Escritores matanceros se llevaron a casa tres de los cuatro Premios Uneac —uno de los más prestigiosos galardones del ámbito literario cubano— entregados la mañana del viernes 20 de septiembre en la Sala Villena de la sede habanera de esa organización.
Laura Ruiz, Leymen Pérez y Daneris Fernández recibieron los lauros José Antonio Ramos, de teatro; Julián del Casal, de poesía y Cirilo Villaverde, de novela; respectivamente, demostrando la buena salud de que gozan las letras yumurinas en la actualidad.
Fibras de Vidrio, el monólogo ganador en el apartado teatral, se centra en la figura de la fotógrafa ítalo-mexicana Tina Modoti. Su autora es una poeta que no se ve a sí misma como dramaturga, sino como una creadora a la que le gusta transitar distintos géneros y potenciar las mixturas, los puntos de contacto entre ellos.
“Le preguntas a cualquier cubano quién fue Tina Modoti y te dice: ‘la amante de Julio Antoni Mella’, la mayoría no sabe más. Esta obra intenta reflejar al ser humano, a esa mujer con sus dolores, con sus angustias, su infancia, su relación con su madre, sus amantes, cómo acabó su vida, su verdadera posición en la historia”.
Cuando siente que la poesía no le alcanza —no la poesía de la vida, porque como ella misma reconoce “eso es algo muy grande”— sino por la estrechez de sus marcos formales, Laura se mueve hacia otros territorios literarios que pueden llamarse prosa poética, textos de no ficción, ensayo o, como en este caso, teatro.
“Una de las razones que me asisten para pensar esto es que tanto A ciegas, mi primera obra, que fue Premio José Jacinto Milanés, como esta son monólogos, en ellos la lírica se ha desplazado hasta convertirse en poema dramático”.
La pieza es un proyecto de más de 15 años que el diseñador y poeta Rolando Estévez le sugirió. En aquel momento escribió un texto y fue confrontado por varios directores que lo hallaron demasiado “literario” y consideraron que no podía llevarse a escena.
“Lo dejé dormir durante mucho tiempo, al cabo lo revisé y pude ver sus vacíos conceptuales, los fallos en cómo entretejer las acciones del personaje, cómo mostrar su mundo interior. Lo que envié al concurso de la Uneac es una reescritura completa, a partir del material que ya estaba y sumándole cosas nuevas de mis apuntes”.
Por su parte, el poeta Leymen Pérez resultó premiado con un cuaderno de aproximadamente 60 páginas, El sol de las derrotas, donde se alternan poemas breves en prosa con otros en verso, en un intercambio constante con distintos ámbitos de saber.
“La frase ‘El hombre no está hecho para la derrota’, que pertenece a Ernest Heminway, recorre sus páginas de principio a fin. Uno de los motivos que aborda es la pérdida de espiritualidad de la nación cubana, la deshumanización y la violencia que existe en el mundo”, expresó el escritor matancero, autor de Transiciones, Tallador de ruidos, Corrientes coloniales, entre otros.
Otros de los temas del libro, de fuerte apoyatura vivencial, son experiencias personales y familiares, críticas al poder y a la corrupción moral, también suerte de diálogo con figuras del ámbito filosófico o cultural en su sentido más amplio.
“Cuando García Márquez dijo que ‘el hombre es el único animal que se pare a sí mismo dos veces’, es porque ese segundo alumbramiento es el de la consciencia intelectual y espiritual. Yo añadiría que también se mata a sí mismo dos veces, producto de esa merma de la sensibilidad”.
El jurado compuesto por los poetas Charo Guerra, Alex Pausides y Ricardo Alberto Pérez destacó “su singular capacidad de expresar el desgarre y el dolor a través de una escritura que nunca llega a ser patética ni retórica”, a la vez que alabó su coherencia formal y el equilibrio entre los textos.
Aunque no es matancero de nacimiento, el historiador Daneris Fernández Foseca (Villa Clara, 1970) ha desarrollado la mayor parte de su actividad intelectual e investigativa en la Ciudad de los Puentes. A la realización de su primera novela, Los cuervos de tus ojos, llegó a través de anteriores incursiones en el ámbito de la narrativa.
“En mi libro Los caballeros las prefieren rubias, los cuentos tenían bastante relación entre ellos y había personajes que aparecían en varios, es decir, transitaban por sus páginas. En La culpa es de Michael Jackson, que salió el pasado mes de junio, todas son tramas policiales que suceden en pueblos pequeños de Cuba.
“Ya había desarrollado bastante un mismo tema y eso me permitió entrarle con más armas, aunque no con más confianza. Sabía que quería escribir una novela policial, vertiginosa, que te leyeras sentado en la punta de la silla, con mucho diálogo y muchos personajes”.
Dividido entre sus dos pasiones: la historia y la escritura, Daneris decidió utilizar como telón de fondo la primera mitad del siglo XX cubano. Se proponía recrear un contexto que dominara desde el punto de vista académico y, a la vez, le resultara atractivo; eso lo llevó a situar el escenario en la urbe yumurina.
“Recuerdo un día estar en la sección de Fondos Raros y Valiosos de la Biblioteca Gener y del Monte, en que el historiador Urbano Martínez Carmenate me mostró una queja publicada en El imparcial contra los tramoyistas del Teatro Sauto que espiaban a las coristas en sus camerinos. De todo esto eché mano cuando comencé a escribir. El borrador me llevó más de un año y la primera versión estuvo lista en 2018.
Para el autor, resultaba muy gastado el personaje del detective solitario, depresivo, cínico y borrachín, y decidió crear una pareja de investigadores, no como un remedo de Sherlock Holmes y Whatson, sino porque le parecía mucho más interesante, más retador incluso desde el punto de vista de la narración.
“Sucede un día de septiembre de 1918, cuando aparece muerto el tramoyista principal del Sauto, y cuenta la pesquisa que se desarrolla en torno a este hecho. Aparecen en la trama Carlos Manuel Trelles, Miguel Failde; las locaciones son el Casino Español, la farmacia Triolet, el Palmar de Junco. Aunque no se trata de una novela histórica, sí hace un recorrido por esa Matanzas de antaño”.