Regino Rivas: la tarea de una vida

Regino Rivas: la tarea de una vida

Regino Rivas revisa la prensa. Foto: Ana Cristina Rodríguez Pérez

Casi seis décadas dedicadas a una vocación, el amor por la patria y los hijos que siembra, la admiración extraordinaria hacia una mujer histórica… En tales riquezas y más reside, tras la humildad que lo caracteriza, la esencia del pedagogo e investigador Regino Rivas Díaz, nacido en Matanzas en 1948.

El también presidente de la Comisión de Historia del Sindicato de la Educación, la Ciencia y el Deporte en el territorio se define como una persona sencilla, mas, sumamente trabajadora ante cada nuevo reto que le corresponde asumir. En otras palabras, es de los que “cogen lucha” con mucho gusto.

EL LLAMADO DEL MAGISTERIO

“Amo mucho mi profesión de maestro. Le he dedicado la mayor parte de mi vida, desde que me inicié en la Campaña de Alfabetización y, poco después, durante el curso 66-67 en un aula de educación para adultos. Posteriormente, también siendo muy jovencito, pasé a una escuela primaria y comprobé mi inclinación hacia ese entorno.

“No he dejado de sentir desde entonces pasión por el magisterio. Aunque, en realidad, ya me gustaba desde antes. A temprana edad le decía a mis maestras que iba a ser como ellas cuando grande, y se cumplió.

“Comencé a trabajar y hasta ahora he seguido, aunque de forma conjunta he cumplido con otras tareas. Por ejemplo, en la defensa del país he vinculado la actividad militar con la civil, y eso me procura mucha felicidad cuando miro atrás. Me demuestra que no he desaprovechado el tiempo y que he estado donde he hecho falta”.

UNA VIOLETA INMARCHITABLE

Violeta Casal ocupa una parte esencial de la obra de Regino

“Mi primer contacto con Violeta Casal, la mítica actriz y locutora revolucionaria, fue por medio de una revista de enero del 59. Me esmeré en leerlo todo cuando vi su foto, pero posteriormente, como yo conocía al periodista Herácleo Lazco García, ya fallecido, y a su hermana, residentes ambos en la calzada de Tirry, gracias a ellos enriquecí lo que sabía acerca de esa mujer.

“Un día llego a casa de Herácleo y allí estaba Violeta. Para mí, impresionante: madura, sencilla, bella. Yo me preguntaba cómo pudo subir a la Sierra Maestra, llevar vida de campaña en muy adversas condiciones, seguir en sus marchas por las montañas al Comandante en Jefe, como tantas otras mujeres valerosas que hubo en la contienda. A partir de entonces me dediqué a escribir su historia, pues a mi entender, dicho con respeto para todos mis colegas, su personalidad no se divulga mucho en Matanzas aunque ella nació aquí.

“Tengo una publicación titulada Una violeta que nunca marchita, pues solamente observarla, en su forma de conducirse a la gente, era algo maravilloso. Si bien ya no está entre nosotros, sigue siendo la de siempre para mí: la célebre actriz, la muchacha del sindicato cultural, la magnífica pedagoga… Suelo decir que la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”.

DESDE LAS AULAS

La vida de todo biógrafo parece estar parapetada tras la figura de aquella persona a la que se dedica en cuerpo y alma a conocer, a brindar trascendencia. No obstante, Regino en sí mismo atesora muchos motivos para ser admirado por generaciones enteras.

“A pesar de los 75 años que tengo y lo cerca que estoy de los 76, me siento muy contento y realizado en el ámbito educacional. Esta tarea a nivel de país me importa mucho, y debemos continuar trabajando con el objetivo de que sea mejor.

“He estado en varias escuelas, que llevo siempre presente; por ejemplo, la “Mario Martínez Ararás”, anteriormente matancera y luego, por la división política administrativa, perteneciente a Santa Cruz del Norte. Allí hicimos un hermoso trabajo comunitario, con su huerto escolar y sus producciones, de forma entrañable. Ya de vuelta en la ciudad, pasé por el internado Mella, Mártires de la Cumbre, la educación especial…

“Un sitio que me marcó mucho, donde estuve 21 años de los casi 56 de mi carrera, fue el Centro de Reeducación de Menores, hoy Escuela de Formación Integral Antonio Guiteras Holmes. Yo era el director de la parte docente, pero más allá de eso, el lugar me formó y aportó a mi preparación personal, me fortaleció ante cada tarea futura. Tuve la oportunidad de participar a nivel nacional con diversas actividades y foros científicos, donde incluso resultamos premiados.

“Ahora, después de mi jubilación, recientemente hablaron conmigo para que trabajara con niños ambulatorios, con la dificultad de la distancia, y tengo alumnos hasta en el Valle. Pero me siento muy feliz con lo que hago, sobre todo cada vez que veo familias interesadas y comprometidas en que sus pequeños aprendan y salgan adelante. Esa es una de las misiones más sublimes que uno puede emprender”.


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MEDALLAS SOBRE EL ALMA

“La Uneac provincial me entregó hace algún tiempo el reconocimiento de narración oral de la peña Te conté. En el certificado, hay un pensamiento de Martí que dice: “El verdadero objeto de la enseñanza es preparar al hombre para que pueda vivir por sí decorosamente, sin perder la gracia y generosidad del espíritu, y sin poner en peligro con su egoísmo o servidumbre la dignidad y fuerza de la patria”. Si lo pensamos, esto recoge todo lo que puede uno vivir dentro de la educación. La vida de un educador es la maduración constante hacia esa frase.

“Guardo muchos reconocimientos que me han conferido, condecoraciones, medallas. Por ejemplo, en 2019, en el aniversario de la ciudad, me dijeron que tenía que asistir y en el acto recibí el pergamino de Hijo Ilustre. Fue una sorpresa cuando me anunciaron, y hoy lo tengo en un cuadro en la sala de la casa.

“Cuando me entregaron la orden Lázaro Peña de tercer grado yo no me encontraba presente, pero mi esposa estaba con mis nietos y el más chiquito exclamó: “¡Mira para eso, otra medalla más! ¡Yo creo que le van a hacer una estatua!”. Esas son cosas insólitas que uno vive, y parece que no, pero los hijos, los nietos, la familia en general, nota el esfuerzo realizado a lo largo de tanto tiempo. Quiero mucho a mi familia, son un soporte tan imprescindible o más que los colegas que uno admira.

MIENTRAS HAYA QUE TRABAJAR

“Si lo pensamos, he trabajado con no pocas generaciones. Lo cual me alegra en particular porque, entre quienes han sido mis estudiantes, hoy hay obreros, campesinos que laboran en la tierra, médicos, maestros, soldados… Tengo de todo, ¡hasta en la navegación hay alumnos míos!

“Así va transcurriendo la vida, hasta que llegue el momento en que no dé más y, como digo yo, el Señor me recoja. De todos modos, solo tengo una insatisfacción; y es que, cuando terminé mi maestría en Ciencias de la Educación Superior, tenía todo preparado para el inminente doctorado, pero no lo empecé. Me dejé llevar por el desánimo de algunos compañeros y, después de tenerlo todo encabezado en una memoria, tomé esa decisión de la que me arrepiento.

“No obstante, en estos momentos estoy luchando con la historia del movimiento  educacional en Matanzas desde 1889. Todavía me falta lo más difícil, que es la actualidad, por increíble que parezca. De lo más antiguo, gracias a numerosas horas de investigación, he encontrado elementos muy valiosos. Mi objetivo inmediato es terminar eso y, si existe la posibilidad de un folleto o libro, seguir adelante.

“Ahí estoy, enfrascado, pero siempre es difícil encontrar tiempo cuando uno sigue siendo, ante todo, maestro”.

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