
Hay una Matanzas oculta entre vegetación exótica y ruinas de edificaciones de antaño, con una historia vívida a través de sus muros y especies que le habitan. Existen zonas yumurinas extremadamente bellas que esperan por ser descubiertas por la inquieta mirada del visitante.
Desde hace par de semanas, un nuevo destino de senderismo patrimonial de naturaleza atrapa a apasionados por el entorno de la Atenas de Cuba. Rutas del café y la energía nacen fruto de un proyecto de desarrollo local: Guamacaro´s tour, que promete recorridos por parajes antes inexplorados, donde además del entorno, el contacto es con el pasado.
SIGUIENDO LA RUTA DEL CAFÉ
En el cafetal que fuese propiedad de Jerónimo Contreras, conde de Gibacoa por allá por el siglo XIX, comienza el itinerario del Guamacaro´s tour, si el tiempo anda bueno y las lluvias ocasionales de los últimos días no han revuelto las aguas del río donde será la próxima parada. Pero da igual el orden, si se sigue primero la ruta de la energía o la del café, el lugar siempre sorprenderá.
Las ruinas del cafetal de San Agustín se alzan como un gran queso, cuyos agujeros recuerdan a saqueadores en busca del legendario tesoro del mayoral. Allí la naturaleza se impone en un paisaje tan perfectamente verde que parece pintado a mano: con sus chirimoyas y mangos, lirios entre el marabú que bordea los senderos, los parasitarios curujey imponiendo su belleza y, de vez en cuando, el revolotear de un cartacuba. “Es un lugar cargado de mucha espiritualidad”- asegura el guía, mientras con el dedo va dándole una función lógica a cada pedazo de muro con que choca la vista.


“Se trata de una gran experiencia que une la aventura, pero también adentrarnos en esa Matanzas hasta ahora desconocida, lugares que nunca habíamos visitado y ni siquiera sabíamos que existían”- considera Adrialis Rosario Zapata, una devota de la historia local, mientras que Aysel Vázquez González admite que se consigue lo que se persigue: un ambiente natural, para salir de lo cotidiano, del ruido de la ciudad. “Quedaría pendiente terminar de rescatar y crear más condiciones, algo que se logra con el tiempo”.
Los primeros restos arqueológicos se descubrieron en 2017, durante una de las tantas excursiones del grupo Guamacaro, el que integran en su mayoría miembros de la Cruz Roja de la Atenas de Cuba.
Bajo los pies aún permanecen resguardados restos de vidrio nacarado de la época, cerámicas que todavía conservan la pintura, y hasta restos de tejas francesas de los tiempos de la esclavitud permanecen sepultados resaltando el valor patrimonial de la zona.
Mucha espiritualidad, pero también mucho dolor transmiten los vestigios del cafetal, donde el látigo cantó como en otros tantos parajes cubanos, surcando la piel de a quien un color lo volvió inferior.
Entre herbazales aún persisten los cafetos, los especímenes de aquel entonces que por siglos se ocultaron de toda civilización y que prometen, mañana, sorprender transformados en aroma, como otro de los plus de San Agustín.

CARACOLAS ENTRE MONTES
Aunque vive a kilómetros de la costa, Magaly Vázquez Santana casi puede decir que se despierta con el zumbido del mar acaricándole el oído. Solo debe acercarse a alguna de las paredes de su casa para soñar con el inmenso azul, ese del que provienen las muchísimas caracolas que componen la arquitectura de la vivienda erigida en la década del 50 del pasado siglo.
“Anhelaba que esto volviera a reconocerse como centro turístico, como lo fue hace años, en honor a mi abuelo. Aquí se hacían bodas, bautizos, celebraciones de 15, despedidas de soltera, comidas, hasta se sacaba la Virgen en procesión por el río.






“Había un bar, la glorieta que era el salón de baile y el patio se llenaba de mesas. Esto estaba lleno de animales, de hecho, tenía un mini zoológico con palomas, pavo real, tres monos, iguana, ardillitas y una cotorra. Y todo empezó por una promesa…”.
Ramiro Mouriño Bello comenzó a sentirse, de repente, verdaderamente mal; tan mal que asustaba. Problemas cardiovasculares, hipertensión y una diabetes descompensada amenazaban con arrebatarle la vida. Por eso un buen día compró la finquita para estar más tranquilo. Aislado de la vida agitada de la urbe transformó su nueva morada, a su gusto, lo que incluyó una capilla que con misterio fue levantando, despacio, sin que nadie lo notase.
“Él crió a mi papá y nos crió a nosotros como sus nietos, hasta que falleció en 1964”- recuerda Magaly, mientras cuenta como el abuelo recopilaba piedras pequeñas por aquí y por allá, conchas y caracoles del Faro de Maya, de Varadero y de toda la costa norte de Matanzas, y otros elementos decorativos que utilizó para levantar el templo que le había prometido a la virgen, rogando por una mejoría de su salud.
Entre los muros encaracolados permanece la imagen de Ramiro, rodeado de la Virgen de la Caridad del Cobre a la que se encomendó, y de otras deidades que también trajo al lugar, para devolver esperanzas a quienes, como él, las necesitaban.
Allí, entre caracoles y una naturaleza que relaja, con el impulso y la bendición de los santos, comienza la Ruta de la Energía.
MÁS HISTORIAS EN EL CAUCE DE UN RÍO
Llegar a la antigua y primera hidroeléctrica de Matanzas ya no es tan complicado, aunque se encuentre a unos 600 metros de la carretera y para avanzar se utilicen senderos estrechos que, luego de una lluvia, pudieran andar resbalosos. Practicamente labrando el camino con sus manos, los miembros de Guamacaro moldearon escalones naturales, crearon barandas para evitar caídas por pendientes y hasta improvisaron baños de yagua y madera dentro de aquel paraje aislado.
Pero no lo hicieron solos, Guamacaro´s tour como es característico de los proyectos de desarrollo local (PDL), no solo busca la armonía con el medio ambiente, sino con sus habitantes, los que se han convertido en cómplices de esta experiencia.


“Esto constituye obra de la perseverancia, de la inteligencia y la fe. Creo que va a transformar la vida de unas cuantas personas. Incorporar a la comunidad desde el principio, que no sea una cosa impuesta, ya dice mucho”, considera Joel Almeyda Expósito, delegado de la circunscripción 53, que comienza allá en el barrio Electromedicina (detrás del Faustino) y se extiende hasta bien cerquita de Paso del Medio. Y es que el proyecto ha tenido un impacto favorable, volviéndose fuente de empleo para moradores de La Julia y del propio Paso del Medio.
Se avanza, y entre la naturaleza sorprenden otra vez muros, pero ahora más contínuos y alargados. A la derecha, un tocororo exhibe su plumaje y se queda quieto, como si supiese que algún lente se esmera por capturar el momento en instantánea.
Al final del camino casi se choca con una estuctura, que a la claras contituye las compuertas de la hidroeléctrica, esa que en sus inicios aportara unos 200 kilowatts para iluminación y ahora se ha convertido en parte del hábitat del murciélago pescador.
“Sin flash, para no molestarlos”- reflexiona el guía, mientras los atrevidos visitantes hurgan en detalles, como si quisieran memorizar para siempre lo paradisíaco del lugar.
Al lado de la hidroeléctrica, se alza el imponente río donde, si sus aguas no andas revueltas por alguna antojada lluvia de la época, bañarse se traduce en otro de los principales placeres de la travesía.



DE EXCAVACIONES A GUAMACARO´S TOUR
Sus amigos más cercanos dicen que Judith Rodríguez Reyes es músico, poeta y…; aunque no es precisamente en el área de las artes donde ha labrado su camino. Jefa del grupo de Rescate y Salvamento de la Cruz Roja, en Matanzas, y amante del buceo, la espeleología y otro sinfín de cosas que le relacionan con el medio ambiente y la vida misma, la verdad es que Judith no pudo guardarse por mucho tiempo sus descubrimientos en aquella zona rural yumurina.
Junto a su equipo, en 2017 encontró aquellas ruinas y desde entonces en su mente comenzó a “cocinar”, como se dice en buen cubano, un proyecto que pudiera vincular lo patrimonial, el senderismo, la naturaleza y la comunidad. Así nació Guamacaro’s tour.
“El PDL nació en octubre. Cuenta con tres rutas: la del café, la ruta de la energía y una próxima a inaugurar que se llamará Por los caminos de la historia.
“Fueron varios años de trabajo junto al grupo espeleológico Guamacaro en toda la localidad, en las alturas de San Miguel. Cuando lo descubrimos nos dimos a la labor de realizar las prospecciones arqueológicas y las investigaciones pertinentes. Todas estas ruinas tienen su estudio hecho y publicado en revistas internacionales”, asegura.
“Se hace la reserva en línea a través de nuestra página de Facebook, aunque también tenemos presencia en Instagram y Twitter. Por ahora la capacidad es de 30 personas diarias. La gastronomía resulta más económica que en otros establecimientos de Matanzas.
“Un servicio que se va a dar posteriormente es que el cliente que venga podrá estar en contacto con los arqueólogos, debidamente certificados para realizar estos servicios, y verlos en acción, mientras excavan en el pasado” – enfatiza la líder, que sueña con seguir ampliando el atractivo de la zona y lo que brinda, de modo que pronto, además de turismo nacional, extranjeros puedan disfrutar de las bondades de Guamacaro´s tour.

“Resulta excelente. Vinimos desde La Habana directamente a la inauguración porque no queríamos perdérnosla”, considera Sergio Pimentel, turoperador del Enjoy travel group. “Matanzas como ciudad, desde el punto de vista turístico, tiene en contra que Varadero se encuentra demasiado cerca y a veces no se explota ni se valora, como debería, a la urbe y sus alrededores.
“Cuando uno recorre el país, y ha visto otras ruinas en la Sierra del Rosario o allá en la Gran Piedra, en Santiago de Cuba, te das cuenta que estas son completamente distintas. El descubrimiento que se ha hecho aquí resulta espectacular, tanto en la parte de las ruinas de la primera hidroeléctrica como las del cafetal. La exclusividad es algo que siempre hala y aporta mucho para el turismo local y también para el foráneo” – enfatiza.
Y en eso tiene razón Sergio, aunque quedan detalles por pulir, el diamante va mostrando su potencial, de a poco, y lo mejor de todo: con el granito de arena aportado por cada uno de los que habitan allí.
El carbón con que se asan los pollos en parilla sale de las manos de cierta fémina que corta el marabú y vela porque el fuego haga su proceso en la temperatura justa y con la cocción adecuada; los postres, los caballos, las ofertas por venir… todo vendrá de ellos, de la comunidad que ve una esperanza de desarrollo.
Se trata de una experiencia enriquecedora, donde el visitante además de un contacto tangible con la historia, disfrutará del armonioso intercambio con el entorno, ese al que debemos admirar, y por sobre todo, cuidar.