Días de la danza

El 29 de abril se celebró el Día Internacional de la Danza, y este año le correspondió al letón de origen ruso, Mikhail Baryshnikov, el mensaje. En sus breves pero contundentes palabras escribe: “Se dice a menudo que la danza puede expresar lo indecible. La alegría, el dolor y la desesperación se hacen visibles; expresiones encarnadas de nuestra fragilidad compartida. En este sentido, la danza puede despertar empatía, inspirar bondad y el deseo de sanar en lugar de dañar”.

Agrupaciones del catálogo de las artes escénicas, como la Compañía Danza Espiral, llevan años dignificando el lenguaje danzario, en la búsqueda constante de códigos que lleven a un universo simbólico que parte del lirismo de los cuerpos, con obras emblemáticas que constituyen clásicos de la coreografía nacional y, especialmente, una labor pedagógica sustentada en la figura de la maestra Liliam Padrón Chávez.

Es la danza poemas que habitan los escenarios y crean, desde el cuerpo, a través de la técnica, una serie de metáforas, las cuales hay que leer desde la sensibilidad y la capacidad del espectador para adentrarse en un mundo lírico.

Danza Espiral ha trazado una biografía en diálogo constante con la literatura. Algunos de sus más importantes autores han sido Shakespeare, Moliére, Carpentier, Piñera. También en la apropiación de zonas de la estética, la realidad y la naturaleza humana.

En su mensaje, Baryshnikov lanza una serie de interrogantes válida para todos los que hacen de la danza una manera de comunicarse con los otros: “¿Dónde está mi verdad? ¿Cómo me honro a mí mismo y a mi comunidad? ¿Ante quién respondo?”.

Muchas de estas las ha respondido la agrupación que en 2027 cumplirá cuatro décadas. El suyo ha sido un viaje marcado por estrenos, eventos, conexiones con otras manifestaciones artísticas, y colaboraciones diversas.

Por otra parte, Novadanza, liderada por Kenia Carrazana, fusiona lo pedagógico y lo artístico, en la búsqueda incesante de las raíces hispanas, en que lo teatral, lo musical y lo danzario producen espectáculos, caracterizados por el rigor técnico y el conocimiento de los códigos de lo flamenco. Caminos diferentes de la danza, que se entrecruzan y producen esa empatía, esa alegría y goce estético que procrea el bailar, el contagiar a otros, mientras se reinventan disímiles signos que marcan los destinos del arte danzario.

La historia de las principales agrupaciones matanceras se compone de los que han formado parte de ella misma, seres que ya no están en este universo y se les recuerda por sus aportes. Tal es el caso de Ángel Luis Serviá, quien logró las mixturas de lo folclórico y lo contemporáneo, apoyado en una sensibilidad entre la tradición y la modernidad. La danza y sus infinitas posibilidades son un canto a la vida y a la belleza de la humanidad.

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Sobre el autor: Ulises Rodríguez Febles

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