Trámites virtuales: ¿acelerar el proceso?

Trámites virtuales: ¿acelerar el proceso

Fotos: Raúl Navarro González

La promesa sonaba lógica y necesaria: digitalizar trámites para agilizar gestiones, reducir colas físicas y traer un soplo de eficiencia al engranaje burocrático de nuestras entidades. En la Cuba actual, sin embargo, la apertura de modalidades virtuales ha devenido en una cruel ironía. Lejos de acelerar los procesos, los ha sumido en un nuevo tipo de limbo, marcado por colas virtuales interminables y una infraestructura digital que colapsa bajo su propio peso.

El núcleo del fracaso reside en la brecha existente entre la ambición digital y la realidad material del país. Implementar servicios en línea presupone una conectividad estable y un acceso eléctrico constante, condiciones que distan mucho del “deber ser”. Los frecuentes apagones no son meras interrupciones del servicio. Cuando la luz se va, las plataformas virtuales caen, los servidores se desconectan y las “ventanillas digitales” se cierran de golpe, borrando horas de espera virtual o paralizando el trabajo de las propias entidades.

Trámites virtuales: ¿acelerar el proceso

Esta precariedad energética se entrelaza con la mala conexión a Internet. Velocidades lentas, intermitencia y zonas con cobertura nula o deficiente convierten el simple acto de cargar una página o subir un documento en una odisea. Las colas virtuales, supuestamente dinámicas, se estiran en el tiempo y el espacio de la nube, no solo por la cantidad de solicitantes, sino porque cada paso del proceso requiere múltiples intentos, pantallas de carga interminables y una paciencia sobrehumana. Lo que en otros contextos tomaría minutos, aquí consume horas o días de intentos fallidos.

El impacto no es solo para el pueblo. Las propias instituciones estatales, encargadas de gestionar estos trámites, operan con los mismos dispositivos electrónicos y sufren idénticas limitaciones. Los apagones y la mala conexión no solo impiden al ciudadano acceder; peor aún: paralizan la capacidad de respuesta de las entidades. Los funcionarios no pueden procesar solicitudes, revisar documentos ni actualizar el estado de un trámite cuando carecen de las herramientas básicas: electricidad y acceso a la red.

Trámites virtuales: ¿acelerar el proceso

Surge así una burocracia paralela. Las colas físicas no desaparecen; simplemente, se duplican o transforman. Ahora, además de esperar en el plano físico para resolver lo que no se pudo online o pedir ayuda con la plataforma fallida, el ciudadano debe lidiar con la espera virtual. La carga de trabajo se multiplica para todos.

Una cola física, al menos, es tangible; se ve avanzar. La cola virtual es un abismo: no se sabe la posición real, no se percibe el movimiento, y cualquier fallo técnico o apagón puede significar volver a empezar desde cero. La impotencia ante dichas problemáticas genera una desesperanza y enojo profundos, minando aún más la ya frágil confianza en las instituciones.

Trámites virtuales: ¿acelerar el proceso

La población pierde jornadas laborales completas en un combate contra plataformas inaccesibles; y los funcionarios, ya de por sí con recursos limitados, se ven obligados a atender una doble demanda (virtual fallida y presencial saturada) con herramientas insuficientes, aumentando su estrés y la probabilidad de errores. El desgaste emocional y económico es generalizado.

Hasta que Cuba no supere la crisis energética y de telecomunicaciones que asfixia al país, cualquier iniciativa de gobierno electrónico luce, en el mejor de los casos, como un parche ineficiente. La verdadera digitalización de los procesos no empieza con una plataforma de trámites en línea, sino con corriente constante y una señal de Internet que llegue con fluidez y cobertura universal. Sin eso, la cola virtual, lejos de acelerar el proceso, lo ralentiza.

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Sobre el autor: Humberto Fuentes Rodríguez

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Matanzas en el año 2024. Egresado del Taller de Técnicas Narrativas del Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Jefe de la Sección de Literatura de la Asociación Hermanos Saíz en Matanzas. Escritor, fotógrafo, trovador y guionista.

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