El desembarco del «Honor»

El desembarco del «Honor»
El desembarco del «Honor»

El 24 de febrero de 1895 estalló la Guerra Necesaria planeada minuciosamente por José Martí, mas faltaban en los campos cubanos nombres claves para que aquella llama insurrecta cobrara la fuerza necesaria para conducir a los cubanos, esta vez, al triunfo definitivo.

El Apóstol lo sabía, y centró sus esfuerzos en concretar las expediciones que traerían a Cuba a los principales hombres de la contienda de los Diez Años, además de él mismo. Con pocos recursos y sin amilanarse por el antecedente del fracaso de la expedición de La Fernandina, Martí convidó a los principales jefes a unirse a la contienda.

Pese a sabidas discrepancias, Antonio Maceo y Flor Crombet, exiliados en Centroamérica junto a otro grupo de patriotas, protagonizaron el que constituiría el primero de los desembarcos. Desde Puerto Limón, en Costa Rica, inició el complejísimo viaje. Salieron el 25 de marzo a bordo del vapor Adirondack. Eran 23 hombres, entre veteranos de la Guerra de los Diez Años y compatriotas de otros países, armados apenas con 11 fusiles, 23 revólveres y 15 machetes.

Luego de una escala en Jamaica, abandonaron el vapor en la Isla Fortuna, en Bahamas, y abordaron la goleta Honor. Una tormenta en el mar y un desembarco que terminó en naufragio, fue apenas el inicio de la odisea que vivirían apenas tocaron tierra, en horas de la madrugada del 1ro. de abril.

Sin saber el lugar exacto del desembarco, pero confiados de estar ya en tierra cubana, avanzaron hasta llegar al rancho del campesino Santos Rodríguez, quien les informó que se encontraban en la desembocadura del río Duaba, cerca de Baracoa, en Guantánamo.

El propio día sostuvieron su primer enfrentamiento con tropas españolas, que iniciaron una persecución feroz, apoyados en traidores conocedores de la zona. Luego, el día 8 fueron emboscados en un lugar conocido como La Alegría y debieron dispersarse. Después vendría otro combate, en Alto de Palmarito, donde resultó mortalmente herido el general Flor Crombet, una pérdida sin dudas muy sensible para la guerra.

De los 23 expedicionarios de la Goleta Honor, solo nueve pudieron reunirse con los insurrectos que desde el 24 de febrero combatían en los campos de Cuba. Entre ellos estaban Antonio y José Maceo, dos nombres que indudablemente avivaron la contienda bélica del 95, pues ya desde la Guerra Grande sus nombres resonaban en los campos cubanos y causaban pavor a los españoles.

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Sobre el autor: Juventud Rebelde

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