Escombro y polvo en el Museo de Arte de Matanzas

Colapso de parte del techo del edificio donde radica el Museo de Arte y el Registro de Bienes Culturales. Fotos: Raúl Navarro
Colapso de parte del techo del edificio donde radica el Museo de Arte y el Registro de Bienes Culturales. Fotos: Raúl Navarro

La memoria de los hombres no la pueden conservar los mismos hombres. Aunque intentes contar el cuento, todos los cuentos, a las próximas generaciones, sabes que tu lengua, todas las lenguas, se las comerán los gusanos, y entonces sobrevendrá, al final, el silencio. Los objetos comunes, las cucharas, los peines, las camas, los percheros, sí relatan y resguardan la manera en que vivimos, cómo nos alimentábamos, cómo nos trasladábamos, cómo hacíamos el amor. 

Sin embargo, cuando uno de estos, por su belleza o su unicidad, se convierten en obra de arte, nos habla de a qué dios le temíamos y a cual venerábamos, qué considerábamos hermoso, o qué pensábamos que necesitaba el mundo y qué le sobraba. Nos regalan una cosmovisión y una contemplación. Los Museos de Arte constituyen los lugares donde juntamos estos últimos. En ellos podemos hallar una cronología quizá no de la humanidad, pero sí de lo humano. 

El Museo de Arte de Matanzas (MAM) Lorenzo Padilla Díaz posee un conjunto de cerca de 2 000 piezas que nos ofrecen atisbos de algunas creaciones universales y pormenores de las locales, desde la colección de arte africano más valiosa del país, por su diversidad y antigüedad, hasta grabados de Rembrandt. Ubicado en la calle Contreras, puede no ser notado por un transeúnte desatento. Su fachada de casona colonial se asemeja a cualquiera de las viviendas del centro histórico de la urbe, con sus grandes puertas de madera y sus ventanales enrejados. 

No llama tanto la atención como el Palacio de Junco, una mansión azul a un costado de una de las plazas fundacionales, o el Castillo de San Severino, con sus gruesas murallas grises que protegen la bahía. Por el pequeño tamaño del edificio, que además se comparte con el Registro de Bienes Culturales, no logra exhibir ni el 50 % de su valiosa colección. Tal vez por ello lo que sucede en su interior puede pasar también desapercibido.

Hace aproximadamente un mes, un pedazo de techo cedió, después de que se hubiera advertido desde finales del 2023 que esto podría ocurrir en cualquier momento, así nos los contó Jenny Páez Morales, especialista en museología del centro. El derrumbe ocurrió en silencio y por la morosidad, según ella, de algunas entidades responsables de velar por su conservación. 

Desde que se diagnosticó el posible fallo estructural en la zona que ocupaba las oficinas del Registro, estas debieron reubicarse en las salas de exposición permanentes del Museo de Arte. Ello redujo el espacio disponible para mostrar sus piezas aún más. Luego de la debacle, por una cuestión de seguridad para los posibles visitantes, la institución cultural debió cesar sus funciones. En estos momentos el sitio que debería brindarnos una mirada hacia lo humano matancero se halla por completo inutilizado, cegado, y privado de su objetivo principal, el conocimiento y el estremecimiento.   

EL ESCOMBRO

Según Bielka Cantillo González, directora provincial de Patrimonio, institución a la que se supeditan tanto el Museo como el Registro, una plaga de termitas resultó el motivo primario de la caída del techo. Ella alega que un ataque de este tipo, microbiológico, es casi imposible de detectar y que, incluso, la cubierta en el 2022 se impermeabilizó, pero al parecer las vigas ya estaban afectadas.

También vale acotar que otros factores intervinieron. Los orígenes de la casa que acoge a ambas entidades se remontan al siglo XIX. Al igual que todas sus pares, por su vejez requiere un constante seguimiento para conservar su imagen y valor arquitectónico. Sin embargo, no siempre existen los recursos para llevarlo a cabo, y a veces los que hay no son los más adecuados. A ello se suma la proximidad de una parada de ómnibus, cuyas vibraciones debilitan los cimientos del sitio.

“La estrategia de recuperación se trazó desde la postrimerías del 2023 y se habló de apuntalar para evitar un derrumbe”, afirma Cantillo González. No obstante, al suceder a finales de año, para actuar se debió esperar al siguiente, solo así se podía destinar un presupuesto y ejecutar cualquier acción constructiva. Esto representaría el primero de varios atrasos que, por dilaciones y déficits financieros, conducirían a lo que ahora es inevitable, pero si se hubiera actuado a tiempo no. 

“Demoró mucho —confiesa Páez Morales—. Las maderas fueron compradas en San Miguel de los Baños. Se coordinó con la persona que iba a buscarlas en un camión y la que llevaría a cabo el apuntalamiento. Pero lo que tardó mucho, demasiado, fue la autorización para el combustible”.

En marzo del presente año, los pilares ya se encontraban listos. Los primeros que se cortaron no poseían el tamaño suficiente para la altura de la edificación, por lo que hubo que pedir unos más largos; pero ya en abril estaban disponibles los troncos con la longitud justa. Desde entonces hasta la fecha del derrumbe transcurrieron aproximadamente cuatro meses, y no se pudieron trasladar hasta Matanzas por la falta de petróleo, unos 70 litros.

“Cuando realizas labores dentro del plan de la economía, el Gobierno te asigna los materiales. Está en la obligación de hacerlo: ya sea madera, cemento o combustible. No importa si empleas a un trabajador por cuenta propia o a una mipyme”, explica Cantillo Gonzáles. 

Llegaron las lluvias de mayo y junio, que humedecen todo a su paso. Luego, el sol de julio y agosto, que al secar lo húmedo resquebraja la madera y el cemento. Sobrevino el derrumbe. 

“Ocurrió en el área que le correspondía a un almacén de tránsito que no era de grandes dimensiones. Ahí se guardan los decomisos que se realizan en los aeropuertos. No hubo daño a ningún bien, porque estos ya se habían trasladado a otras instituciones culturales”, comenta Sahily Acosta Albelo, directora del Registro de Bienes Culturales. 

Invertir en un espacio cuya asistencia es, cuando más, opcional por parte del público, pudiera parecer un derroche. “No es momento de hacer eso, con tantos problemas que hay”, constituye uno de los discursos que más acostumbramos a escuchar. 

¿Pero a dónde pensamos que podemos llegar sin conocer nuestro pasado? La verdad, no muy lejos. Lo mismo sucede con tal situación; carencias traducidas en decisiones tardías propiciaron un incidente en una institución de Matanzas que contribuye a su desarrollo cultural. Actualmente, el problema es más difícil de resolver de lo que una vez fuera, porque en lugar de reparar se debe comenzar desde cero. 

“Fueron producidos daños irreparables. Si yo apuntalo no hay derrumbe y se evita un gasto mayor; si no, hay que escombrear también y reparar. Además, el área que queda abierta al techo trae más riesgo para un edificio patrimonial”, se lamenta Bielka.  

“Yo quería este año apuntalar y mandar a hacer una nueva cubierta de viga y losa. Con la situación actual del país, no puedo mandarla a fabricar, porque no hay acero ni cemento. Nos rebajaron nuestro financiamiento en un 50 %. El dinero de un año no alcanza para demoler y reconstruir a la vez”, concluye. 

EL POLVO 

Lo acaecido en el almacén del Registro no constituye la primera situación compleja que involucra decisiones dilatadas o no consultadas con respecto al MAM. Unos años atrás, trasladaron la parada, antes ubicada en las inmediaciones de la calle Ayllón, hasta su frente. 

Ello ha ocasionado que las vibraciones de los vehículos, sobre todo los ómnibus que se detienen en este punto de recogida, afecten la estructura. Además, lanza hacia el interior del inmueble polvo y hollín que pueden comprometer los objetos valiosos que se conservan en su interior, argumentó Páez Morales. La directora de patrimonio, por su parte, refiere: “Hemos entregado muchísimas cartas sobre nuestra preocupación. Con las actuales condiciones que presenta el inmueble, sería prudente cambiarla de lugar”.

Al poseer tan poco espacio para colocar en las salas sus piezas, los especialistas del Museo deben abrir los ventanales de su almacén para que los visitantes, por lo menos, a través de las barras de las rejas y de reojo logren apreciar parte de su colección. Hasta ese punto han llegado para que los interesados no se pierdan ese compendio de lo humano que a veces roza lo divino.  

Cuando se fundó la institución en 1998 —desde antes el Registro se hallaba ahí—, al contar con un inventario mucho menor, no existían tantas complejidades con el tema de la capacidad. Sin embargo, con el arribo de donaciones, muchas realizadas por Lorenzo Padilla Díaz y por ello su actual nombre, más otras adquisiciones, se achicaron las habitaciones y recovecos donde colocarlas como exposiciones permanentes. 

Como solución a este conflicto, hace relativamente poco se le concedió una nueva sede en Calle Medio. Precisa una reparación capital, si bien ya está en sus primeras etapas de desarrollo; es decir, han retirado los escombros de su interior y limpiado un poco.  

Cantillo González agregó que el sitio requiere una gran inversión para poder acomodarlo a las necesidades del MAM —hablamos de una edificio casi derruido—, y que con el presupuesto que le asignan cada año su terminación tardará bastante, porque se realizará la reparación de a poco, un centavo por aquí, un centavo por allá.  

Mientras tanto, el Museo de Arte continuará arrinconado en su casona de Contreras. Incluso, si su cubierta no recibe una intervención a tiempo, cada día tendrán menos espacio,  hasta que les quede solo unos pocos metros cuadrados de losa donde deban amontonar sus ídolos africanos, sus paisajes matanceros de Cobo, su porcelana fina.  (Por: Mario César Fiallo Díaz y Guillermo Carmona Rodríguez)

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Periódico Girón

Sobre el autor: Colectivo de autores

1 Comment

  1. MUY BUEN TRABAJO PERO PREGUNTO .,.:?QUE TRISTEZA NOS DA AL VER LOS REPORTAJES DE casas ,establecimientos ,centros culturales se están cayendo a pedazos ,gracias a los periodista por estos trabajos que nos van dando la situación desastrosa en que está la ciudad de mtz la capital que dejaremos para los municipios
    No se si lo van a publicar este comentario pues nos duele ,mira que desastre mayor que el famoso balneario de SAN MIGUEL DE LOS BANOS en ruina y no es de ahora de hace muchos años anteriores un balneario turístico medicinal
    A los periodistas gracias,por sus comentarios ,sigan adelante que los matanceros de aquí y de allá estarán siempre agradecidos de Uds

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