Victor Manuel Moliner, un artista en digital

Victor Manuel Moliner, un artista en digital

Fotos: Cortesía del entrevistado

A sus 27 años, Victor Manuel Moliner Castañer se proyecta al mundo a través del arte, desde su apartamento en el barrio matancero de El Naranjal, sentado frente a la computadora.

Es un muchacho sencillo, tanto que ni tilde lleva en su primer nombre, como si hubiese venido al mundo para no hacerse notar. Pero no es el caso: tiene éxito, y la clave de su éxito está en reafirmar “aquí estoy yo”, en un espacio que domina como ninguno. Asombrado a veces por sus logros, le cuesta creer hasta dónde ha llegado cuando hace recuento de las colaboraciones en redes sociales que avalan su talento.

La constancia y “el no tener nada que perder” lo motivan a planificarse al inicio de cada semana, en la búsqueda continua de influencers dispuestos a dejarse retratar en manos de su tableta gráfica. De esta forma en las redes sociales, Instagram en particular, Victor se ha vuelto una constante sorpresa cuando celebridades de diversos ámbitos comparten a ojos del mundo lo que él ha hecho con ellos y se lo agradecen.

Detrás de esos trazos firmes, de la textura casi tangible, del tono realista y mágico a la vez con que sus obras trascienden el estándar común de lo digital, está el infalible ejemplo del que no se rinde ni teme a lo que el futuro depara. De momento, este joven yumurino reivindica con su pulso diario la pintura digital en Cuba.

“Desde muy pequeño tuve vínculo con las artes”, me dice y deja el celular a un lado, obviando un torrente de mensajes mientras dura nuestra conversación. “Mi mamá, Yleana Moliner, llegó a dirigir la Orquesta Sinfónica de Matanzas, así que al inicio las personas a mi alrededor me intentaron conducir por la parte musical. Aunque asistía a muchos conciertos y me insistían en que aprendiera a tocar algún instrumento, muy pronto se hizo evidente que me iba a desarrollar más por el dibujo. Me gustaba tanto pintar, en el círculo, en la primaria, que empezaron a llevarme a talleres donde yo desarrollaba las técnicas básicas que se enseñan a los niños.

Victor Manuel ha hecho de Instagram su escenario de trabajo pleno, mediante la constancia y el talento
Victor Manuel ha hecho de Instagram su escenario de trabajo pleno, mediante la constancia y el talento.

“En la secundaria hubo una etapa en la que desistí, como le pasa a tantos adolescentes que cambian de manera de pensar, y ni siquiera contemplaba entrar en la Escuela de Arte. Al final, prácticamente en noveno grado, como cuatro o cinco meses antes me embullaron a hacer las pruebas y seguir la inclinación que me había identificado siempre. Me preparé en dibujo y escultura con un profesor, pasé los exámenes y logré ingresar entre las nueve plazas de ese año”.

En medio del brusco cambio que le supuso comparar el rigor de la secundaria con el nuevo, Victor Manuel bregó entre asignaturas propias de pre más las artísticas. Demasiadas tareas y malas notas al comienzo, pero optar por Grabado le alivió en su tránsito. Por motivo de su excelente línea, tan limpia que le sugirieron dedicarse a tatuar, se le daba mejor esa especialidad que Pintura o Escultura.

Si una habilidad en especial agradece de su etapa en la Escuela de Arte, sería el dibujo de figuras humanas. Las maneras correctas de entender las proporciones, los tonos, los claroscuros, todos esos elementos le han sido de máxima utilidad en su devenir posterior.

“En tercer año me desmotivé más que nunca -admite. “El Grabado estaba a punto de desaparecer aquí en Matanzas por falta de condiciones, de materiales, de profesores. Entre una cosa y otra, conseguí graduarme en el siguiente curso con una tesis sobre temas sociales, con gran importancia de la fotografía y la edición digital, y cien puntos como resultado. Gracias a Dios”.

Llegado el momento, tuvo que cumplir el servicio militar en la unidad de Los Molinos, dos años de los cuales se lleva en carne viva el recuerdo de los callos que irrumpieron en sus manos al cambiar el pincel por el machete. Al salir, se encontró totalmente desvinculado de lo artístico y, al mismo tiempo, con la imperiosa necesidad de trabajar.

En la galería Pedro Esquerré, al ritmo céntrico de la plaza de la Vigía, el inquieto Moliner retomó el contacto con su entorno de confort. No obstante, la realización de artesanías no terminaba de saciar sus ganas creativas. Por tal motivo se sumó, en cuanto tuvo ocasión, al recién iniciado proyecto de la marca Gaby & Sofi, de la cooperativa Decorarte.

Allí contribuyó al punto de ocupar el cargo de jefe de departamento, dentro del apartado de animación. La idea de la serie animada, Juega con Gaby y Sofi, requirió de todo su esfuerzo en equipo para pasar del 2D al 3D y alcanzar un producto original, superior a cuanto se hiciera en Cuba en esos momentos. Por primera vez percibió las mieles del reconocimiento, abordado junto a sus compañeros por cadenas televisivas de toda procedencia, en intercambio con colegas del Icaic o participando en ferias internacionales de turismo, y eso acabó afectándolo en lo más álgido de su ego.

“La humildad es fundamental en un artista, aunque seas el mejor no puedes nunca creer que ya lo eres”, manifiesta Victor sin saber que su frase me recuerda a una muy parecida de Juan Manuel Fangio, una que por lo visto es válida en cualquier disciplina. “Cuando te pasas varios años escuchando que tienes que ser el mejor, una y otra vez, y entre encargos y entrevistas de importancia, te acabas sintiendo como un robot en entrenamiento. Y llegó un punto en el que me creía superior a otros animadores. Tuve que luchar contra eso”.

Con el arribo de la covid, todo cambió: la manera de promocionar el arte, mucho más online desde entonces; la gestión de las cooperativas; Cuba, en sí misma y en muchos sentidos. En pleno período de transición, Victor tomó la decisión de independizarse profesionalmente y continuar su carrera artística en un ambiente más íntimo e individual.

Hay artistas idóneos para laborar en equipo, a modo de empresa entre varios, y pueden conseguir dentro de esa dinámica extraordinarios resultados. Otros, como mi entrevistado, no se sienten a plenitud cuando destaca su colectivo o empleador, y su persona se diluye en el recuerdo del público como acuarelas en agua. Son estos los que sostienen cuán placentero es que la gente se dirija “a ti”, porque sabe quién eres y lo que haces “tú” y no otros.

Siguiendo esa vocación, Victor se reencontró con la modestia y el placer bajo las órdenes de su instinto creativo, en la tranquilidad del hogar. De paso, dejó atrás el anonimato: le bastó para ello abrirse un perfil en Instagram con el que ha logrado cada vez mayor alcance, mediante las llamadas “colaboraciones” entre usuarios de la citada red social, donde echa a ver sus conocimientos de pintura, fotografía y edición a partes iguales.

“Al principio fue un poco por hacerlo, por probar, y no pensaba tampoco vivir de eso. Simplemente llevaba seis o siete años haciendo trabajos de pintura digital, hasta que me dije: ‘Déjame hacer retratos y subirlos, a ver si a la gente les gustan’. Cuando hice la primera prueba, así fue. Llamó mucho la atención y me empezaron a escribir, con intenciones de pagarme mis obras, y descubrí que ahí también existía una vía económica posible.

Retratos de actrices cubanas, de la autoría de Victor: Gia Caamaño, Blanca Rosa Blanco y Arianna Álvarez son muestra de su técnica personal de pintura digital.

“También le propuse retratos a gente que se negó al comienzo, por no saber quién yo era. Hoy por hoy, siempre le pregunto a la persona si quiere que la pinte antes de lanzarme, porque no a todo el mundo le hace gracia que usen su imagen para esta clase de iniciativas. Y así, poco a poco, fui contactando a usuarios con más seguidores, colaborando con unos y otros, viendo cómo ascendía mi cuenta y me daba a conocer. En solo un año y medio más o menos, la venta de mi propio arte se ha convertido en mi principal fuente de ingresos, pero si algo también me complace mucho de mi página de Instagram es que la pintura digital se divulgue”.

Que su trabajo carezca de mérito por su naturaleza digitalizada es una mordacidad que Victor ha aprendido a ignorar… después de tanto escucharla por parte de algunos, y decidirse a sacarle provecho. Por tanto, se ha enfocado en pulir su técnica de tal manera que las pinturas parezcan lo más auténticas posible, que en cada una se note el ambiente de un taller externo a las pantallas.

“Esa es la razón por la que parecen cuadros de verdad y gustaron tanto desde que puse en práctica esta decisión: se notan pinceladas, relieve, no aparentan una superficie lisa, y eso marca una gran diferencia. Una cosa es reproducir un rostro a través de una tableta gráfica, que se puede lograr de manera más o menos pictórica, y otra es buscar la impresión de que parezca un cuadro real, con sus texturas, con la verosimilitud de un lienzo”.

Su quehacer adquirió así un sello particular, el cual propició en la vasta comunidad instagramer el deseo de verse a sí misma plasmada con esa mezcla de naturalismo cromático y limpidez tecnológica, y por consiguiente, la llegada de mensajes a su cuenta desde diversas partes del mundo: Cuba, Venezuela, México, Estados Unidos…

Sus colaboraciones abarcan desde viejas amistades hasta celebridades con las que jamás creyó que interactuaría, incluso rostros televisivos como Blanca Rosa Blanco o Alejandro Cuervo, agradecidos todos públicamente por la calidad garantizada y demostrada de ese muchacho matancero. Por no hablar de la solicitud en inglés que recibió de un usuario, hijo de la leyenda del rap DMX, que le pedía un retrato junto a su padre fallecido hacía poco tiempo.

Si bien en un inicio le chocó que en la plataforma no se sigue tanto la vertiente artística como la humorística o de contenidos femeninos, aplicó la estrategia de converger con personas dedicadas a esas propuestas para así dar vista a su arte.

Cantantes, modelos, deportistas, influencers, seres activos de la red social más visual de los últimos años, han accedido o acudido a los servicios del artista gráfico. Y si a este le asaltan insatisfacciones, al margen de la buena aceptación que ha tenido desde la cuenta @victor_hak, se reducen fundamentalmente a tres:

“En primer lugar, sigo esforzándome por que parezcan cada vez más auténticas las obras. Segundo: al no tener un lugar donde filmarme correctamente, no he podido subir contenidos sobre mi proceso creativo donde yo hable e intercambie directamente; es decir, tratar de conectar más con el público, algo esencial en estos tiempos y que resta alcance si no se cumple. Y tercero: esa percepción que tengo de Instagram como un lugar donde prima la ambición, donde casi nadie quiere colaborar con quien tiene pocos seguidores pero sí persigue al que tiene muchos; me he topado con eso varias veces y fue duro al comienzo, pero afortunadamente recibí ayuda de personas que contribuyeron generosamente a visibilizarme”.

Con la serenidad y calma que puede esperarse de un Victor sin tilde, un integrante común del plano terrenal pero llamativo e incomparable en la red de redes, transcurren sus días a ritmo sostenido: aprendiendo estrategias de promoción y venta, a gestionar sus propias redes “porque nadie como tú mismo para agradecer un elogio o atender a quien te escribe”, buscando colaboraciones hasta que los usuarios sean finitos, ejercitándose en las tardes por lo sedentario de su ocupación…

De hecho, suele pasar tantas horas sentado frente a esa pantalla que alimenta su vocación, poniendo las manos y la vista y todo su ser en las maravillas posibles gracias a las tecnologías, que no hay apagón capaz de volverse una excusa para entregar tarde lo prometido. Las horas más nocturnas y solitarias son sus favoritas para crear.

Además -confiesa como si, después de un año y medio, aún no se lo creyera- “no sé por qué, si por diferencia horaria o lo que sea, pero de madrugada es cuando más me escriben para pedirme retratos y colaboraciones. Desde cualquier parte. Así ha sido hasta ahora, y me sigue sucediendo”.

En cuanto nos despedimos, un solo pensamiento llenó mi mente: ¿qué se sentirá tener seguidores por miles, gozar de fama en físico y en digital, y un buen día volverse a encontrar uno mismo frente a frente, por la prodigiosa mediación de un pintor de las redes?

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