Los viajes de Miriam Muñoz

Miriam Muñoz

Desde hace mucho tiempo, Miriam Muñoz es una pieza visceral de la cultura matancera. Con sus 78 años por cumplir, es un símbolo de la persistencia, la entrega y la fe en el teatro. No importan el asma, la edad, los diversos obstáculos de cada época; día tras día se levanta a defender la esencia de su vida, se planta como una mata sobre el escenario y muta en diversos personajes que el público recuerda como parte de una historia del teatro matancero y cubano, en el que ha echado raíces. 

En su trayectoria, conviven muchas etapas de nuestro teatro, la huella de espectáculos que permanecen la memoria, y lo que se ha hecho en la ciudad desde la década del 70, pasando por el Conjunto Dramático de Matanzas, Teatro Papalote, Teatro El Mirón Cubano, Teatro D’ Sur y el grupo que fundó en el 2001, Teatro Icarón. Por lo tanto, el teatro titiritero, el callejero y el de sala, con el actor como esencia, se hallan en su currículo. 

Lo mismo puedes encontrarla en una imagen donde encarna un texto de Nicolás Dorr, en un espectáculo de clown con El Mirón Cubano, como El circo de los pasos o Pasos callejeros, o en Circo de sueños con Papalote, agrupación donde es inolvidable la vida que le ofreció a Feo, la emblemática puesta de René Fernández Santana. 

Charlot por MIriam Muñoz. Foto tomada de Cubactores
Charlot por Miriam Muñoz. Foto tomada de Cubactores

Con el director Albio Paz, estuvo en la mayoría de sus puestas, las de teatro callejero El gato y la golondrina, por ejemplo, o en la premiada Fragata. Las penas que a mí me matan, escrita y dirigida también por Albio e inspirada en su vida de actriz de provincia, en su propia biografía, en sus dolores, traumas y esperanzas sobre un escenario, y en el caos social de los 70, le valió innumerables premios en Cuba y en el extranjero; metáfora viva en que Matanzas, con sus simbólicos universos, se funde con su existencia, con su sangre.

Asimismo, lo fue años más tarde la Edith, con dramaturgia, dirección y actuación de Gilberto Subiaurt; una puesta galardonada y memorable, que sigue viva y que tuvo su adaptación a la televisión, la primera realizada por actores matanceros, con la ciudad como escenario.

Maestra de generaciones de actores, con una activa labor comunitaria y un destacado trabajo con jóvenes, fue Mirita Muñoz la que hizo volver la mirada sobre el Teatro Principal, para fundar allí su teatro, que, como Ícaro, buscaba el sol. 

Fue un privilegio haberla visto en numerosos personajes, como el joven Carlo de El cruce sobre el Niágara, junto a Francisco Rodríguez, lírica y potente. Esa imagen sobre la cuerda, sobre el peligro, es de alguna manera un símbolo de su propia vida, la de La madre de Desastre, dirigida por Pedro Vera, o la de la hija, de La ventana tejida. Su Premio Nacional de Teatro abarca innumerables sucesos, homenajes. En uno de ellos, Charlot-Mirita desanda un camino largo, infinito, mientras el sol la ilumina. (Edición web: Miguel Márquez Díaz)

Historias compartidas: Miriam Muñoz – TV Yumurí


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Sobre el autor: Ulises Rodríguez Febles

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