
Foto: Raúl Navarro
Quisiera, a veces, ser turista. No me preocuparía si accedo o no a Internet, porque andaría por aquí para despejar de todo, para escapar de todo, no como ahora que hacen de todo para despejarme a mí, que parece que nunca podré escapar del todo de tanta extenuación.
Cuando uno tiene el mar tropical, aunque no comprendamos la profundidad de lo que se esconde en el Trópico, y un mojito en la mano y una tumbona y un trío de música que no entendemos lo que canta, pero lucen simpáticos, incluso, exóticos, para qué necesitas planes de datos. La vida está fuera de tu teléfono, ¡vívela! Y cuando regreses a tu casa súbela a Instagram para que los demás la vivan también a través de ti.
Quisiera, a veces, ser turista. Los tenderos, las dependientes me tratarían con educación y respeto. Me preguntarían qué deseo, en un inglés de Teleclase, me llamarían míster, me dirían «my friend«, mi amigo, aunque nunca hayamos coincidido antes.
Así me evitaría esos ojos virados, esas manos en la cintura de quien, en la espera para que te acabes de ir, desespera, esa sensación de que incomoda tu presencia aunque vengas a gastarte tu exiguo capital, porque no te quedó otra opción. Aquí no practicamos la xenofobia, sino la xenofilia. Amamos al otro, en ocasiones, más que a nosotros mismos.
Quisiera, a veces, ser turista. Los niños en la calle se meterían conmigo, se prenderían a los bajos de mi camisa con estampados de cocoteros, como si fuera yo otro cocotero mocho y de pencas anchas cuya sombra proyecta en una playa en que las arenas queman como el subdesarrollo. Me pedirían algo de vuelto y yo le regalaría chicles y me sentiría querido y respetado, como un gran patriarca, como un ser noble con exceso de colesterol, como un Santa Claus con barriga cervecera.
Quisiera, a veces, ser turista. En la Televisión Nacional dirían, una y otra vez, que salvaré la economía del país. Gracias a mí habrá antibióticos y torundas en los cuerpos de guardia de los hospitales clínicos-quirúrgicos y se podrá dar una ración extra de butifarra en los comedores escolares. Seré la locomotora que conducirá esta Isla-vagón por rieles de mar.
Quisiera, a veces, ser turista. Así podría ir a Trinidad, a Viñales, a ese Cayo que lleva mi nombre, así me enseñarían a querer a los cocodrilos de la Ciénaga de Zapata, a las pregoneras con tocados de piñas de La Habana Vieja, a los maraqueros con pañoleta roja y camisa blanca con mangas que cuelgan ribetes carnavaleros. Tal vez así no estuviera tirado en una cama, como un desparpajo de mí mismo, a la espera de que, después de ocho horas, regrese la luz. Tal vez así no sentiría que la inmovilidad no es un estado mental, sino económico.
Quisiera, a veces, ser turista. De esta forma no me dolería tanto Cuba. Portaría la levedad del que anda de paso. No sabría qué es un lineamiento, qué es una coyuntura, qué es un Período Especial. Me importarían un bledo las condiciones del Sistema Electroenergético Nacional, la inflación, la dualidad monetaria y la dualidad moral. Descansaría de esa pregunta trampa de ¿qué más puede pasar?, y cuando uno responde que nada, viene la realidad a bajarte un bofetón por crédulo.
Quisiera, a veces, ser turista. Me bañaría en la playa en diciembre, me saldrían sarpullidos por el calor, me montaría en un desfile de “yipis” que van por las calles de la ciudad como si participaran en un safari, tendría que comprar agua de pomo porque mi refinado organismo, nunca violentado por las bacterias de la pobreza, no aguantarían el agua de la llave, que sabe a hierro viejo.
Buen artículo,pero sería bueno que todos los dirigentes sin ser turista se dieran cuenta de todo lo que está mal .que ellos mismo denuncien lo mal hecho y tomen medida contra eso. Contra los corruptos.que toda los dirigente escuchen las redes ,caminen las calle y escuchen los criterios del pueblo humilde.todo un pueblo no puede estar equivocado.esos dirigentes que pasan por las vías en mal estado y y le da los mismo .esos dirigente que ven que las instituciones del estado de destruyen y no hacen nada .esos dirigente que parecen que son turista .que están inactivo.ante todo .
Excelente artículo
Hay un dicho que dice no envidies lo que tengo sin saber cómo lo obtuve, otro que dice que cada cual es producto de sus propios esfuerzos, hay muchas vías para enfocar los problemas a partir del conocimiento de sus causas y hay algo que se llama respeto, dignidad y decoro, ninguno se mendiga ni se generaliza, esas características y cualidades se cultivan y se alimentan con valor y justicia y por sobre todas las cosas con amor. Yo no quisiera ser turista, siempre querré ser un mejor cubano que a pesar de todas las cosas empuje en favor de mi patria y denuncie sin rodeos ni tapujos a quien trate de rendirme desde donde sea que venga la agresión. Quisiera ser y soy un cubano que como David enfrentaré a Goliat hasta las últimas consecuencias y recuperaré como cubano todo lo que hoy (según usted) es exclusivo de los turistas.
Totalmente de acuerdo con usted