Las Wendys que no debemos ser
Una amiga me compartió un meme hace poco, cuyo mensaje decía: “Una se protege de no salir embarazada, pero va y se enreda con un inútil de 35 años. ¡Cuidado!”. En ese momento ambas nos reímos de aquello, hasta enumeramos algunos ejemplos conocidos; sin embargo, más tarde me puse a pensar en ello con detenimiento.
“Tengo dos hijos: Pedrito y mi marido”. Así escribía Sonia en un post de Facebook el domingo día de las madres. A algunos les causó gracia y lo manifestaron así en las redes; pero realmente se trata de un asunto que requiere análisis.
¿Maternar a la pareja es correcto? ¿Qué implicaciones tiene para la relación y para la salud mental de la persona que se encarga de “criar” dentro de este tipo de vínculo amoroso? ¿Este rol se da más en hombres o en mujeres?
Son disímiles las interrogantes que suscita un tema del que muy poco se habla a nivel de sociedad. Tal vez por encontrarse ya normalizado, muchos perciben como un deber el hecho de que uno se encargue de guiar al otro en su andar por la vida.
La inmensa mayoría de las veces la tarea recae sobre las mujeres, que “atienden” a sus novios o esposos como un hijo o uno más de estos, por su falta de independencia y resolución ante los retos más cotidianos; eso sin mencionar las dificultades de gran envergadura que se pueden presentar en los diferentes marcos de convivencia, ya sea familiar o social.
En el mundo de la psicología, el Síndrome de Wendy se refiere a una persona que precisa cuidar y proteger a su pareja, lo cual no implica nada de malo, siempre y cuando se haga con medida, pues todo tiene un límite.
El problema radica en que a las que sufren este síndrome les resulta imprescindible asumir tales comportamientos para sentirse capaces y valoradas, llegando incluso a dejar sus propias necesidades en último plano.
Esto hace que busquen parejas de las cuales hacerse cargo, ineptas, y muchas veces oportunistas que se aprovechan de ello para acomodarse y dejar las obligaciones a un lado; para lo que básicamente adoptan un papel maternal o paternal en su relación.
A las mujeres se nos inculca desde pequeñas que somos por naturaleza protectoras, cuidadoras, hábiles en las tareas hogareñas y de organización, complacientes y tendientes al sacrificio en pos del bienestar familiar.
Además de ese rol social con más frecuencia asignado a las féminas, problemas como la baja autoestima y crecer con carencia de afecto también influyen en padecer del Síndrome de Wendy; pues este fenómeno complejo no es más que el reflejo de inseguridades y un miedo muy marcado a ser rechazado.
Existen algunas señales para identificar este síndrome y qué tan presente está en tus relaciones. Un paso importante para combatirlo es buscar ayuda especializada, pues una relación así jamás será sana y equilibrada.
Muchas veces nos convertimos en «Wendy» sin siquiera darnos cuenta. Excelente trabajo.