
Vestuarios, maquillajes, luces, sonidos, bailes, diálogos, ritmo… Todo ello compone el teatro, pero de poco vale sin el plus que fusiona a determinados artistas y espectadores. Algunos lugares, fechas y participantes del acto artístico contribuyen a crear esa magia.
Si dos proyectos como La Colmenita y Korimakao suponen respectivos prodigios de talento, imaginarlos unidos en una velada no trae sino el esbozo de una sonrisa antes, durante y después del espectáculo.
Tal fue la ocasión que regalaron a la población cenaguera en la noche de este viernes 18 de abril, donde no faltó el reconocimiento en voz de Carlos Alberto Cremata, director de La Colmenita, al principal impulsor del matancero Korimakao: el inolvidable Manuel Porto.







Con una recreación musical del cuento Ricitos de Oro, los niños y adultos de ambos conjuntos amenizaron en su desenfrenada y entrañable celebración de la pureza a los otros niños y adultos, aquellos en el auditorio. Las canciones y la chispa de un hilarante libreto reafirmaron lo que poseen de referente de la escena cubana estos dos proyectos.
Al escenario de diversión y fantasía se unieron los preceptos martianos sobre la infancia y el tributo a la memoria histórica, justo la noche antes de conmemorarse la derrota de una invasión mercenaria en ese lugar, hace mucho tiempo, que hoy acoge el regocijo memorable de un noche de teatro y fantasía.