
Evangelio Victor Molina Alemán: un corresponsal ejemplar
Para los oyentes de Radio 26 es un hábito escuchar la aguda voz de Evangelio en el noticiero deportivo Zona de Aviso, que tiene horario de 10:30 a 11:00 a. m., de lunes a viernes; pero pocos saben de su vida personal y los obstáculos que superó con el paso de los años.
Evangelio Victor Molina Alemán, de 75 años, es profesor de Educación Física y corresponsal deportivo en la provincia de Matanzas por más de cuatro décadas. En su larga trayectoria, participó en misiones internacionales en países como Angola y Venezuela.
Nacido el 18 de mayo de 1949, su primera gran responsabilidad llegó siendo apenas un adolescente; alfabetizador en la Sierra Maestra en Pino de Agua. Expresa que no fue nada fácil ante tantos discípulos. “Eran 12 campesinos analfabetos, yo los ayudaba a recoger café, chapear y cocinar. Las clases eran de noche, con una lámpara, ya que en ese entonces no había electricidad en los campos de Cuba. Para un niño como yo, era sumamente difícil”.
Al terminar esta etapa, cuenta que tenía planificado estudiar Medicina deportiva, en el área de ortopedia, para ser cirujano. “Era esa mi meta, nunca pensé ser profesor de Educación Física. Me gradué de maestro y me dije que iría para el deporte; y ahí fue cuando me vinculé. Estuve en judo y atletismo, en este último destaqué con récord personal de 10.09 en pista de 400 metros planos”.

Sus inicios como entrenador tuvo lugar en el preuniversitario José Luis Dubroq, donde trabajó fuerte con un sinnúmero de estudiantes, a los que llevó, con la asesoría de otros tres profesores, a ganar torneos escolares provinciales y nacionales. Cuenta que recién incursionaba en el deporte, por lo que los mismos alumnos lo ayudaban.
Molina Alemán aseguró sentirse preparado para partir hacia África en 1977, aunque no dejó de estar preocupado, pese a que su trabajo consistía en llevar mercancía. “La preparación se la debo al Servicio Militar obligatorio. Ahí aprendí todo lo que pude poner en práctica y gracias a ese previo entrenamiento pude cumplir el compromiso con la patria”.
Tiempo después es llamado para ir a Venezuela como civil. “Fue una de las mejores etapas de mi vida. Enseñé a los jóvenes a jugar ajedrez e, incluso, querían que me quedara. Los entrenadores estaban contentos con mi trabajo. Hice buenas relaciones en esa zona; allí había cubanos y los ayudé a ganar algún que otro evento escolar”.
Dedicó más de la mitad de su vida a realizar reportes casi a diario para la prensa deportiva. “Me especializo en los juegos de la comunitaria, porque suceden tantas cosas que las personas no saben. Soy natural, no simpatizo con el profesionalismo; pero le dedicaba entre dos y tres horas al día. Realmente me siento orgulloso de este maravilloso mundo de la radio; gracias a él, he aprendido mucho”.

A lo largo de los años, no han sido pocos los locutores y periodistas influyentes en su trayectoria como corresponsal. En esta ocasión, recuerda con gran estima al periodista Dagoberto Arestuche, con quien forjó una excelente relación, y al realizador de sonido José Oquendo, el cual le rectifica algunos errores de dicción. “Oquendo me hace repetir varias veces la misma palabra u oración, hasta que quede casi perfecta, por eso lo aprecio, no todos se toman el tiempo de corregir esos pequeños detalles que luego salen al aire; es una maravilla de persona, dispuesto a cooperar con todos”.
Evangelio es padre de cuatro hijos: Marisel, Evangelio, Maykel y Reina, en dos matrimonios. “Estoy contento con todo lo que hice, aunque no satisfecho, sé que podía hacer más. Nunca he dejado de trabajar y, por ende, estoy en disposición de enseñar a todo el que se me acerque”.
Para él, el deporte es más que una forma de vida, ya sea en la práctica o en los reportes para la radio; es algo que lleva en el corazón. Donde quiera que esté, siempre lleva consigo un lápiz y una hoja, por si se le ocurre hacer apuntes o redacciones. “Gracias al deporte, he conocido maravillosas personas y ahora tengo el placer de conocerte a ti. Si volviera a nacer, sin duda alguna, elegiría el mismo camino que decidí en esta vida”. (Por: Diego Riera, estudiante de Periodismo)