¿Qué perspectivas tiene la producción de arroz en Cuba?

¿Qué perspectivas tiene la producción de arroz en Cuba?
El cultivo del arroz es muy técnico. Requiere un paquete tecnológico que el país hoy no dispone. Foto: Ronald Suárez Rivas

Los números no andan bien por ningún lado; ni en el campo ni en las tarimas de los mercados, en los cuales los precios hace rato sobrepasaron la barrera de los 200 pesos, sin indicios de que vayan a bajar en el futuro inmediato.

¿Qué ha pasado con el arroz? ¿Cómo se comporta la producción en la actualidad? ¿Cuáles son las perspectivas con un alimento indispensable en la mesa de los cubanos?

Orlando Linares Morell, presidente del Grupo Agrícola del Ministerio de la Agricultura (Minag), explica que los resultados han descendido dramáticamente en los últimos años, debido a la falta de insumos y de combustible para respaldar las plantaciones.

En 2024, por ejemplo, la producción solo alcanzó alrededor de un 30 % de lo que se logró en 2018.

Eso obligó a no incluirlo en el balance nacional destinado a cubrir parte de la canasta familiar normada.

«El año pasado, el arroz cosechado en el país solo tuvo participación en los mercados, en las ferias y en algunos destinos del Ministerio de Comercio Interior. Pero el de la canasta fue 100 % importado, y en 2025 también se prevé que sea así».

El directivo recuerda que en 2012 se había puesto en marcha un programa para el desarrollo del cereal, que estuvo creciendo hasta 2018.

«Ese año, en Cuba se sembraron 150 000 hectáreas, y se obtuvieron 304 000 toneladas de arroz consumo.

«Aun cuando el país necesita unas 700 000 toneladas, y por lo tanto, no llegamos al 50 % de la demanda, fueron buenos niveles de siembra y de producción».

A partir de la cosecha siguiente, en un contexto marcado por el recrudecimiento del bloqueo, y luego la crisis mundial derivada de la covid-19, las cosas cambiaron.

«La actividad arrocera sufrió un decrecimiento considerable. Los niveles de siembra y producción fueron muy bajos».

Aunque en 2024 se contuvo el descenso, las cifras registradas estuvieron muy lejos de las potencialidades.


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El presidente del Grupo Agrícola precisa que se sembraron 79 000 hectáreas, equivalentes a poco más de la mitad de lo que se plantó en 2018, y se obtuvieron unas 80 000 toneladas de arroz consumo, menos de la tercera parte.

La disminución no solo ha estado en la cantidad de áreas. «El cultivo del arroz es muy técnico. Requiere un paquete tecnológico que el país hoy no dispone. Por eso es que la producción no solo ha disminuido, sino que, mientras en 2018 registramos rendimientos de cuatro toneladas por hectárea, el año pasado no llegamos ni a dos. Todo fue prácticamente sin insumos y, por lo tanto, hubo que sacarlo del balance», detalla Linares.

Ante esa realidad, para el presente año, los planes serían alcanzar las 100 000 hectáreas y obtener unas 100 000 toneladas del grano.

De conseguirse, implicaría un crecimiento de un 20 % con respecto al calendario precedente.

No obstante, los rendimientos seguirán siendo extremadamente discretos. «El año pasado terminamos en 1,7 toneladas por hectárea y, para este, hemos planificado 2,2».

Con el propósito de reimpulsar el desarrollo del cultivo, el directivo dijo que «se manejan varios proyectos de colaboración con Vietnam, con China, y se trabaja también en los negocios de inversión extranjera».

Por otra parte, existe la intención de establecer encadenamientos con las formas de gestión no estatal, en aras de fomentar la actividad.

A la par de estas acciones, se ha vuelto a potenciar el llamado «arroz popular».

Linares reconoce que fue una tradición que se perdió y que ahora se intenta rescatar.

El año pasado, más de 20 000 productores sembraron en las orillas de los ríos, las cañadas, las vegas y, para 2025, se espera continuar creciendo, bajo la filosofía de sumar a muchas personas con pequeñas áreas.

En esta experiencia, con la que se reduce considerablemente la demanda de insumos, combustible y maquinaria, pudiera estar una de las opciones más inmediatas de incrementar producciones y, por consiguiente, la presencia en las tarimas de los mercados.

Solo en Pinar del Río, por ejemplo, los cálculos realizados arrojan que, de manera popular, actualmente cultivan casi tantas hectáreas como en la Empresa Agroindustrial de Granos.

De ahí que, desde el Grupo Agrícola del Minag, se insista en la capacitación y en que los 70 municipios con mayor producción en el país dispongan de un técnico encargado de atender el cultivo mediante esta modalidad, que ya demostró su efectividad durante los años duros del periodo especial, en la década de 1990.

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