Poemario Diario del encierro de Luis Lexandel Pita
En 1890 Van Gogh se hallaba recluido en asilamiento dentro de las instalaciones del manicomio de Saint-Remy –de –Provence. El célebre pintor de La noche estrellada, al parecer también tenía recluida allí su imaginación, ninguna idea brotaba de las manos que hicieron tan famoso el (post)impresionismo. Al no poder salir y contemplar el Campo de girasoles dedicaba su tiempo a copiar estampas de varios artistas como Honré Daumier, Jean Francois Millet o Gustave Doré. Es a partir de las imágenes de este último, que Van Gogh reproduce en óleo sobre lienzo su, hoy reconocida, obra La ronda de los presos.
Más de un siglo después la mirada inquietante de los reos de Doré-Van Gogh deviene en portada del libro Diario del encierro, del poeta matancero Luis Lexandel Pita (Colón, 1972). Este poemario es sui géneris si tenemos en cuenta las palabras de Milho Montengro quien en el prólogo a Desde el redil bramo. Cartografía de la poesía cubana de tema carcelario refiere: “Ni el preso como testigo vivencial o referente poético que incita la escritura, ni la cárcel como sistema de leyes o espacio donde el hombre es privado de su libertad (…) son temas asiduos en la poesía cubana”.
El diario-poema de Pita está escrito con la justa dosis de brevedad y dolor con el que un reo va dejando marcado los días en las paredes de su encierro. Cada marca es un poema, cada marca es un día menos, o quizás un día más. El sujeto lírico se encuentra prisionero y como Dostoievski escribe sus poemas desde la prisión, desde una soledad que puede representar muchos golpes, muchas noches, o tan solo, un puñado de ceniza en la brisa.
El jurado del XXIII Premio Fundación de la Ciudad de Nueva Gerona integrado por los poetas Luis Yuseff, Osmany Echavarría y Sinecio Verdecia, reconocieron en los versos de Pita “el acertado tratamiento al tema del aprisionamiento, el aislamiento, el miedo o el tedio, así como la variedad de artistas desde la que el autor muestra su discurso poético, con un tono reflexivo”. No puede pasar inadvertido el lugar que premia a Diario del encierro: Nueva Gerona. Sitio que en el imaginario cubano asociamos con el Presidio Modelo.
Dos recursos estilísticos sobresalen en el manejo del lenguaje durante todo el poemario. El primero es el diálogo. El poeta comprende que la conversación es vital para el reo. El diálogo con otros presos, el diálogo incluso con el carcelero, o consigo mismo, pero el diálogo sobre todas las cosas para salvarse del silencio. El segundo es la repetición de palabras.
El condenado se repite constantemente las mismas palabras tanto para ser consciente de su realidad como para escapar de ella. El movimiento circular de los presos de Van Gogh se traslada a los poemas de Pita en un ejercicio cíclico en el que la palabra vuelve una y otra vez, como si no pudiera escapar, encerrada entre las paredes del libro que la aprisiona.
Los poemas-presos del autor quieren la libertad. La libertad que solo conseguirán en las manos del lector que libere a las palabras del libro, que las haga suya. Por eso no me queda más que decirles que, si Dostoivski desde su encierro pedía libros-traedme libros, muchos libros– estoy seguro que se refería a libros como este que hoy me complazco en presentarles.
(Palabras de presentación del poemario Diario del encierro de Luis Lexandel Pita/Por Pablo G. Lleonart)
Dos poemas de Diario del encierro
1
Comienzo a explicar el significado de la lluvia tras
las rejas de la prisión
y la primera gota me interrumpe.
Explico para qué sirve la escritura
y la propia escritura me interrumpe.
Expongo la teoría del fragmento
de polvo llevado y traído hacia la tierra
y el polvo me interrumpe.
Explico cómo es la desnudez
de una mujer bajo la luz de la luna
y las estrellas me interrumpen.
Comienzo a explicar el color del amanecer de un día
cualquiera
y el descolor me interrumpe.
Callo
Y el silencio no me interrumpe.
2
El reo decide dibujar un faro en la pared más alta de su
celda.
Al primer intento pinta un barco
lo hunde.
Al segundo intento construye un santuario
lo derriba.
Al tercer intento construye un huevo
sale un ave
y la libera en el acantilado.
-Algo debe andar mal en esta pared
pasa a la pared más pequeña.
Y al cuarto intento construye una brújula
la obsequia a sus espíritus.
Al quinto intento esboza un pozo de agua
lo siembra en el jardín de la prisión.
Antes de iniciar el sexto intento se pregunta:
-¿Qué deseo dibujar?
y ya no lo recuerda
Tras las paredes de su celda sale el sol.