El Alma de un Lienzo

Dibujar es la pasión del joven Aaron Ernesto Linares González cuya vida está entrelazada al arte.

Dibujar es su pasión, pese a los obstáculos que ha enfrentado a través de los años, por la falta de apoyo sumada a la actual situación económica del país.

Esta es la historia de Aaron Ernesto Linares González, un joven próximo a cumplir 26 años, el venidero 28 de abril. Fue Matanzas su tierra natal, donde a temprana edad su madre lo trasladó para Campo Florido, pequeño pueblo ubicado al Este de La Habana, cerca de Guanabo. Ahí realizó sus estudios de Primaria y Secundaria.

Su motivación por el arte viene de sus antepasados. «Mis bisabuelos Carmita y Santiago eran fotógrafos reconocidos en Matanzas, específicamente en la zona del Tenis. Desde niño, el dibujo fue mi refugio. Mi madre me compraba libretas para que lo desarrollara. Ellos me lo inculcaron, aunque no tuve antecedentes relacionados directamente con las artes plásticas».

En el año 2011, dio los primeros pasos, con una exposición en un proyecto comunitario llamado Pasos Verdes, donde obtuvo varios premios en concursos escolares.

Luego de graduarse como obrero calificado, ingresó a la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro. «Viví momentos buenos y malos; más el impacto de la covid-19 en mi último año, fue un desafío enorme. Conocí al instructor Roberto Diago, quien despertó en mí el deseo de soñar y crear de manera auténtica».

Dibujar es la pasión del joven Aaron Ernesto Linares González cuya vida está entrelazada al arte.
Su motivación por el arte viene de sus antepasados. «Mis bisabuelos Carmita y Santiago eran fotógrafos reconocidos en Matanzas, específicamente en la zona del Tenis. Desde niño, el dibujo fue mi refugio», asegura Aaron.

Durante un tiempo dejó de dibujar, porque las cosas no salían como quería. Practicó deportes, como el béisbol; es fiel seguidor de los Cocodrilos, y su máximo referente es Yadiel Hernández. No obstante, cuenta que, al final, lo de él eran los dibujos. «Mi mayor habilidad estaba en las historietas y los retratos; muchos retratos, de hecho».

Explica que su motivación por hacer retratos va por lo psicológico. Utiliza la metáfora visual para tratar de transmitir una sensación. Juega con la imagen; por ejemplo, las aves en el cabello de la mayoría de los retratos son símbolos de libertad.

Trabaja con variedad de técnicas y materiales: tinta, papel, cartulina, carboncillo, entre otros que le permiten adaptar su método a las necesidades conceptuales de cada proyecto. Su proceso creativo comienza con la selección de uno o varios temas que lo inspiran; frecuentemente, influenciado por la música, la cual considera esencial para su creación.

Casi dos décadas dedicadas a la superación en la pintura, y no son pocos los profesores que han influido en su desarrollo. Uno de ellos es Rogelio David, a quien recuerda con mucho cariño. «Maestro espectacular. Cuando entré en San Alejandro, el decía que yo tenía el nivel de alumnos de tercer año, y que la nota más alta que haya obtenido uno de sus estudiantes de primer año fue mía; eso lo guardo como un tesoro, porque me ayudó mucho para estos logros».

Roberto Fabelo, Cosme Proenza, Ernesto Rancaño, Francisco de Goya y Guillermo Lorca son algunos de los que admira profundamente.

Fueron muchos momentos vividos y hay uno que lo marcó. En su primer día de clases en San Alejandro, cuando se asombró al ver 64 compañeros de aula, de distintas partes del país, el profesor declaró que con suerte se graduaban dos o tres, lo cual el considera que fue algo como «la masacre de Alegría de Pío».

Tampoco olvida su tesis. «En un mes tuve que hacer tres proyectos de tesis para poder realizar uno en 15 días».

Aaron Ernesto aspira a que su obra trascienda fronteras, lleva su narrativa visual y emocional a un público global. Aquí mismo, en nuestra ciudad, en la Galería de Arte Pedro Esquerré, expuso recientemente su pieza titulada «Distancia», hecha con lápiz sobre cartulina en el 2022.

El arte para él no es solo una profesión, sino una forma de vida. Cada línea, trazo e idea son reflejos de su historia y visión del mundo. Su objetivo es construir un legado que inspire, conecte y dialogue con las generaciones presentes y futuras.

«Hacer arte en Cuba ahora es complejo, aunque no imposible. He aprendido que vale la pena, con dificultades o no, hacer lo que uno sabe, lo que nos gusta; no existe nada mejor que eso».

Su amplio currículo acumula cursos y talleres, como lo son el de Papel Manufacturado en 2016, Monotipia y Perfomance ambos en 2017, sobre diseño de carteles y dibujos en 2018 y fotografía en 2019.

Entre sus concursos obstenta la participación en Homenaje al Premio Internacional de Circo 2018 y Homenaje a la Embajada de Surinam 2019, en ambos obtuvo premios; X Bienal de Talla ACAA y XIII Bienal de La Habana.

«Hacer arte en Cuba ahora es complejo, aunque no imposible. He aprendido que vale la pena, con dificultades o no, hacer lo que uno sabe, lo que nos gusta; no existe nada mejor que eso. Dios nos dio las herramientas y el talento. ¿Acaso lo hemos aprovechado?».

En la actualidad, trabaja en varios proyectos que espera hacer públicos, estudia constantemente y trata de llevar pareja la vida. «Lo más importante es sentirme bien con lo que hago, esa es la verdadera satisfacción; hay que trabajar y trabajar, ese es el camino», concluyó. (Por: Diego Riera, estudiante de Periodismo)

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