El rumor de un lejano galope de caballos, libro de Pablo G. Lleonart que obtuviera el Premio de Poesía Mangle Rojo en el año 2020, finalmente llega a nuestras manos. Los más de tres años que han transcurrido desde la premiación del concurso no han hecho más que acercarlo a nuestros espacios emocionales y racionales porque hoy estos aciertos poéticos se parecen aún más a nosotros mismos que en aquel entonces.
De pie, ante su propio tigre que a ratos es también el nuestro, el de todos, Pablo G. Lleonart ha escrito este libro. Lleno de dudas, pero haciendo equilibrio por sobre ellas, ha escrito este libro. Combatiendo, no dejándose engañar por falsos destellos literarios o terrenales, ha escrito este libro.
Entre asombrado y reflexivo, el poeta se adentra en un territorio que duele, inquieta y estremece, pero cuando él nos hace escuchar el lejano rumor del galope de caballos que aquí es casi igual a decir: el susurro de la poesía, entonces el miedo se transforma en confianza y aceptamos que aún en medio de la guerra es posible dejar de disparar para comenzar a cuidar del otro, el hermano, el padre, la madre, los hijos. Que aún en plena contienda es posible repoblar los bosques con árboles que nos cobijen del mal ajeno y también, por qué no, del que llevamos dentro.
En estas páginas, Lleonart se contempla a sí mismo y contempla a su familia que no es más que una manera, otra, de mirar el país y el mundo. Igual que en textos anteriores a este libro, aquí también hay viajes y largos desplazamientos geográficos.
Por ejemplo, compara el mar de Chile y el mar de Cuba, consciente de que la mar nos hace y nos construye, nos vomita o nos arrastra al fondo, hasta convertir a los isleños en metáforas de las mareas, en náufragos que luchan con arrojo por no caer en el estómago del gran pez. Porque es mentira la idea mítica de es posible regresar de ciertas oscuridades profundas y este joven poeta lo sabe.
La cita del Facundo de Domingo Sarmiento, que aparece en el pórtico del volumen, ilumina y adelanta la senda por donde luego transcurrirá el poemario. Hay, en estos versos, un relato de lo cotidiano que revela una inteligencia poética alejada de la victimización, capaz de convertir la memoria en acontecimiento. Los juegos de la infancia, la suciedad del día, las carencias, las tensiones de una isla anclada, lo oxidado, los rituales familiares, los golpes del carpintero de la esquina sobre la madera y las artimañas del pescador logran convencernos del valor de la poesía como estancia donde asentarse cómodamente.
Pablo G. Lleonart ordena muy bien sus revelaciones y a la naturalización de los escombros y las ruinas, tan común en nuestros días, él opone algunas expectativas posibles. Estos textos que se sostienen en buen equilibrio entre lo privado y lo colectivo generan nuevas articulaciones donde las oposiciones entre lo humano y lo monstruoso, entre civilización y barbarie, eje del Facundo de Sarmiento, generan aquí una nueva estrategia de lectura, de vida y, sobre todo, de esperanza.
En efecto, tal y como cuenta el poeta Pablo G. Lleonart ateniéndose al argot beisbolero: “defender el home se ha convertido en el deporte nacional”. No podemos escapar a ello, pero este libro nos recuerda la simpleza de la metáfora. Nos obliga a no olvidar que home también, y por sobre todas las cosas, significa hogar y ese apego emocional es el que debemos defender.
Defender la casa, el hogar, el punto de partida, o como quiera que le llamemos a ese lugar donde nos sentimos plenos y seguros. Y esa es una verdad que, por supuesto, no aprendimos ahora, pero la reinterpretación y contextualización que le debemos a este breve pero poderoso poemario es tierra nueva que ofrece escritura y lectura como plazas donde permanecer definitivamente a salvo.
Y por si todo lo anterior pareciera poco, no es detalle menor el hecho de que cada uno de estos gestos venga de la mano de un escritor joven porque eso, al menos a mí, me devuelve una necesaria y urgente cuota de fe, un aliento liberador que se cuela por entre las ranuras de cualquier puerta, sobre todo aquellas que han sido cerradas o clausuradas. Es hora de empujarlas, y ese es el llamado central de este conjunto de poemas. Leámoslo, pues, hagámosle caso, empujemos… (Palabras de presentación del poemario El rumor de un lejano galope de caballos, de Pablo G. Lleonart – Por Laura Ruiz Montes)
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