
Comenzaba la década de 1990, cuando espeleólogos matanceros detectaron un pendiente elaborado a partir de un diente de tiburón tigre (Galeocerdo cuvier), utilizado como adorno corporal en collares, por el poblador prehispánico del sitio protoagrícola Río Chico, enclavado en el Valle de Yumurí.
Con posterioridad, otras dos piezas similares que mostraban perforaciones biónicas en su parte superior fueron colectadas por exploradores del grupo Manuel Santos Parga, en el propio asentamiento.

Aunque los aborígenes cubanos utilizaron dientes de varias especies en sus collares, llama la atención que el mayor porcentaje correspondiera al tigre. En el oriente nacional se ha colectado gran cantidad de estos pendientes en asentamientos de grupos neolíticos o agroceramistas; comunidades aborígenes de mayor desarrollo asentadas en el archipiélago cubano