Tres puestas en escena sobre obras de Abelardo Estorino, estuvieron presentes en la celebración del Coloquio Cien Estorinos Cien Ferrer, que se celebró en Matanzas y en Unión de Reyes, su pueblo natal, los días 24 y 25 de enero.
La casa vieja, de Teatro D’ Dos, que se presentó en la Sala Papalote, con puesta de Julio César Ramírez; Las penas saben nadar, por la Compañía Juancito Rodríguez, de República Dominicana, en la sala Pepe Camejo, y el proyecto de la Universidad de las Artes Las Alicias, con Una mujer para Abelardo, que cerró el evento en la sala Pedro Vera. Todas demostraron que las nuevas generaciones han leído su teatro de una manera contemporánea, que siguen interesando sus conflictos, sus historias y personajes.
La agrupación dominicana, con la actuación de la experimentada Olga Bucarelli, dirigida por Elvira Taveras, demostró la universalidad de este clásico. La actriz es potente sobre el escenario, transita por los diferentes estados anímicos del personaje, se transforma corporalmente, en cada instante, y su voz, dúctil, caracterizadora, asume la mezcla de estilos que se proponen en la puesta, con una expresividad arraigada en las esencias de las frustraciones y anhelos de su existencia.
La puesta en escena ofrece una vida muy particular al texto, se libera de él y, a la vez, le es fiel a su espíritu. Enfatiza el rol de la actriz, la fuerza de sus recursos expresivos, el contraste entre lo cómico y lo trágico del personaje. Devela hasta la decadencia total, el derrumbe psicológico, de lo físico, la imagen gestual, con énfasis en el rostro: la revelación de su metamorfosis psíquica.
La casa vieja me emocionó, por ser un texto querido, que despierta sensaciones, desde las referencias a la que nos remite cada personaje y su situación, el cómo vive en la obra, el sentido de la identidad con un pueblo de provincia y sus conexiones con otros espacios simbólicos.
Volver a ella con otra perspectiva me condujo al Estorino que cree en “lo que está vivo y cambia”, y también a su casa destruida negligentemente, en un pueblo sensible a su obra. De igual modo, a Pedro Vera, uno de los directores cubanos, que más llevó sus obras a escena.
La puesta de Teatro D’ Dos, con un agudo trabajo dramatúrgico, que sintetiza personajes y situaciones, nos muestra la actualidad de su conflicto por su humanidad y trascendencia ética. La voz del autor se recrea en cada personaje, metáforas de espacios opresivos y luz liberadora, que se mueve entre lo sutil, lo lírico y lo simbólico.
Una mujer para Abelardo, por el proyecto de Las Alicias, dirigida por Lara Díaz, crea un tejido dramatúrgico con algunos de los personajes femeninos de las obras de Estorino, que demuestran, con sus actuaciones, el profundo conocimiento de la psicología femenina del creador de piezas imprescindibles de nuestro teatro. Las tres jóvenes actrices construyen, desde su verdad, un diálogo auténtico que revela lo que une y separa, en sus sustratos psicológicos y sociales, los paradigmas femeninos.
Es una lástima que no se haya expuesto en el evento alguna obra del dramaturgo santiaguero Rolando Ferrer, porque no se encuentran en el repertorio actual de ningún colectivo.
Ver a Estorino de nuevo sobre el escenario, con diversas lecturas, es una manera de seguir confrontando y a la vez disfrutando de su trascendente dramaturgia. Es una manera de que permanezca vivo.
Lea también
Los cien del joven Abelardo Estorino
Giselle Bello Muñoz – Abelardo Estorino (Unión de Reyes, 1925-La Habana, 2013), dejó para la historia del teatro cubano un corpus creativo que reúne los conflictos fundamentales… Leer más »