Museo al Esclavo Rebelde, siglos de cubanía entre paredes

Museo al Esclavo Rebelde, siglos de cubanía entre paredes
Museo al Esclavo Rebelde, siglos de cubanía entre paredes. Fotos: De la aurora.

A unos 20 kilómetros del centro de Matanzas, aisladas entre arboledas, en un sitio al que no se llega sin propósito, las ruinas del antiguo ingenio Triunvirato resguardan mucha historia, que espera ansiosa por ser contada.

Un camino empedrado guía los pasos dentro del sitio. Entre pedazos de muros y dos llamativas viviendas coloniales, se alza el monumento al Esclavo Rebelde: al que rompió cadenas y se alzó como cimarrón en el monte; a la mujer emancipada que organizó una sublevación, trascendente de regiones y tiempos; a la Carlota despedazada y, a su vez, transformada en ícono y faro para otros.

Museo al Esclavo Rebelde, siglos de cubanía entre paredes

Gruesas paredes exponen como exoesqueleto cada una de las piedras y ladrillos que alguna vez fueron el barracón, o eso se cree, y a las que el tiempo no han podido derribar. Allí malvivieron negros bien cerca de sus amos. Dentro de ellas, pareciera que se sienten aún los gritos de angustia de los esclavizados, su dolor tras el látigo, la sangre, los sueños de libertad quebrados contra las rocas.

Museo al Esclavo Rebelde, siglos de cubanía entre paredes

A la derecha, la primera de las casas contrasta el paisaje por su belleza. En su interior, no ha pasado el tiempo. Gigantescas y azulosas ventanas a dos aguas; vitrales en sus arcos, muebles de maderas preciosas perfectamente conservados; vajillas sobre la mesa, listas para ser usadas por cuatro comensales; lámparas lujosas; faroles; decoraciones de antaño con las que es fácil viajar a otro siglo.

Museo al Esclavo Rebelde, siglos de cubanía entre paredes

Entre mapas, campanas, objetos de trabajo y elementos de represión, se narran los sucesos que comenzaron en Triunvirato y se extendieron hasta los ingenios Concepción, San Lorenzo, San Miguel y San Rafael, y se cuenta, sin olvidar detalles, de la negra que en su rebeldía logró liderazgo y llegó lejos.

La segunda casa, la del mayoral, atesora otra de las colecciones más preciadas de la institución museística, y es que en ella se rinde homenaje a la Operación Carlota. “Es el único museo en el país donde se hace”, asegura Sonia Rosabal Cámbara, especialista que conoce al dedillo el pasado de cada objeto en exposición.

Museo al Esclavo Rebelde, siglos de cubanía entre paredes

Museo al Esclavo Rebelde, siglos de cubanía entre paredes

En la pared se enlistan los nombres de los 2 106 combatientes internacionalistas caídos en Angola, los hijos entrañables de la Patria. Hay obuses, balas, fotografías, flores… Dolor transformado en homenaje. Una frase de Mandela recuerda la importancia de Cuba para los pueblos de África.

Pero el recorrido, guiado con maestría y extrema amabilidad, no culmina tampoco en esa habitación, aunque pareciese la última. “No pueden irse sin antes acercarse a la ceiba milagrosa”, repite con tono afable la especialista, a cada visitante.

Museo al Esclavo Rebelde, siglos de cubanía entre paredes

En el centro del patio, como hechicera y vínculo con los dioses, la planta de tronco anchísimo se alza imponente a la vista. “Tres vueltas para un deseo”, alega la leyenda. Es difícil resistirse a no hacerlo. Mientras, una palma real nacida en el corazón de otro árbol y envuelta por sus ramas, refuerzan el misticismo del Museo al Esclavo Rebelde.

Hay más allí: el enfriadero, el tren jamaiquino… De vez en cuando sorprenden nuevos hallazgos arqueológicos, escondidos bajo tierra o entre piedras, y de a poco se sigue construyendo la historia. Tantos encantos que solo pueden descubrirse en aquel sitio Monumento Nacional, a 20 kilómetros de la urbe yumurina, un puente donde se entrelazan siglos de cubanía.

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