De pensiones, inconformidades y sus múltiples aristas

De pensiones, inconformidades y sus múltiples aristas

Los días de pago de pensiones en la oficina de correos de las alturas de Simpson se reconocen fácilmente. Aun cuando la unidad, cita en la esquina donde convergen las calles Jáuregui y Compostela, está cerca de merenderos, una cafetería estatal, centros agentes y el hospital infantil provincial, no hay que ser un gran observador para captar las señales que saltan a la vista.

Al tumulto de la puerta y la algarabía súmesele que no queda un quicio libre en los alrededores, muritos salvadores que vienen a suplir los necesarios bancos donde los ancianos podrían descansar sus piernas después de vencer el encumbrado trayecto. Sí, porque la lomita del Pediátrico es famosa por lo empinada.

Dicen que en algún tiempo lejano eso no fue así, no cuando los horarios se cumplían y había alguien para atender a la población, ni cuando la plantilla de carteros estaba cubierta. Pero las intermitencias del personal y las nuevas reestructuraciones de zonas de posteo llevaron a aumentar aún más la cantidad de usuarios que asisten a la unidad a cobrar sus pensiones, una situación que genera descontento y afecta a un segmento vulnerable: los ancianos.

Fotos: Raúl Navarro

QUEREMOS SER ESCUCHADOS

Con su mirada perdida en el horizonte por donde espera ver salir el sol, y no exactamente al astro rey, María Méndez aguarda por su turno, a escasos metros de la puerta. Sostiene entre sus manos un palo, de esos que pasó de ser una extensión de trapeador o escoba a bastón. “Caí debajo de un carro, me amputaron un pie. No tengo quien me ayude en este momento. Vivo en la esquina de Salamanca y Zaragoza”.

También todo se ha complicado para Regla, quien padece de un severo trastorno de corazón y una malformación congénita por la que le faltan varios dedos de los pies.

“Si estamos aquí ahora haciendo esta cola tan inmensa es porque queremos sacar los mandados y abastecer nuestras casas”, refiere una asistenciada con un infante en brazos, quien asegura llevar horas esperando por el pago. “A nosotros nos conviene allí, no aquí”, afirma Clara, al referirse a las oficinas situadas en la calle de Medio, donde antes cobraban varios de los pensionados que a partir de nuevas reestructuraciones ahora deben hacerlo en la unidad ubicada en el antiguo Centro Médico.

“En el correo de allá abajo nunca había cola —comenta Dolores—, casi siempre eran tres o cuatro personas, pero aquí es un infierno. Ahorita se desmayó un hombre. ¡Horrible todo! Hacen las cosas sin contar con uno, sin averiguar los problemas de las personas, que somos los afectados. Los que venimos a cobrar pensiones somos los viejos, no la juventud”.

Solo basta verle el rostro fruncido a José Pedro para saber que está molesto. En su caso, le afectó que el mensajero que repartía por su zona dejó de trabajar: “Nos pagaban en la casa, tremendo alivio. Ahora vengo del kilómetro hasta Los Mangos a pie”.

Reina asegura que su incomodidad es porque todos los meses pasa el mismo trabajo para cobrar, y no porque se levante tarde. “Llego temprano, pero, o no hay nadie o tengo que esperar pacientemente por que la empleada que debe pagar aparezca en escena”.

Mientras, Carlos no entiende por qué traen tan poco dinero y dicen que solo se brindará el servicio hasta que se acabe el efectivo. “¿Y los que llevamos horas en la cola no tenemos derecho? ¿Perdimos nuestro tiempo por gusto?”.

ANGUSTIAS QUE PERSEVERAN

Fue en abril de 2023 cuando, tras recibir varias quejas de pensionados, el periódico Girón se interesaba por la situación relacionada con irregularidades en el pago a los jubilados en la unidad de correos del antiguo Centro Médico, que se remontaban a más de tres meses atrás.

El caos de aquel entonces tenía como trasfondo una trabajadora enferma, por un período prolongado de tiempo, que no fue posible reemplazar de modo permanente y solo se abría la oficina en determinados horarios.

La administradora del correo de Versalles, a la que se subordina la del Pediátrico, era la encargada de, luego de adelantar su trabajo y asumir disímiles responsabilidades como directiva, venir a pagar hasta el otro lado de la ciudad y la mayoría de las veces sin transporte.

Al momento de publicarse el trabajo periodístico, el 16 de mayo de 2023, se esperaba por estrategias tomadas por la Empresa de Correos de Matanzas, entre ellas un alentador contrato con las Fuerzas Armadas Revolucionarias en la provincia, para que jóvenes que formaban parte del vigente llamado del Servicio Militar Activo apoyaran el quehacer de la entidad del Ministerio de las Comunicaciones.

Un año después, la trabajadora que se incorporó poco tiempo sigue enferma, los exteriores de la oficina del Centro Médico están abarrotados de personas (ahora con unas cuantas más), los carteros son casi dinosaurios extintos y las soluciones aún están en el aire.

OTRO ÁNGULO

Estén pagando o no, las puertas de la unidad de Correos del Centro Médico permanecen cerradas. ¡Y no es capricho! Con tanta bulla exterior, concentrarse se complejiza y un error contando es dinero a reponer del bolsillo, ¡y los tiempos no están pa eso!

La oficina es pequeña. A la izquierda, un Che custodia desde la cima los periódicos recibidos y, si usted pasa el umbral de la puerta al centro, justo detrás del buró, encuentra a alguno de los dos carteros organizando la prensa que deben repartir. Bueno, si ese día y a esa hora ya llegó la prensa, porque el tema combustible sabotea cualquier normalidad de años atrás. Y “dos” carteros mientras no se cubran las cinco plazas en la plantilla recién crecida porque hay nuevas zonas de posteo reubicadas en la oficina.

El área más demandada dentro de aquellas cuatro paredes es sin dudas la derecha. Detrás del mostrador, casi imperceptible y de seguro despeinada y ojerosa, porque el tiempo apenas le alcanza para desplazarse, Ismary Hernández busca y rebusca manualmente en los listados a los pensionados. Hay nombres que por el cansancio y las jornadas extenuantes se vuelven fantasmas ante los ojos de la directiva del correo de Versalles, que un año después continúa atravesando la ciudad, en vehículos o a pie, para suplir el déficit de sus trabajadores.

Allí pasa el tiempo que haga falta, o sea, mientras dure el efectivo. La cantidad no siempre es la misma porque depende de las denominaciones de los billetes que le hayan dado en el banco y lo mucho que abulten.

Si los que traen son de $10.00 (que puede pasar), la felicidad dura poco y la paciencia se pone a prueba: para contar y para aguantar las ofensas de quienes no entienden que, aunque sea la “jefa”, existen muchas responsabilidades que no caen sobre su espalda, así como decisiones que le sobrepasan.

Permanece en el local durante horas, sin un baño siquiera para sus necesidades básicas, con las condiciones mínimas, con persianas cerradas, porque las prisas roban el tiempo de ambientar, de acomodarse, de organizar el trabajo.

Afuera hay un pueblo aguardando por ella que merece que se respeten su tiempo y sus derechos, que se consideren sus canas.

Sobre el tema Ismary no tiene muchas palabras que arrojar, salvo elevar los hombros y lanzar un suspiro al aire cuando se le pregunta cuánto más puede prorrogarse la actual situación.

DESDE ARRIBA SE VE DIFERENTE

“No era lógico que los carteros que están en el antiguo Centro Médico antes radicaran en la calle Medio, cuando sus zonas de porteo colindan con la de Los Mangos”, explica Yadir Edilio Laurencio Portelles, director general de Correos en Matanzas, para aclarar el porqué del reciente movimiento de zonas de porteo para el Centro Médico, uno de los inconvenientes que referían los pensionados. “El correo del centro de la ciudad no puede atender más de cinco zonas, lo que estuvo mal por 30 años. No porque alguien lo hizo mal hasta ayer tengo que permitir que siga mal hoy.

“Pero lo que sucede no es solo eso, también la fluctuación del personal. Nos faltan 14 carteros en toda la ciudad cabecera provincial, aún y cuando subimos el salario a $3600.00, que está por encima del salario mínimo del país. Antes eran $2600.00.

“Asimismo, debe saberse que el correo presenta una limitante y es que usted puede tener el deseo de ser cartero, pero, si cuando se procesa para ubicarlo, se encuentra que fue sancionado por alteración del orden público o cualquier otra cuestión penal, ya eso le imposibilita trabajar en esa plaza. El cartero tiene que ser una persona íntegra, decente, que salude y converse con el cliente.

“Todos los organismos en Cuba están pasando por una afectación grave con el personal. En calle Medio me falta la cajera y no puedo cerrar la unidad, tengo que seguir trabajando.

“¿Quién tiene que asumir la caja? El administrador del correo, como mismo está sucediendo en el Centro Médico. Esta situación no se da en otro municipio de la provincia, solo aquí en Matanzas. Hay una competencia latente con el sector no estatal, que se vuelve más evidente en esta ciudad”.

Sobre el apoyo solicitado a la Fuerzas Armas Revolucionarias, es un asunto en el que aún se insiste, según refirió el directivo: “Mandamos el documento para La Habana, pero todavía el Ministerio de las Fuerzas Armadas no ha autorizado eso.

Está en revisión la prestación de 20 soldados para poder completar los carteros, porque teníamos soldados pero en febrero terminaron. La carta se envió desde noviembre del año pasado.

Hasta ese momento los soldados que nos asignaban eran Servicio Militar alternativo, insuficientes debido a la actual crisis de carteros que ha complicado nuestros servicios”.

Desde su puesto de trabajo, el directivo aclaró todas las dudas reflejadas por los clientes, incluyendo los espacios reducidos de la unidad de correos en cuestión y la aglomeración de personas en su interior. “El cartero no hace estancia en el correo. Su función es llegar a las ocho de la mañana, que debe estar el periódico ahí (cosa que ya nunca sucede, porque no llega a la provincia a la hora establecida), demora unos 30 minutos en la unidad para recibir la prensa y sale a repartir. La que sí debe permanecer hasta las cuatro de la tarde es la gestora.

“Sobre los vulnerables que asisten a cobrar, poseen sus características particulares, que conozco porque provengo de trabajadores sociales. El anciano de 95 años al que le pago tiene un cuidador, que es quien debe ir a cobrar, y no el anciano. Lo que pasa es que a veces esto no se cumple.

“El tema transporte de carteros es más complicado y no depende de nosotros, es a nivel de país. Desde la covid para acá, ha sido una situación supercomplicada con las partes y piezas de las bicicletas. Hay provincias que adquirieron bicicletas eléctricas, pero Matanzas no pudo, primero porque está lejos de Villa Clara y cuando llegamos allí no alcanzamos, y lo otro es el costo elevado. El correo subsidia casi el 83 % de los servicios que presta.

Añado que los carteros en su mayoría son personas mayores de edad, y para manejar bicicletas eléctricas se necesita licencia de conducción”.

¿DE BRAZOS CRUZADOS?

“Por supuesto que se gestiona completar las plazas porque, además de buscar la tranquilidad del cliente, soy empresario, y si no tengo carteros pierdo ingresos. “A esa persona que va a buscar el periódico al correo no le puedo cobrar porteo, y lo que gano por el periódico son 13 centavos. ¿Qué empresa se sostiene así?

“Actualmente, se procesan tres empleados de los cuales dos se quedarán en el Centro Médico. Una persona va a trabajar el tema de la ubicación de todos los clientes, va a entregar la prensa y la correspondencia, si en ese momento no está el cartero.

“Con respecto a la situación actual, con el presidente del Consejo Popular hemos ordenado los horarios, y vamos a revisar el traslado de efectivo. Versalles tiene un triciclo de diésel. Cuando se va a mover para ahí con el dinero debe hacerse en ese vehículo y llevar la cantidad que está establecida. Además, lo que habíamos hablado con el presidente del Consejo Popular es que vamos a atender una X cantidad de personas por día, con un nivel de efectivo por día. Nadie quiere que un trabajador se enferme y mucho menos Yamilé, que es excelente.

“Seguimos insistiendo con las FAR y esperamos que pronto nos asignen los soldados.

“Queremos, incluso, ponerlos a cubrir las zonas cercanas a sus residencias, para que les sean conocidas y el trabajo se realice mejor”.

“Estamos estimulando a los trabajadores. Todos los años a los carteros de la provincia les damos zapatos y ropas hasta dos veces, con precios asequibles. Lo único que nos ha faltado entregarles es la bicicleta y porque no ha sido posible.

“Buscamos soluciones constantemente. Nunca nos vamos a quedar de brazos cruzados”, enfatizó.

La realidad es que, mientras se palpen resultados, las fluctuaciones del personal, plantillas incompletas, soluciones pensadas que no acaban de aterrizarse y aprobaciones que se dilatan por meses, hacen de las suyas.

Mientras se palpen resultados hay ancianos enfermos que deben transitar tramos extensos para cobrar su jubilación, aunque estén asignados a la supuesta zona más cercana. Sí, porque esa “cercanía” bien puede traducirse en los más de dos mil metros que existen entre el lugar conocido como “Kilómetro” y el Centro Médico, por solo citar un ejemplo. Y no, no siempre tienen una mano familiar o amiga que interceda.

Son tiempos de agilizar procesos, porque uno de los segmentos más vulnerables de la población así lo requiere.

Urgen decisiones y acciones más inmediatas, antes de que el descontento siga creciendo y las afectaciones extendiéndose entre los que deben ser más protegidos, pero aún no lo están.


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