Un riñón y una historia que habla de amor

Un riñón y una historia que habla de amor

En los últimos días, varios espacios informativos destacaron la noticia del trasplante de riñón a una matancera de 51 años de edad. Se trata de Misleivy Martínez Zulueta, quien padecía una enfermedad renal crónica, y había recorrido ya el siempre duro camino de la hemodiálisis.

La cirugía, realizada en el Instituto de Nefrología, fue todo un éxito, y confirma la pericia de los especialistas cubanos y el desarrollo de la ciencia en ese campo. Unas tres semanas después de la operación, la paciente, enfermera de profesión, asegura evolucionar satisfactoriamente, sin el menor percance.

«Estoy muy feliz, he ido recuperando hasta mi habitual color de la piel», admite, tras reconocer que siente la mejoría cada día. Insiste en el agradecimiento al equipo multidisciplinario que asumió su caso y, de manera especial, reconoce la labor del nefrólogo Christian, «gran profesional y mejor ser humano».

«No tengo la menor queja, estoy muy agradecida», reitera, al referirse al team médico y a todos aquellos que la atendieron por casi mes y medio en el Instituto. Mientras relata algunos episodios que honran a nuestros médicos, Misleivy dirige la mirada a su único hijo, su salvador, quien al darle un riñón, le devolvió la esperanza.

«Yo realmente no quería, me opuse a ese sacrificio suyo, pero él estaba resuelto», confiesa. Es un joven de 28 años de edad, lleno de vida, conocido por haber sido pelotero de alto rendimiento y ser nieto de Evelio Hernández, destacado receptor matancero, quien brilló en la década de los 70 del pasado siglo.

Con ese ejemplo como herencia, Evelito también incursionó en la pelota para seguir sus pasos, aunque en cuatro campañas con los Cocodrilos no consiguió resultados muy notables. No fue el atleta extraordinario que quizá soñó, como su abuelo, entre los grandes del béisbol cubano, pero será recordado, eso sí, por poner más vida en la existencia de la mujer que le dio la suya.

Muy a pesar de su vocación, y aunque tenía para más en el deporte, hace un par de años decidió dejar atrás su vida de pelotero. Licenciado en Cultura Física y Recreación, trabaja actualmente en el frente de seguridad en una instalación del balneario de Varadero.

Pero Evelito es muy joven, y quién sabe si llegará a ilusionarse con volver a calzar los arreos en un terreno de beisbol. «Esa no será ya una aspiración mía, y no me arrepiento», asevera, para luego comentar que en el mejor de los casos, el talento deportivo se acaba primero que otras cosas mucho más valiosas.

«Aunque hubiera sido titular del equipo Cuba en mi posición, habría tomado la misma decisión de salvar a la mujer amorosa que me trajo al mundo. Una madre es para siempre».

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Sobre el autor: Granma

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