Desde hace muchísimos años no se ven cocodrilos en el río Canímar, aunque algunos pescadores aseguran que nunca existieron en la caudalosa arteria fluvial. Sin embargo, un importante dato nos legó, a inicios de la década de 1840, el médico y viajero norteamericano John Wudermann.
Él navegó en bote, procedente de Limonar y con destino a la ciudad de Matanzas, desde el embarcadero interior del Canímar. En el viaje observó un remolcador con su balsa y una pequeña tienda en la orilla.
Luego supo que el propietario del remolcador había traído varios cocodrilos al río, y que allí los alimentaba. Lo hacía para garantizar el uso de su balsa por los monteros, pues cuando las aguas no crecían ellos cruzaban el río sobre sus caballos. ¡Sugerente manera de atraer clientes!
Más de 80 años después, el 9 de septiembre de 1922, el diario local El Imparcial informó que se estaban viendo cocodrilos en las cercanías del bongo del Canímar, quizás atraídos por las fuertes corrientes ocasionadas por los torrenciales aguaceros.