Portal de la Ley: “Mala pata” con la marihuana
Llamémosla Rachel. Digamos que anda entre los 40 y 45 años, ni muy joven ni muy vieja, y se mueve entre Cárdenas y La Habana, aunque nació más al centro de la Isla. No le consta vínculo laboral, por lo menos de los tradicionales. Si le preguntas, te dirá que se dedica a la venta virtual. Trabaja en las tarimas de los grupos de Compra y venta.
En su ir y venir, al regresar de la capital, detuvieron a Rachel en el peaje de Varadero. En su bolso de mano, escondido en el fondo encontraron, entre todos los artículos que puede contener un bolso de mujer, un paquetico de nailon con un hilo verde en la boca para que no se regara, al primer zarandeo, los 0,75 gramos de cannabinoide sintético.
Cualquiera pudiera decir que “la suerte” no le acompañó. Sin embargo, esta no resultó una cuestión de azar. No es que estaba en el lugar y momento equivocados, ni que en Japón una mariposa aleteó y aquí, en un pedazo de tierra del Caribe, detuvieron un ómnibus cualquiera que se dirigía a Santa Marta. En realidad, hacía tiempo la policía andaba tras su pista y sabían qué y a quién buscar.
Ella juró que era para su propio consumo, nunca para vender, que solo comerciaba artículos legales y galleticas en las tarimas de los grupos de Compra y venta. En cambio, cada gramo de esta sustancia sirve para preparar 100 cigarros y a ella le ocuparon, como expusimos, 0,75 gramos, por lo que, evidentemente, su fin no era el consumo.
Además, este cannabinoide sintético, en comparación con la marihuana natural, posee mayores efectos alucinógenos que pueden llevar a la paranoia, a imaginar lo que es y lo que no es. Saca a los monstruos debajo de la cama a pasear. A la vez, causa con más facilidad, hipoglicemias y otros efectos que colocan sobre la mesa la vieja discusión entre el maltrato al cuerpo y los placeres artificiales y fugaces.
Al ahondar en la investigación, se demostró que Rachel, días antes de su detención, había visitado a un ciudadano de San Miguel del Padrón que llamaremos El Yerba, quien le proporcionó el material a 5 000 pesos. Este último personaje, en su rol de intermediario, recibió un pago de 200 pesos. Todo esto ocurrió a principios del 2023, cuando la inflación aún no se había agudizado como en la actualidad, por si le sorprenden los pocos montos que se manejaron en este párrafo.
A través de varios audios y mensajes detectados en el móvil de la detenida, incautado durante el proceso investigativo, se comprobó que ofrecía el producto a un precio que oscilaba entre los 150 a 180 pesos, el cigarro, a diferentes personas en Cárdenas.
Incluso, mezclaba el producto puro con picadura de cigarro para aumentar la cantidad, como mismo se le echa agua a la leche. Esto se probó que buscaba el fin de aumentar las ganancias.
A ella se le declaró culpable, según el artículo 235 del Código Penal, del crimen de adquisición y tenencia de drogas ilícitas o sustancias de efectos similares, y se le impuso una sanción de seis años de privación de libertad, en la causa 1-165 del 2003 de la sala primera de lo penal del Tribunal Provincial Popular de Matanzas, que en estos momentos cumple.
Durante el proceso, Rachel tuvo derecho a la defensa y se le respetaron todas las garantías que establece la moderna ley procesal vigente, incluida la posibilidad de recurrir a la sentencia que la condenó, y lo hizo ante la sala de lo penal del Tribunal Supremo de la República de Cuba, y le fue ratificada la decisión del provincial.
La codicia y la suerte no se llevan bien. Los vicios enredan a uno, y si les queda duda pregúntenle a la muchacha que acabamos de llamar Rachel, aunque no sea su nombre real, pero los actos cuentan más de uno que los nombres.