Alegrar la vida detrás de una barra

La vida del barman

Son tantas las responsabilidades del joven Lázaro Alfredo Aizpurúa García, que resulta difícil entender cómo logra organizar su vida para atender las disímiles tareas que debe asumir como  delegado de Circunscripción, miembro del Comité del Partido Municipal, juez lego, entre otras tantas.

Quien sabe si andará la mayor parte del tiempo con la tensión propia de esas personas que quisieran sumarle más horas al día para darle curso a los planteamientos de sus electores; mas, existe un lugar donde se encuentra a sí mismo y desaparecen todas las preocupaciones: el bar de las Cuevas de Bellamar, a donde arribara hace casi dos décadas como graduado de Dependiente Integral.

Y es que, de todas sus tareas, quizá la que más disfruta es la de cantinero, donde puede desarrollar todas sus potencialidades como profesional.

Si le preguntan, responderá que le fascina el contacto directo con el público, sobre todo esa persona que a veces llega agobiada por el calor y los tantos otros problemas que desaparecerán justo en el instante en que Lázaro le acerca a la barra un coctel de excelente preparación.

La vida del barman

Si bien el bar donde trabaja se ha especializado en la elaboración de la refrescante Piña Colada, el estudio constante de otros cocteles le ha permitido participar en las dos ediciones del Coloquio de Técnicas Comerciales auspiciado por el Ministerio del Comercio Interior y las Brigadas Técnicas Juveniles, donde obtuvo resultados favorables con la presentación de varios cocteles creados por él.

Receta de la Piña colada según la IBA

Lázaro entiende que todo cantinero debe poseer ese rasgo indispensable de ciertos creadores que se la pasan innovando sabores, por ello cuenta en su haber con cuatro cócteles de su propia invención, bajo el nombre de Crepúsculo, Ruta Joven, Advechiato y Naturaleza Viva.

Para él no existe mayor realización personal que cuando toma los utensilios y prepara un trago ante los ojos expectantes del cliente, momento que llega a su clímax tras el disfrute y agradecimiento por la mezcla de sabores y colores que estimulan los sentidos, provocando una sensación de satisfacción, casi de éxtasis, que describe mejor que las palabras la verdadera esencia de un cantinero experimentado.


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Sobre el autor: Arnaldo Mirabal Hernández

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