La naturaleza nunca me deja de sorprender con sus azares y es que justo en el viaducto matancero acontece un fenómeno asombroso: un manantial brota dentro del mar.
Si bien Matanzas se caracteriza por la riqueza de su manto freático y la profusión de los manantiales que fluyen desde algunos puntos de la ciudad, quizás pocos conozcan que muy próximo al viaducto brotan dos manantiales de agua dulce.
El primero se ha convertido en una especie de oasis para ciertos seres que a falta de tanto, encuentran al menos una fuente de agua para beber y refrescar su penurias.
Algunos vecinos aseguran que tras periodos de desabastecimiento de agua, sobre todo tras el paso de un evento atmosférico, aprovechan sus aguas para labores domésticas.
Mas poco se refirieron a ese otro manantial que borbotea profusamente desde el interior del mar. Se cuenta que pocos han sido los afortunados que han logrado divisarle en las ciertas tardes apacibles, sobre todo después de un buen aguacero.
Cierta vez mi amigo Héctor Naranjo me secundó en aquella loca aventura de localizar el manantial fantasma del viaducto.
Si bien el 2016 yo había contado una historia sobre la vida de ciertos personajes desvalidos, quienes llegaban hasta aquella porción de la ciudad para lavar sus pertenencias, por más que me aseguraron sobre la presencia del manantial ubicado mar adentro, resultó infructuosa la localización.
Pero ciertos misterios son revelados cuando uno menos lo espera. Dos años después mi amigo Héctor y yo lograríamos captar con una cámara la burbujeante presencia de aquel surtidor que emanaba con tal fuerza, como si quisiera mostrarnos que sí era real su existencia.
Como todo enigma sin respuesta desaparecería tiempo después y por más que he regresado al punto donde le hallé aquella tarde lluviosa del 2018, me ha negado su presencia, aunque yo sé que está allí, listo para sorprender a algún otro entusiasta soñador.
