Apenas avanza el año y ya Lianet Fundora Armas tiene mucho para contar, o mejor dicho, sobre lo que escribir. Sí, porque más que la oralidad esta betancourense prefiere situarse entre letras, da igual si son décimas o crónicas, el regocijo se halla en crear.
Su sencillez y modestia le hacen escurrirse ante entrevistas, prefiere no hablar de lauros (como la distinción La Tórtola, obtenida recientemente), sino de cómo coordinar mejor las tareas de sus colegas de Girón, periódico matancero en el que se estrena como subdirectora. Pero ante la insistencia, ¡qué remedio! se hacen huecos en la agenda y si se va a comenzar a contar la historia, que sea por el mismísimo inicio de todo: un libro.
Palabras con sentido: Lianet Fundora Armas
DE OJEAR A CREAR
“Mi infancia fue esencial en esta pasión por la literatura que siento. La recuerdo llena de lecturas de cuentos y de poemas, de La flauta de chocolate, de nuestra Dora Alonso. Todavía me parece escuchar esas imágenes que me llegan con la voz de mi madre leyéndome aquellas historias y poesías que luego yo memorizaba. Crecí imaginándome los personajes de los cuentos tradicionales.
“Cuando tuve ese hábito desarrollado empecé a adentrarme en las bibliotecas y pasar tiempo allí investigando, leyendo y disfrutando del diálogo con otros escritores. Pedro Betancourt es una tierra pródiga en cuanto a escritores, tanto para literatura infantil como para adultos, y ese vínculo con ellos me enseñó a valorar y admirar tanto a las generaciones mayores, como a los jóvenes que estaban iniciando ese camino conmigo.
“En cuanto a la décima, mi relación inicia incluso antes de nacer. Por herencia de mi bisabuelo paterno me llega esa inclinación por la espinela. Él tenía en su casa un hogar Cucalambé, movimiento que realizó la Casa Naborí y que definía de un modo especial aquellos hogares donde se defendía la tradición, o sea, ahí se reunían poetas, tonadistas, recuerdo que tenían un mural donde colocaban las décimas más memorables y allí se hacían los guateques campesinos. Con dos o tres años mis padres me llevaban, y dicen que mientras los niños jugaban en el portal, yo permanecía sentadita en un taburete pequeño escuchando a esos poetas cantar.
“Quizás esa fue la razón por la que fue naciendo en mi corazón ese deseo por la décima, el oído musical también octosílabo que deben tener todos los decimistas. Más adelante, mi papá me enseñó el esquema de la rima. Nací en 1991, pleno Período Especial, y recuerdo que en mis primeros años de infancia de muchos apagones era una fiesta jugar a la rima sentados en el portal.
«A los ocho años hago mi primera poesía, que por supuesto, estaba muy distante de ser una décima, pero ya comienza mi inclinación no solo por leer poesías, sino también por crearlas y a partir de ahí tuvieron un papel fundamental los talleres. Trascendental fue además mi encuentro con la obra de Jesús Orta Ruiz, sobre todo a través de su libro Cristal de aumento, que reúne una parte valiosísima del quehacer literario de este autor, Premio Nacional de Literatura, y que además fue un decimista arriesgado, que supo introducir una renovación dentro de esta estrofa”.
PERIODISMO Y LIDERAZGO
“Mi pasión por el periodismo comenzó cuando cursaba el 12 grado en el IPVCE Carlos Marx y me integré al círculo de interés de esa carrera. Recuerdo a figuras como el profesor Roberto Vázquez, a quien quise muchísimo y que tanto nos enseñó, parte indispensable de nuestro colectivo del periódico Girón, que aunque no está físicamente con nosotros, siempre va a estar en nuestro corazón. Lo recuerdo impartir este círculo de interés, llevarnos a visitar los medios de comunicación, un proceso de formación vocacional tremendo que ojalá y volviera a repetirse en Matanzas.
“A partir de ahí me fui enamorando un poco de aquella idea de ser periodista, de cubrir los sucesos noticiosos, de escribir crónicas que es una manera también de hacer poesía, de realizar entrevistas, de darle voz a la sociedad, de traducir sus preocupaciones, pasiones y sueños.
“Las prácticas profesionales fueron esenciales, realmente nos ayudaron a enfrentarnos con esa realidad que no es color de rosa, porque revelan cuántos sacrificios, autopreparación y exigencia conlleva esta profesión que elegimos. El periódico Girón me conquistó para siempre desde la primera vez que realice prácticas en este colectivo, desde ese entonces me atrapó el periodismo impreso que es tan exigente y necesita pulir la redacción para que salga lo mejor posible, llegue con calidad, y a la vez conmueva a ese público meta al cual nos debemos.
“Girón se siente como una gran familia. El trabajo no depende solo del periodista, se trata de un equipo que engrana y debe trabajar en unidad, donde cada pieza es esencial. Eso ha sido lo que me ha marcado en estos más de 10 años de trabajo, una experiencia que no cambiaría por ninguna.
Es el lugar donde he reído, y además he llorado, sí porque los periodistas estamos expuestos a eso: a los trabajos que las personas agradecen, pero también que otros critican, y siempre te queda esa inconformidad con el texto redactado. Nos salva la pasión por contar, por narrar historias, y esa exigencia de saber que sobre nuestras manos está la capacidad de transformar, de ser mediadores, voceros públicos, y a ello nos debemos.
“Asumir la subdirección del periódico constituyó una sorpresa tremenda y una responsabilidad altísima, sobre todo por el crecimiento que ha tenido desde el punto de vista profesional todo el medio de prensa, el papel que hoy desempeña dentro del sistema de medios de la prensa pública cubana en el país y el que se ha ganado a fuerza de voluntad y de trabajo de todos sus profesionales. Asumir la subdirección hasta despertó en el corazón esa incertidumbre de si podía, si estaba capacitada para hacerlo, si realmente soy la idónea para asumir tal rol, y esos miedos se disiparon un poco una vez que comencé a desempeñarme en el cargo.
“Ha sido una experiencia muy linda, sobre todo por la acogida del colectivo, de los periodistas con los cuales laboro a diario y han depositado su confianza en mi desempeño. Es maravilloso trabajar con profesionales tan capaces y sensibles, con esa visión aguzada para captar no solo las historias, sino también las emociones que se esconden detrás de cada historia de vida de nuestros entrevistados, una juventud comprometida con nuestro medio de prensa que lo defiende, y eso se nota en el orgullo con el cual hablan en cualquier espacio.
En ningún momento ha faltado el deseo de trabajar, ni de hacerlo bien, eso ha sido una de las de las mayores satisfacciones que he tenido en este breve tiempo que llevo como subdirectora”.
DE LAUROS Y SUEÑOS
“Recibir La Tórtola fue un regocijo que no creo merecer. Con ella se ha distinguido a lo largo de la historia a personalidades que admiro muchísimo dentro del panorama cultural matancero. Es una promesa a seguir creando, y apostando por la defensa de lo que nos define, pero sobre todo por la belleza de la poesía, esa que salva y que Félix Pita Rodríguez definió como “un silencio que alguien de oído muy fino escuchó”. La cultura tiene la fuerza de ser la espada y escudo de la nación, como siempre hemos dicho, y si lo perdemos estaríamos perdiendo una parte indispensable de nuestra esencia. El galardón es un compromiso a seguir encontrando el milagro de la poesía.
“Nada de esto lo habría logrado sin mi familia, motor impulsor de mi vida. Debo todo cuanto soy a mis padres maravillosos, mis abuelos, a crecer así rodeada de esta familia, de tantas historias, risas, momentos también tristes, en fin, todo lo vivimos con una unidad, apoyándonos, comprendiéndonos.
“Mi esposo es el amor de mi vida, un hombre sensible que llegó a mí a través de la poesía, de la décima, y constituye un orgullo que compartamos esta pasión por esta forma estrófica: él desde la vertiente oral y yo desde la escrita. Mi esposo es mi mayor crítico, el primero en ver mis creaciones, en señalarle tanto las luces como las sombras, y yo confío mucho en su intuición y en su talento. Juntos tenemos a nuestro hijo Héctor David, convertido en el centro de la familia. Un niño que hemos enseñado a soñar y también a rimar. La obra más linda que podemos hacer, porque en él también descubro la poesía.
“¿Mi mayor sueño? Continuar aportando mis fuerzas y desvelos por el desarrollo de Girón y por la satisfacción de todos mis compañeros de trabajo. Que me sigan viendo cómo una amiga incondicional, una periodista que forma parte del equipo y que en cierto modo puede ayudarles a crecer y a ejercer lo mejor posible. Sé que cada día vendrán nuevos desafíos, sobre todo por los proyectos en los cuales está inmerso el medio, una serie de transformaciones que nos llevan a exigirnos más y creo que desde el respeto, desde esa camaradería se pueden lograr grandes metas.
“Agradezco muchísimo a nuestro director Ayose García Naranjo, un joven que ha demostrado cuánto se puede hacer cuando se cree en los sueños y cuando se tiene responsabilidad, compromiso y se ama lo que se hace. Juntos como equipo podemos seguir creciendo y expandiendo, buscando nuevos horizontes para el periódico y apostando siempre por la matanceridad, por hacer trascender contenidos locales para que cualquier matancero, en cualquier lugar del mundo donde esté, encuentre en Girón información fidedigna, historias vívidas, extraordinarias que apuestan por la defensa de nuestras tradiciones.
“Me quedan muchos sueños por lograr, sobre todo incursionar un poco más en la narrativa para niños, adentrarme en el verso libre y el soneto. De las deudas pendientes es volver a publicar otro libro además de El revés de la cordura, mi primer libro que vio la luz justo en el año en que nació mi hijo. Quisiera terminar uno de poesía para niños que tengo en proceso y seguir creciendo profesionalmente dentro del periodismo, profundizar en la sección de periodismo en verso que escribo y que quizás pueda ser un puente para futuros proyectos literarios”.
Quien conoce a Lianet Fundora Armas no le asombran sus lauros porque sabe que detrás de un menudo cuerpo y una constante dulzura en el trato, se esconde una guerrera, una desmedida amante de la literatura y una líder natural.
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Muchas felicidades para Liamnet. Su labor como subdirectora, estoy seguro será un gran aporte para Girón.
Es una periodista que tiene la gran virtud de percatarse que Girón no es un boletín literario, es el periódico que debe informar sobre la vida de más de 700 mil personas durante una semana y lo hace con una prosa poética que no se aparta de lo que los Matanceros queremos y debemos conocer