
Por lo general, los suscriptores de periódicos suelen ser lectores ávidos de conocimientos y actualizados de lo que acontece en el mundo. Muchos consideran un ritual el instante de contener en sus manos el papel con letras impresas. Tal vez, ello le ocurre a María del Carmen Andreu Delgado, quien durante más de 40 años ha recibido la prensa en su domicilio.
Comenta la vecina de la calle Manzano, No 30416, entre San Carlos y Mujica, en esta ciudad: “Aunque faltara el cartero por alguna circunstancia, recogíamos y pagábamos los periódicos en el correo de la calle de Medio o en la oficina del Hospital pediátrico”.
Pero, según Carmen, las dificultades comenzaron a partir de noviembre de 2024, con la llegada del cartero que sustituyó a Luis, eficiente trabajador del gremio que confeccionó una libreta para obtener el control absoluto de sus clientes, y luego dejó en manos del nuevo distribuidor.
De nada valió el empeño de Luis, porque su sustituto ha impuesto la otra cara de la moneda. “Mi esposo y yo lo hemos interceptado en varias ocasiones para que reparta y cobre la prensa”, afirma la remitente.

Como la situación se tornaba cada vez más adversa, Carmen inició por pura voluntad gestiones personales en aras de revertir el problema. Visitó al administrador del correo de la calle de Medio y a la representante de la zona postal, en Versalles, quien anotó datos suficientes y dijo que hablaría con el cartero. El epílogo del 2024 sorprendió a la afectada en otro ciclo de visitas a los mismos lugares, inequívoca señal de desidia administrativa.
“A finales de enero de 2025, al ver que todo seguía igual, volví a hablar con la compañera Alina, en el departamento de Atención a la Población de la dirección provincial de Correos. Nuevos diálogos, pero sin solución.
“Al mes siguiente, a pocos metros de mí, observo al cartero que vendía 20 periódicos Girón a una sola persona, al precio de cinco pesos. Llevaba consigo una mochila grande repleta de ejemplares. Lo que siempre fue sospecha ahora se convirtió en certeza. Comprobé a dónde iban a parar mis periódicos. De inmediato denuncié el hecho en la entidad citada, y expresé que no era posible que, después de tantas carreras, no se hubiera resuelto un problema tan sencillo”.

Comenta Carmen que a partir de entonces ocurrieron ligeros “cambios”. Por ejemplo, el susodicho cartero le cobró el mes de marzo y le entregó algunos periódicos, pero nunca el Juventud Rebelde dominical. ¿A qué postor lo venderá?
“Solicito a la dirección de Correos que sitúe mi suscripción en la oficina del Hospital pediátrico, donde gustosamente iré a recogerlo y pagarlo, como hacen los clientes de las zonas 3, 5 y 7 de Matanzas. No acepto que me sigan robando dinero y periódicos”.
Como ya resulta un proceder de esta sección, queda expedito su espacio para responder estas denuncias.
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