Respeto a la discapacidad
Él avanza por la ciudad con total normalidad, como si las muletas fueran extensiones de su cuerpo, al que le faltan partes pero le sobra voluntad para seguir luchando por la vida.
Quizá sean los años que lleva lidiando con su discapacidad los que le posibilitan moverse entre la multitud sin tantos permisos, hasta silenciando su derecho propio a que se le priorice y tome en cuenta.
Aunque el equilibrio nunca es igual cuando falta una pierna, a él no parece frenarle, tal vez porque sea de los que asume que las barreras solo existen en la mente. Le falta una pierna, pero indiscutiblemente no las ganas de vivir ni la capacidad para trabajar o la inteligencia emocional para establecer relaciones y asumir proyectos.
Es frecuente coincidir en nuestras rutinas diarias con personas con discapacidades tanto físicas como mentales. Lo mismo se encuentran en una pesada cola, comprando alimentos, que intentando subir al ómnibus en aquella parada desmedidamente abarrotada, o hasta detrás del buró de la oficina de trámites que tanto hemos esquivado y a donde no nos queda más remedio que acudir.
Son como tú y como yo, solo un poco más golpeados por la vida. Y por supuesto que merecen aceptación, solidaridad y respeto, y no rechazos, miradas con desdén, o el intento de menospreciar sus habilidades.
Hace poco, las redes ardían por un hecho sucedido en Matanzas, o al menos así alegaban diferentes post de Facebook. Alarmantes publicaciones se referían a la negativa de un custodio de dejar pasar a la tienda Plaza Milanés-Ayllón a una infante en silla de ruedas. Supuestamente, el “vehículo” debía quedar parqueado en las afueras del mercado, bajo la premisa de que en él podían esconder productos robados.
¿Será cierto que en nuestra Isla, en la que tanto se ha abogado por la igualdad de derechos de todas las personas, sin miramientos de razas, credos o discapacidades, aún ocurran hechos de este tipo? ¿Cómo pedirle a una madre que abandone a su hija en la puerta de un establecimiento, solo porque anda en silla de ruedas y así no puede entrar? O peor, ¿cómo pedirle a una persona con limitaciones motoras que no use las herramientas que le permiten la movilidad?
Quiero pensar que se trata de otra fake new, de esas que últimamente pululan en las redes sociales, con la intención de desacreditar y crear el caos en una nación que lidia todo los días con disímiles limitaciones económicas.
Quiero pensar que la calidad humana no está tan dañada ni las mentes tan cerradas. Quiero pensar que si un suceso de este tipo se dio en la Atenas de Cuba, al momento hubo respuestas positivas, personas que llamaron a la reflexión a dicho custodio, y una disculpa gigante hacia esa madre y a la pequeña, que tiene afectada la movilidad pero intacta su percepción del mundo.
Hacen falta más amor y menos muros, como canta Tony Ávila. Que solo extendamos nuestras manos para ayudar y no para frenar. El nuevo Código de las Familias es más que una ley guardada en gavetas, debe ser nuestro referente para actuar y proyectarnos en sociedad.
Personas como las referidas en estas líneas merecen admiración, por no dejar que los avatares les venzan; merecen nuestra estima, porque sus almas no dejan de ser especiales; y, por encima de todo, merecen respeto.
Y to me pregunto, es real la publicacion de la mamá? Porque yo fui de las que compartieron la publicación.
Se realizó alguna investigación al respecto?
No etiquetee a organizaciones de personas con discapacidad, pero Le sugerí a la mamá que se dirigiera a ACLIFIM, Gobierno y Trabajo y Seguridad Social y plasmará su queja