Yo vi rendirse a los mercenarios

Yo vi rendirse a los mercenarios
Yo vi rendirse a los mercenarios

A sus 92 años de edad, Anastasio Suárez Rodríguez es lo que se dice un anciano venerable y, por si fuera poco, mantiene vivo el deseo de seguir haciendo por la Revolución.

A pesar de su avanzada edad, confía en que el tiempo le alcance para empeñarse en otros proyectos. «Yo me digo: si Fidel nunca se detuvo, yo tampoco voy a parar», expresa para reiterar su decisión de continuar luchando en esta vida.

Siente orgullo de haber integrado el Batallón 225 de Jagüey Grande, y de su participación en el enfrentamiento a los mercenarios en abril de 1961.

Chacho, como lo llaman los más allegados, es un hombre de baja estatura, locuaz y de voz segura, con un rostro y unas manos que revelan de cierto modo su longevidad y los sacrificios que marcaron su juventud.

Quizá por los infortunios del tiempo y la dureza de los años que corren, su imagen física se ve reducida dentro de su histórico uniforme verde olivo.

Aunque por lo visto no hay poder humano capaz de hacerlo desistir de sus aspiraciones presentes y futuras, admite que ya la vista no lo acompaña como antes.

«Pero estoy bien, no me quejo», insiste en su decisión de no flaquear.Carpintero de oficio, Anastasio tenía 27 años cuando la invasión mercenaria, y poseía cierta experiencia en la lucha contra bandidos.

«Procedo de una familia muy humilde y no pude estudiar, pero mi familia toda abrazó la causa de la Revolución y mi mamá nos inculcó las buenas costumbres y el espíritu de guapear».

Al evocar las horas difíciles de Girón, confiesa que no sabe de dónde tomó aliento para sobreponerse a la incesante metralla de la aviación.

«Juro que sentí miedo», asegura mientras hace un ademán con las dos manos, y sonríe.

«El Escambray fue otra cosa, algo así como la lucha de guerrillas. Ahora bien, yo nunca había vivido un bombardeo tan intenso como el del trayecto de Australia hacia Playa Larga; no había donde refugiarse.

«Era un suicidio caminar por la carretera y ni siquiera en la cuneta había cómo protegerse. Éramos vulnerables al ataque aéreo. En un primer momento nos engañaron, pues llevaban banderas con la insignia cubana.

«Después de aquel temor inicial y sin apenas darme cuenta, me volví un “monstruo” y fui p´alante todo el tiempo. Por lo demás, creo que Fidel nos imprimió valor y una fuerza tremenda».

En lo adelante, confiesa, apenas tuvo tiempo de pensar en el peligro y la muerte, aunque asegura que el olor a carne quemada de los caídos por la metralla y el sol le desgarró las entrañas.«Después de Girón estuve varios días sin poder comer debidamente».

Manifiesta no olvidar el valor de sus compañeros y el haber sufrido la pérdida de gente muy cercana como Iluminado Rodríguez y Antero Fernández Vargas, «quien nos hizo milicianos a nosotros en Jagüey Grande», cuenta.

Entre los recuerdos que mejor conserva sobre la epopeya de Girón está constatar el valor de las fuerzas revolucionarias, «gente brava, con coraje y voluntad, algo que al final fue decisivo en la victoria, a pesar del poderío en armas de los mercenarios».

A ellos, en cambio, «les faltó la razón, mientras nosotros defendíamos una causa justa y estábamos dispuestos a morir por ella; por eso combatimos con firmeza».

Chacho dice estar seguro de que Girón demostró que la moral de un pueblo es más importante que los plomos y las balas.

Otro momento inolvidable para el hoy nonagenario combatiente fue haber visto a los mercenarios rendirse. «Iban con las manos detrás de la cabeza y con la derrota dibujada en sus rostros. Nos dimos cuenta de que eran nada, unos desalmados que en definitiva se entregaron como palomas».

Nada lo ilusiona más que recordar aquel pasaje. «Por eso nos pusimos eufóricos y empezamos a gritar cuando se declaró la victoria».

Girón demostró que la moral de un pueblo es más importante que los plomos y las balas. Foto: Raúl Corrales

LA CIÉNAGA DE HOY

Desde los primeros años de la Revolución y tras la Victoria de Playa Girón, la primera gran derrota del imperialismo yanqui en América Latina, el Gobierno y Estado cubanos no se olvidan de quienes viven en esa zona; no se olvidan del sitio en el que habita mucha gente humilde, que además es un monumento a la historia que simboliza libertad e independencia, no solo para Cuba, sino también para la región.

Como cada año por estas fechas, y en honor a la efeméride, se realizan acciones de rehabilitación y construcción en beneficio de los pobladores cenagueros, entre ellas destacan:

  • La inauguración de un servicio de microbiología, la reparación de los pisos y el techo de la sala de rehabilitación, y los consultorios asociados al policlínico principal de urgencias, Celia Sánchez Manduley.
  • Una nueva casita infantil con capacidad para atender a diez niños de madres trabajadoras de la localidad de Playa Girón.
  • La construcción de una capilla funeraria.
  • La reanimación del Museo Girón.
  • La conclusión de una cámara de congelación para la conservación de pescado.
  • Se incorporaron nuevos servicios de Etecsa en las comunidades de Soplillar, Pálpite y Los Hondones.
  • La reconstrucción de El Peaje, símbolo distintivo de la Ciénaga de Zapata.

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Sobre el autor: Granma

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