
Las afectaciones al bombeo de agua a la ciudad de Matanzas obligaron a José Luis, un vecino que vive cerca de la sede de nuestro periódico, a innovar para no perder ni una gota del preciado líquido, una vez que este entre en las tuberías de su hogar.
“Esto es poliespuma fijado con dos remaches a una placa de metal en la base de un cubo plástico pequeño. Por arriba coloqué un trozo de madera con dos cables eléctricos que se interrumpen de tal manera que, cuando el agua sale de la llave y entra en el cubo, la poliespuma sube y conecta los cables, lo cual provoca que se encienda la turbina.”
El hombre trabaja y a veces el agua le llega de madrugada, mientras duerme, por lo que el mecanismo le es funcional por partida doble:
“Tuve días en que pude llenar solo un cubo y un par de pomos, y con eso no hay quien viva en una casa.”

Ariel, por su parte, vive en Manzano, entre Manzaneda y Zaragoza, y asegura que, desde la contaminación que se reportó en marzo en el Acueducto matancero, el agua no ha llegado con normalidad a su zona:
“Tengo que buscarla en motorina al Naranjal, con tanques de 20 litros (l).”
Relativamente cerca de su vivienda, en el callejón de San Severino, reside Viviana, quien afirma que en dos meses la pipa ha venido solo en dos ocasiones, y que ella no puede pagar los 5 000 y 6 000 pesos que piden las particulares por llenarle el tanque.

Idanea Fernández Jimarey, vecina de Daoiz, nos cuenta que su esposo, recién operado, tiene que ir a buscar agua al Pompón:
“La utilizamos para el baño, lavar y limpiar. De acuerdo con lo que haga falta, se dan entre tres y seis viajes. Después toca hacer colas en la iglesia o en el Seminario, para el agua de tomar. Es un sufrimiento y un esfuerzo considerable dedicar horas a algo que debe ser un servicio básico indispensable.”
Tal pareciera que los casos más críticos se encuentran en esa zona, pero Anabel Hernández atestigua que en La Playa las cosas andan muy parecidas:
“Te puedo decir que vivo en la calle Logia, hace unos 23 años, y el agua jamás fue un problema para mi casa, menos aún cuando aquí se hizo una cisterna, por debajo de los niveles, que se llenaba sola. Eso ya pasó a la historia. Hemos tenido crisis muy fuertes desde el año pasado.”
Ángel, tras 50 días sin que le llegara el líquido a su casa, y ante la falta de información de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado (EAA), hizo público su reclamo en las redes sociales:
“Llevo exactamente un año y un mes en esta casa, y el agua no faltaba, máximo un día, pero tenía la reserva. Ya llevamos una recta grande ahora sin un respiro, ¿hasta cuándo?”
En Facebook, un usuario, Yunior Valdés, alertaba sobre un salidero en el kilómetro 101, a un costado de la Escuela Formadora de Maestros, cerca del parque René Fraga:
“Ni los de la escuela lo ven. Hay un salidero increíble en plena carretera central, por donde pasan decenas de jefes a diario. Debería darnos vergüenza. Mientras tanto, seguimos sin agua.”
Bombear agua, entre disparos, pipas y salideros
Guillermo Cué Lugo, director de la EAA, aclara que la ciudad cuenta con cuatro grandes sistemas de bombeo, cuyo servicio eléctrico está siendo protegido las 24 horas. Estos conectan, a su vez, con otros cuatro sistemas de rebombeo, de los cuales solo dos no se apagan: el del Naranjal y el de Versalles.
Entre las principales causas del problema destacan los llamados “disparos”, que pueden ocurrir ante disímiles situaciones (desde un paro eléctrico momentáneo, un bajón de tensión, una avería o, incluso, una tormenta eléctrica). Un minuto en el que paren los equipos puede provocar entre 40 minutos y una hora sin bombeo. La EAA tiene afectaciones en sus grupos electrógenos, lo que limita la respuesta.

“Por ejemplo, la unidad de Bello tiene cinco equipos, cuando ocurre un disparo, el operador tiene que esperar 15 minutos para iniciar el arranque y darle un intervalo de tiempo similar entre ellos, hasta que todos estén en marcha, y ahí es que comienza el bombeo.”
“Este debería ser ininterrumpido durante unas 16 horas diarias, en teoría; pero en la práctica la compleja situación del sistema electroenergético no lo permite. Ello contribuye al deterioro de las máquinas y aumenta el número de roturas reportadas.”
Otro tema es el de los salideros, en este momento existen 91 identificados, varios de ellos de gravedad. Un problema que conecta con el bombeo de la Central Termoeléctrica (CTE) Antonio Guiteras, ya que en las conexiones hacia ella no se puede trabajar por ahora, debido a que sería imposible detener el servicio de agua hacia la zona industrial.
En este sentido, la propia CTE ha triplicado su consumo de agua (52 metros cúbicos), más el consumo habitual de la zona industrial, lo que indudablemente genera un gasto extra. No obstante, según el directivo, este aumento no es significativo, si se compara con el agua que se deja de bombear producto de los disparos.

“Cuando bombeamos representa un promedio de 1 150 l por segundo, pero las interrupciones impiden que llegue a toda la ciudad; por eso hay zonas más afectadas que otras, sobre todo en la parte alta de Matanzas”, concluye.
Anselmo Díaz Muñiz, intendente del municipio cabecera, reconoce que abastecer mediante un sistema de pipas resulta una ayuda ínfima, dada la magnitud del problema.
“La EAA tiene siete pipas y el municipio garantiza otro grupo de vehículos en base a la disponibilidad de combustible; incluso, en ocasiones, destina recursos de otros sectores; pero, en una ciudad como Matanzas, eso no resuelve el problema.”
“Las pipas tienen rutas fijas, que son cada 30 días, en sectores que protegemos porque no les llega el agua. El resto de las rutas se configura mediante ciclos, para intentar llegar a la mayor cantidad de familias posibles; aun así, somos conscientes de que no es suficiente.”
“Una alternativa que nos ha dado buenos resultados es poner la pipa en manos de los delegados de circunscripción, y que sean quienes la distribuyan. Ellos, al final, conocen de primera mano las necesidades de las familias y nos ayudan a ser más equitativos y justos.”
“Los hospitales y las escuelas son priorizados, por lo que no debe extrañarle a nadie que se destinen todas las pipas de un ciclo, si llega a ser necesario, para paliar una situación específica en estas instituciones”, explica el intendente.
Cuando todos los caminos llevan al Pompón
Existe un dicho popular que afirma que quien bebe de las aguas del Pompón no se va más de la ciudad, por su pureza y su mística. Hoy, desde el punto de vista sanitario, la situación no es la misma, según nos explica el doctor José Evaldo Guerra Báez, máster en ciencias y especialista del Departamento de Higiene Comunal en el Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología.
“Al analizar las fuentes para distintos usos, lo mismo para la balneoterapia, que para los hidromasajes, no se trata solo de la calidad del agua, sino de cómo está su zona de protección sanitaria. De ahí que sea importante estudiar el mapa de hidroisohipsas, que muestra el escurrimiento subterráneo de las aguas, incluido de dónde provienen y se nutren.

“El Pompón está rodeado prácticamente por un anfiteatro (Parque Watkin, Simpson y sus alrededores), de modo que muchísimas viviendas e instalaciones sociales drenan sus residuales en esa zona. No hay un sistema de alcantarillado que canalice todas esas aguas, porque el tratamiento es individual, a través de fosas, y no todas funcionan adecuadamente. ¿Y a dónde van esos residuales? Nutren los manantiales del Pompón.
“Como es un agua de origen subterráneo, circula por la capa rocosa subsuperficial del suelo, lo que hace que en apariencia esté muy limpia. En otras aguas resulta más sencillo detectar la contaminación, debido a que existen sólidos suspendidos, que son los que están tan finamente divididos y aunque lo dejes dos o tres días, no se sedimentan (el agua se mantiene turbia), y tienes que echarle un floculante para que se aclare.
“En el caso de estas aguas de La Marina, se ven muy transparentes. Sin embargo, tienen muchas sustancias incorporadas que desgraciadamente hacen que su calidad sea inadecuada para el consumo humano. Ni hirviéndola ni clorándola. Hervir solo elimina virus, parásitos y bacterias, no materia química; todo lo contrario: la concentra. Sí podría utilizarse para lavar, limpiar y hasta bañarse, a menos que se trate de personas con piel dañada por alguna razón”.
Al igual que el famoso manantial, otras fuentes de “escape” para algunos matanceros ante el marcado déficit del líquido vital han sido los ríos, lo que alarma aún más al especialista.
“No se recomiendan ni siquiera para limpiar la casa, porque en vez de limpiar, quizás estén ensuciando más.
“Trimestralmente se le realizan estudios a los ríos. El San Juan, por ejemplo, pudiera ser utilizado de la fábrica de hielo hacia arriba, como quien va para Ceiba Mocha. Pero, a medida que se va acercando a la ciudad, esta lo va agrediendo, y contaminando. En el Yumurí sucede igual, de Corral Nuevo para acá. No quiero decir que no vayas a buscar agua para limpiar el carro, mas, tienes que estar consciente de que estás manejando un agua contaminada”.
En este sentido, se insiste en que para consumo humano solo está recomendada la que proviene de las conductoras, y siempre debe clorarse, la de beber y preparar alimentos sin previa cocción, sobre todo con tantas paradas en el bombeo que pueden influir en su contaminación.
“Cuando bombeas hay una presión positiva en la red que, al parar, desaparece. De hecho, si pones el dedo en una llave, puedes llegar a sentir que te lo chupa. Y si existe una tubería con un salidero, el agua, cuando retorna al interior por dicha succión, lo hace contaminada. Por eso es bueno dejarla circular unos minutos cuando llega a la casa, pues, si quedara algo, amortiza con el hipoclorito.
“En el caso de hervirla, se debe ser celoso con la higiene de dónde se hierve y el jarro que se utilice para extraerla, porque ya carece de cloro por las temperaturas a que fue sometida y está desprotegida, y cualquier contaminación posterior no tiene solución.

“Además de la situación que tienen nuestras redes, el problema del bombeo… pese al esfuerzo que están haciendo los compañeros de la EAA, existen ocasiones en que resulta difícil mantener la cloración del agua, porque no está el producto. Se trata de priorizar siempre un poquito para la farmacia, para que la población tenga la posibilidad de obtenerlo ahí —la dosis indicada son tres gotitas a un litro—”, nos aconseja Evaldo Guerra.
El doctor Pedro Tanquero Riaño, director provincial de Farmacia y Ópticas, explica que:
“Se está distribuyendo el hipoclorito, el cual se produce en el dispensarial de Matanzas, aunque existen dificultades con los frascos y con la distribución de cloro puro para producirlo, por problemas con el transporte, pero hidrología está cooperando con la empresa. Hasta ahora no ha faltado el cloro para la producción y se mantienen los niveles necesarios en la provincia. Aun así, la demanda es alta.
“Le solicitamos a la población, a los CDR, a las organizaciones de masa, que cooperen en la recuperación de frascos. El hipoclorito se vende a $1.00 en la red de farmacias, y solo el frasco cuesta $4,50. Por lo tanto, eso da pérdidas a la empresa, de ahí que recuperar una gran cantidad de ellos minimizaría los gastos y ayudaría a mayores producciones”.
¿Cuál es el Plan?
La compleja situación económica que atraviesa el país limita la búsqueda de soluciones para ganar capacidad de bombeo y garantizar el necesario mantenimiento que requiere el sistema de acueductos de la ciudad.
Pese a esto, la Empresa Provincial de Acueducto y Alcantarillado, de conjunto con las autoridades del municipio, realizan un grupo de acciones para reducir la afectación, y así lo reconoce su director:
“Estamos instalando varios equipos nuevos que van a ayudar a bombear más agua para la ciudad y, si se estabiliza un poco la situación eléctrica, debe mejorar. La deuda la tenemos con los puntos más altos de Matanzas, cuya mejoría depende de una inversión más grande.
“Ahí es donde debemos tener puntería con las pipas, supervisar que se cumplan los ciclos y llegar a la gente para que, en medio de todos los problemas, el agua no se vuelva una preocupación más.
“También nos falta personal, debemos completar nuestra plantilla, porque trabajo siempre nos sobra y la labor que realizamos es dura y muy poco visibilizada”.
Los sistemas de bombeos matanceros promedian dos roturas semanales, cuya solución se encuentra en las manos de los miembros de la UEB Electromecánica, que asume la totalidad de las reparaciones de este tipo en la provincia. Su director, Ignacio Tremols Quintana, explica que hay equipos que, por el deterioro de los años, requieren de inventiva, además de que en muchos de los casos no existe en el país lo necesario para repararlos.
“Nos ha pasado que se safa el motor y cae el pozo, lo que solemos resolver poniendo unos flejes por fuera para asegurarlo.
“El proceder, cuando una bomba se rompe, siguiendo los canales establecidos, consiste en sacar el equipo del lugar y llevarlo hacia San José, donde está el taller central nacional del sistema de agua. Allí, cada provincia tiene una prioridad, La Habana, por ejemplo, entra primero que nosotros. El ciclo puede demorar más de 12 días. Para disminuir ese tiempo de espera y buscar soluciones más inmediatas, lo que estamos haciendo es recoger materiales en San José, y entregarlos a nuestros enrolladores que radican en Jovellanos. Así reducimos el tiempo a tres días.
“La brigada está compuesta por cuatro enrolladores —en ocasiones, asumen dos cada motor— y dos ayudantes, cuya función mayoritariamente consiste en hacer bobinas. Si se unen varias roturas, se determina la prioridad teniendo en cuenta el lugar y la cantidad de población afectada. La materia prima que más escasea es el alambre para enrollar los equipos”.
La UEB asume, además de las bombas, las reparaciones del sistema de redes de las conductoras, los equipos de cloro, y sus electricistas dan mantenimiento y reparación a las pizarras eléctricas de los equipos de bombeo.
“Las roturas más comunes son los equipos quemados, debido a las fallas eléctricas. Los bombeos que más nos duran son los que trabajan de manera constante, pero las paradas por apagones resultan fatales”, afirma Tremols Quintana.
Antonio Hernández Martínez, delegado de Recursos Hidráulicos en el territorio, nos comenta que existe un contrato por cinco años con la Agencia Francesa para el Desarrollo para la mejora del sistema de bombeo de la ciudad, con una inversión que ya se está ejecutando.
“Se están comprando equipos de bombeo, válvulas para realizar los trabajos en el sistema de acueductos, y hay un dinero para mejorar las conductoras de los tanques. No estamos de brazos cruzados. Las limitaciones pasan por el tema combustible, pero somos optimistas.
“El barrio de Pastorita será el primero en que se realicen un grupo de acciones en aras de mejorar la situación del sistema de acueductos, lo cual nos permitirá medir en números reales la eficiencia del sistema. Asimismo, tenemos planificado el montaje de un tanque de 5 000 m³ en la zona alta de Los Mangos, una estructura novedosa que no lleva hormigón ni acero”.
Hidobaldo Díaz Martínez, coordinador de Objetivos y Programas del Gobierno Provincial, reconoce que hay que darle una solución al tema de los salideros, cuya causa es multifactorial.
“Además de la falta de mantenimiento y de las averías que pueden ocurrir, con esta crisis con el agua, algunas personas han picado el pavimento para conectarse al sistema. Esto, por supuesto, genera baches y provoca daños al sistema de acueductos. Tales acciones pueden afectar redes eléctricas y deformar la vía, lo que contribuye a que ocurran accidentes de tránsito. Con estas personas tomaremos medidas ejemplarizantes y vamos a solicitar que las sanciones sean mayores.
“Tenemos un grupo de trabajo diario para la solución de salideros, pero existen algunos que, dada su complejidad, requieren otro grupo de acciones. También debemos trabajar en mejorar los canales de comunicación con la población para que las averías se reporten en el menor tiempo posible y así darles una rápida solución”.
Entre las nuevas estrategias asumidas, está la protección con servicio eléctrico de los circuitos donde se encuentran estaciones de bombeo o rebombeo, como el MI1451 que beneficia Armando Mestre y el Kilómetro, ante la carencia o daño en grupos electrógenos, lo que genera nuevas problemáticas. Esta decisión conlleva una distribución cada vez menos equitativa de la energía en la provincia, con afectaciones que superan las 20 horas diarias en los circuitos no priorizados.
Una familia de cuatro personas consume, como promedio, 680 l de agua al día, 4 760 a la semana. Un ser humano adulto necesita beber entre dos y tres litros diariamente, según las instituciones de Salud. Sin duda, este líquido es vital, y no se puede racionar sin que tenga consecuencias.
Nuestro equipo de investigación extenderá su trabajo en próximas semanas a los municipios más afectados por las deficiencias en el bombeo de agua, para visibilizar las zonas más vulnerables e identificar soluciones. (Por Ana Cristina Rodríguez Pérez y Boris Luis Alonso Pérez/Edición web: Miguel Márquez Díaz)
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