
El cabaret es un rito de metamorfosis. Frente al espejo, el maquillaje no oculta: revela. Cada trazo despierta un personaje que aguarda en silencio, un yo posible que solo existe bajo las luces. El camerino es templo, el cuerpo se vuelve lienzo, y el alma encuentra su máscara. Luego, el escenario estalla: música, sudor y lentejuelas que celebran la vida.
Esta es la travesía de la transformación, donde lo íntimo se desborda en espectáculo








