El amor que abriga a Yoly. Por: Flavia de los Angeles Contreras Vega, estudiante de Periodismo
Con delicadeza abraza el clarinete, pareciera que las notas interpretadas por el instrumento de viento madera llevan la pasión impregnada, entonces la músico y profesora Yoleidys Valderrama Peñate inspira a escuchar la melodía que viaja en cada uno de sus movimientos.
El arte reflejado en la mirada que sonríe, acompaña a Yoly. Eco de una infancia entre música, danza y teatro, el amor hacia este oficio desligado de herencias familiares, habita en cada aula o escenario visitado por la clarinetista.
“Vengo de una familia de policías, soy la única artista, no sé de dónde vinieron estas aptitudes, mas, desde pequeña el mundo entre canciones, obras de teatro y colores, me llamó la atención. La Casa de Cultura y el círculo infantil fueron sin dudas los primeros lugares donde tuve la oportunidad de vivir y hacer el arte”, contó Valderrama Peñate.
El sueño de cantar y una convocatoria en la radio que anunciaba el proceso de captaciones para la enseñanza artística, fueron el comienzo de un camino entre sorpresas, nuevas metas y retos para la pequeña que inesperadamente resultó la única aprobada en la Especialidad de Clarinete.
Como instrumentista —afirmó la graduada del Instituto Superior de Arte (ISA)— queda la satisfacción de las metas alcanzadas, los aprendizajes, la realización y el orgullo personal ante esfuerzos y sacrificios. Huellas profundas dejó en ella la oportunidad de participar en giras, clases magistrales impartidas por profesores de renombre nacional e internacional y conciertos de la mano de la Sinfónica matancera.
Atesora, además, el ejemplo de los maestros Vicente Monterrey y Antonio Horta, quienes guiaron su andar estudiantil. La Orquesta Sinfónica Nacional, así como también el Quinteto de Clarinetes Ébanos de La Habana, fueron escenario para el crecimiento profesional de la joven amante del instrumento de viento madera.
La tierra de Bolívar —argumentó la artista— abrigó sus pasos. Una maestría y las ansias de superación que la caracterizan se convirtieron en ocho años de experiencias inolvidables. “Venezuela es mi segunda patria, constituyó un cambio enorme en cuanto a la música, el clarinete y la manera de soplar el instrumento. El maestro Waldemar Rodríguez nos dio la posibilidad de intercambiar con todos los clarinetistas venezolanos y extranjeros, además de recibir clases junto a profesores internacionales, que en mi vida hubiese podido conocer y a los que admiraba, fue sin más un sueño hecho realidad”, explicó Valderrama.
Tras culminar estudios universitarios —añadió la fundadora de la Cátedra de Clarinete de la Escuela Profesional de Arte de Matanzas— el magisterio comenzó a formar parte de un andar desconocido, más colmado de dedicación, motivaciones y sueños guiados por las ansias de transmitir conocimientos y vivencias a las nuevas generaciones de artistas.
“Como maestra es un reto buscar estrategias para poder motivar a los estudiantes, ya que cada uno es único, es un mundo de objetivos trazados e ilusiones. Muchas veces me ha tocado no solo enseñarles sobre el instrumento, sino transmitirles mis experiencias de vida, apoyarlos, guiarlos, ser un poco de psicóloga y consejera a la vez”, expresó la instrumentista.
A sus estudiantes también les habla sobre trazar objetivos, crecer profesional y personalmente, intentando ser y hacer lo mejor posible. Los inspira a seguir, superarse a sí mismos, sin olvidar a aquellos que caminan al lado. Les enseña la importancia de la responsabilidad, la disciplina y la constancia, en aras de alcanzar metas.
Mucho de madre tienen las educadoras y ese es un papel digno de admirar en la codirectora del Festival de Clarinete Ciudad de los Puentes. Entrega y dulzura absoluta desborda Yoleydis al referirse a su pequeño, quizás algunos se hayan percatado de una sonrisa brillante que desde los asientos del auditorio aplaude emocionado ante la magia que mamá irradia al tocar, entonces una conexión inexplicable crece colmada de amor y complicidad.
“La maternidad es algo sublime, es tener una cosita que sale de ti y que solo desprende amor. Verlo sonreír ya para mí es un impulso día a día, para salir adelante. Es sacrificado y difícil, pero siempre le he demostrado que en la vida con una sonrisa y la mejor energía todo es posible. Aunque he tenido días grises, han sido más días de sol, alegría y primaveras”, compartió Yoly acerca de ese camino junto a su pequeño con necesidades educativas especiales.
El lazo que une a estas tres facetas de la vida —dijo la clarinetista del grupo musical D’ Cámara— es el amor, la disciplina, la constancia, el deseo de dar lo que uno siente.
“Muchas veces trabajamos por amor al arte, creo que lo más importante son las ganas y los deseos de hacer música. Hoy sigo con esa mentalidad, recientemente formamos un Quinteto de Vientos junto a las profesoras de la Cátedra de Viento Madera de la EPA y eso lo hacemos realmente con el objetivo primordial de motivar a nuestros estudiantes a tocar, a que se vean reflejados en lo que hacemos, además constituye un espacio para el disfrute propio y la realización profesional”.
Sencillez y dulzura refleja la mirada de Yoleidys Valderrama Peñate. Sus pasos apresurados ya son familiares para el público que admira su manera única de ser. Clarinete en mano o desde el auditorio con su apoyo sincero a los que aún crecen, la madre, profesora y clarinetista abrigada por el amor, deja huellas en la Atenas de Cuba.