Freddie Mercury: El Fénix del rock
Hace tiempo un espectáculo musical se dividió en dos escenarios, uno en Londres y otro en Filadelfia, con transmisión simultánea que conectó a millones de personas en todo el planeta. El evento Live Aid fue un concierto monumental que buscaba recaudar fondos para combatir la hambruna en Etiopía.
En Londres, el escenario era en el estadio de Wembley, bajo el brillo del sol y el cielo azul. La energía era palpable. Los artistas se sucedieron, cada uno con su estilo y su propia manera de conmover a la audiencia. Pero fue la actuación de Queen, liderada por el carismático Freddie Mercury, la que se llevó la noche.
Aquella banda, para entonces mítica, se colocó en el centro del escenario hasta que Bohemian Rhapsody, una pieza única llena de cambios de ritmo y de emociones, que representa la complejidad de su música, abrió su set de 20 minutos con una explosión de energía y drama. La introducción de la canción, con su piano melancólico, preparó el terreno para una experiencia musical inolvidable.
El frontman del grupo nació como Farrokh Bulsara en Zanzíbar, un día como hoy de 1946. Un niño tímido que encontró en la música su escape, su manera de expresar un alma que se negaba a ser callada. Aprendió a tocar el piano y comenzó a escribir sus propias canciones, lo que más tarde llevaría el desarrollo de su estilo único. Queen, una de las agrupaciones de rock más influyentes y exitosas de todos los tiempos, encontró su esencia en él.
Con su característico bigote, Mercury cantaba un reportorio que incluía clásicos como Radio Ga Ga y Hammer to Fall. Acompañado de un coro de guitarras, un fénix renacía en cada concierto. Era todo un showman. Movimientos llenos de sensualidad y una mirada fija cautivaban a la audiencia. Una voz potente, llena de matices, podía fluctuar entre la suavidad de una balada y el rugido de un rockero.
La energía de los estadios en su punto máximo. Roger Taylor en la batería, Brian May en sus acordes en la guitarra y las multitudes ansiosas por unirse, aplaudían al ritmo de aquella introducción icónica, el coro “we will, we will rock you”. Uno de los números musicales más emblemáticos de la banda. Más que una simple canción. Un himno de empoderamiento donde Mercury conectaba con el público con un espíritu indomable.
Después de una explosión de rock, el piano comenzaba y, con una voz llena de poder, Mercury cantaba las primeras frases: “I´ve paid my dues, time after time …”. Un mar de brazos en alto moviéndose al ritmo de la canción. Interpretacionea como la de We Are The Champions en el Live Aid han trascendido en el tiempo, grabándose en la memoria de todos aquellos que las presenciaron, y resonando en las generaciones posteriores, como símbolo de fuerza y unidad.
Freddie Mercury, detrás de esa imagen de rockstar, escondía un hombre con una gran sensibilidad. Su vida personal, marcada por el rechazo y la discriminación, le enseñó la importancia de la libertad y la igualdad. La lucha por la aceptación y la defensa de la diversidad se convirtieron en una bandera que enarboló con orgullo, utilizando su voz para dar voz a los marginados, demostrando el poder de la música para unir al mundo.
Sirvan estas líneas de tributo a su recuerdo en esta fecha. (Por: Liennis Alcolea Romero, estudiante de Periodismo)