
Ventura me enseñó Taquigrafía y nunca más se me ha olvidado. Ventura me enseñó que una entrevista en el periodismo no se consigue con la credencial sino con la capacidad de demostrarle al otro que su historia te importa. Ventura me enseñó que es más importante la solidaridad entre colegas que la primicia. Ventura me enseñó que es mejor decir una verdad incómoda a tiempo que morir «atragantado», y que hay que dudar del excesivo optimismo.
Ventura me enseñó que no hay que escribir mucho para decir lo que hay que decir. Ventura me enseñó la diferencia entre el respeto y el afecto a un jefe, y la guataconería.
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Ventura me enseñó que no hay que perder tiempo en bretes, y que hay cosas y gentes que no es preciso tomarse muy en serio; y también que un poquito de ironía no ha matado a nadie. Ventura me enseñó de vergüenza profesional y de no arriesgar la vida por gusto; de no hacer ruido y que el trabajo hable.

Y todo eso me lo enseñó Ventura cuando fue mi profesor de Periodismo y en los seis años que fui su jefa, durante los cuales cada día me dijo así, «jefa», sin saber que yo lo que estaba era aprendiendo. Y eso también se lo aprendí: aprender siempre, mantenerse humilde.
Felicidades a él, Premio Provincial por la Obra de la Vida Bonifacio Byrne 2024, en Matanzas. Incontables las veces que he escuchado decir «tronco de periodista», antes o después de su nombre, y es la más pura verdad, lo aseguro. (Por: Yeilén Delgado Calvo )