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Los libros de teatro siempre tienen el valor del documento de archivo, cuando registran acontecimientos, el pensamiento teórico, la historia de agrupaciones, creadores o del teatro de manera general.
Los de dramaturgia, en su mayoría, publican el texto del autor y, algunas veces, muy pocas, refieren elementos relacionados con su vida concreta en la escena, como fecha de estreno y lugar, elenco artístico.
He tratado que los libros de mi autoría que he publicado, al menos con Ediciones Matanzas, sean documentales, que tengan lo que el teatro pierde por su carácter efímero y que tan significativo es para el patrimonio teatral, y que hace vivir desde lo editorial al archivo teatral. Es la combinación del autor con el archivista escénico que soy.
No puedo separarme de esas dos condiciones, y por lo tanto defender algo así para un libro de textos teatrales, me parece algo esencial.
Creo que todo empezó con Yo soy el rey del mambo, luego, Cuarentena, Huevos y, ahora, La doncella errante y otros monólogos para mujeres, con Ediciones Aldabón.
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Un libro de teatro, desde la perspectiva de documento, de archivo escénico, rescata y difunde aspectos relacionados con la dramaturgia espectacular, como el elenco y el equipo técnico artístico, algo que es usual en muchos libros, cuando la obra ha sido estrenada, en ocasiones, varias veces; pero que no siempre se hace.
Otros aspectos son, además del prólogo y hasta posibles epílogos, elementos de los procesos de montaje, itinerario de la puesta con sus funciones, entrevistas, opiniones de la crítica, testimonios de miembros del equipo o del público, diseños de escenografías y fotos de espectáculos, así como otros datos que pueden ser imprescindibles, como epistolarios entre autor y director, siempre en función de documentar lo relacionado con el texto dramatúrgico que lo motivó.
Crear un archivo de cada puesta o proceso de escritura siempre es esencial. Es el camino para preservar la historia.
Muchas veces, lo que se opinó sobre la obra o la puesta se difumina o desaparece, incluso del ciberespacio, por múltiples razones. Otras, se hace difícil de encontrar o agrupar cuando se necesita, también por disímiles motivos, y ahí la memoria se desaparece.
Un libro así contribuye a rescatar un legado a los lectores, a estudiantes, posibles directores y futuros investigadores. Un libro así ofrece una herramienta eficaz de trabajo, es una potencialidad del patrimonio.
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