Un estudiante de Periodismo me contó, muy ofendido, que en una charla con profesores de la carrera y otros académicos alguien comentó, de una manera muy natural, que no se preocuparan por el salario, porque su profesión era una cuestión de amor y que ya tendrían otro trabajo que les resolviera el dinero para vivir.
Pese a que aquella frase describe el día a día de muchos profesionales, admitirlo ante un grupo de estudiantes como si fuese el estado normal de las cosas, fue por lo menos desatinado.
Aún así, el objetivo esencial de este texto no es señalar dicho error. El pluriempleo no debería ser la norma, sino una opción, una ventaja tanto para los centros de trabajo como para los profesionales, técnicos y obreros que puedan permitírselo.
Desde mi experiencia personal con el tema, reconozco que trabajar en varios lugares es una carga difícil de llevar. Es casi imposible prestar el ciento por ciento de la atención y los esfuerzos a todas las tareas asignadas. A la larga, es una dinámica que desgasta, da lo mismo si la demanda es física o intelectual. Se llega a un punto en el que uno quisiera dedicarse a una sola cosa y poder vivir dignamente de ello. No obstante, la realidad nos supera.
También existen casos en que ese segundo trabajo más informal, y profesionalmente menos satisfactorio, termina absorbiendo al primero, por el simple hecho de que da más dinero y la vida es muy cara y uno necesita vivir, aunque el título termine adornando una pared.
¿Cuáles son los niveles de aprobación del pluriempleo? En principio no se requiere ningún nivel de aprobación, salvo si fuese un requisito del cargo o, el trabajador se desempeñe en alguno de los cargos que requieren la aprobación del empleador de su empleo principal. #MtssCuba pic.twitter.com/u5sNowcWjW
— MTSS CUBA (@MTSS_CUBA) June 28, 2024
Buenos días #Cuba, buenos días #Matanzas
— Periódico Girón (@PeriodicoGiron) April 20, 2024
Al pluriempleo y sus características en el entorno cubano dedica su espacio en esta ocasión #VentanaSocial, el espacio de #PeriodicoGiron para desde el humor y la gráfica debatir de temas de actualidad. pic.twitter.com/Fah5Ne10J9
La vocación y el amor por lo que elegimos estudiar no puede ser la justificación para que esos trabajos se conviertan en pasatiempos que nos llenan de espiritualidad, mientras que otros nos dan de comer. Normalizar eso, es un sinsentido total.
No es de extrañar que cada vez más jóvenes conciban que no vale la pena estudiar una profesión y que es mejor aprender un oficio, y decidan montar un negocio o irse del país. Ojo: estos son proyectos de vida perfectamente válidos; pero, ¿y lo demás quién lo hace?, ¿quién enseñará en las escuelas?, ¿quién atenderá a los enfermos?
Imaginar a un doctor atendiendo un bar después de una guardia, a un ingeniero que hace artesanía por las tardes para poder llegar a fin de mes, o a un periodista que además es portero en una discoteca, deberían ser historias de una novela distópica y no ejemplos de una cotidianidad.
El pluriempleo está bien, en condiciones en las que sea una necesidad circunstancial para una persona, en esos momentos donde un trabajador sea tan provechoso que varias instituciones necesitan de él, en el caso de un joven cuyas energías se lo permitan y quiera comenzar un proyecto de vida ambicioso; pero nunca debería ser una alternativa casi obligatoria para poder subsistir.
El estudiante que me hizo el cuento me dijo, a modo de broma, que está valorando cambiarse para la licenciatura en Turismo, porque ve más posibilidades a esa carrera. Respondí que el profesor que le dijo que el periodismo era una cuestión de amor tenía gran parte de razón, y que cuando uno lleva un tiempo sin escribir, lo extraña con el alma.
Espero que el muchacho llegue a ser periodista, aunque tenga que trabajar para costearse la logística que requieren sus estudios en una universidad que se ha vuelto todo un reto, y por un título que da muy pocas garantías de ganarse el pan. (Edición web: Miguel Márquez Díaz)
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