guerrillera Tamara “Tania” Bunke.
Así nos expresan tanto Ana Ivis como Berta Lidia Suárez Gazmuri, especialista de Trabajo Social en la institución, cuando enumeran los intercambios con mujeres trabajadoras, los reconocimientos en diferentes sectores (Salud, Educación, Cultura, Deporte, campesinado, combatientes…) e historias de vida públicamente rescatadas a través de redes sociales y otros canales de comunicación, tareas que tanto y tan a gusto las han ocupado en los últimos días.
Recientemente tuvo lugar el acto provincial en Colón, municipio vanguardia, mientras que resultaron destacados en la emulación por el 23 de agosto Martí, Los Arabos, Calimete y Jovellanos. Otras localidades tuvieron sus propios actos y acciones en saludo a la conmemoración, si bien la razón de ser de la FMC escapa a una geografía y a un tiempo concretos.
Esa razón de ser es cada mujer del presente, y qué se puede hacer para propiciarle un mejor mañana. En una organización como esta, y más a sus 65 años, no hay excusa para mirar a un lado cuando aún nos queda mucho trecho por librar en nombre de ellas.
Sí, ellas. Una misión de las federadas y, a la vez, una prioridad de todos.