El entorno seduce o repulsa, según cuán conservadores o perniciosos sean quienes lo habitan. Paisajes naturales, zonas urbanas y litorales costeros no siempre gozan de su mayor esplendor, debido a comportamientos nocivos que laceran su belleza y supervivencia. Mientras algunas áreas están celosamente resguardadas como patrimonios, otras yacen, putrefactas, justo bajo la mirada de la sociedad.
Un proyecto matancero, con sede en la ciudad de Cárdenas, busca crear conciencia ambiental en adolescentes y jóvenes, a través del uso de los teléfonos celulares. Navegación en Internet sobre temáticas ecologistas y la realización de buenas fotografías son algunas de sus proyecciones.
“El Centro de Servicios Ambientales de Matanzas, en específico en lo relacionado con el Área Protegida Varahicacos, tiene un programa que incluye la comunicación, interpretación y educación ambiental. Todos los años se realizan diferentes actividades, entre ellas los círculos de interés, ahora proyectos”, comenta Rolando Trujillo López, licenciado en Geografía y máster en Manejo de Zonas Costeras, al frente de El medio ambiente a través del lente de tu móvil, un proyecto que aúna al programa de manejo y protección del paisaje natural Varahicacos, el preuniversitario José Smith Comas, de Cárdenas, y el club de fotografía de la Ciudad Bandera.
“En varios encuentros teóricos se les ha impartido a los estudiantes conocimientos sobre biodiversidad y sus valores en Cuba, relaciones entre los seres vivos y la sociedad; es decir, cuestiones vinculadas al cuidado y conservación del medio ambiente; haciendo hincapié desde la diversidad biológica”, refiere el especialista ambiental.
Por supuesto, como sugiere su nombre, como parte del proyecto también se enseñan técnicas relacionadas con la fotografía. “Motivamos a los muchachos a que usen sus móviles con algún otro sentido que no sea solo hacerse un selfie. La idea es que puedan hacer fotografías sobre la naturaleza, la presencia del ser humano en la sociedad, los valores de la diversidad biológica; pero que de igual modo concienticen los problemas ambientales”.
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Por estos días, los estudiantes realizaron su primera clase práctica en las áreas costeras de la ciudad, que incluyeron un recorrido por la zona industrial, donde suele acumularse gran cantidad de residuos sólidos. “Ahí hay lugares con matorrales y ruinas de antiguos almacenes, la planta procesadora de langosta y del centro recreativo reconocido como Patana de Cárdenas, donde juventudes se divirtieron y de lo que hoy solo queda chatarra.
“En esa clase, ellos aplicaron las técnicas estudiadas, cuestiones de composición y diseño fotográfico, que incluyen encuadres y regla de los tercios. Los estudiantes se dividieron en equipos y cada uno hizo fotografías de las cosas malas y buenas que veían, aplicando los conocimientos fotográficos adquiridos”.
Cada miércoles, alrededor de 30 estudiantes del Smith Comas mezclan teorías con práctica, lo que convierte en más atractivas las clases de educación ambiental. “La próxima semana nos centraremos en el área urbana, desde el Parque Colón y la Dominica (lugar donde se izó la bandera por primera vez), el combinado industrial José Antonio Echeverría (donde se produce tanto la refinería de azúcar como la elaboración de caramelos), hasta Playa Larga”.
Dicen que para lograr macrocambios siempre ha de comenzarse por las pequeñas escalas: desde el microentorno, las dimensiones de una ciudad o, simplemente, las cuatro paredes de un aula. La protección del medio ambiente urge, y como versa un viejo slogan “es tarea de todos”.