Para aquellos que desde afuera, amigos o enemigos, ven con asombro a la Revolución Cubana celebrar por estos días su 65 cumpleaños, a pesar de la saña feroz del bloqueo y otros disparos a matar de los odiadores, el argumento con nuestra razón es sencillo.
Estamos aquí, con la Revolución y por la Revolución, porque ella es el árbol de una semilla sembrada en el alma del pueblo, que crece y aún sabe dar frutos dentro de nosotros.
Sobrevivimos a los embates de una despiadada e impuesta economía de guerra, gracias a eso y a los ideales de un líder gigante llamado Fidel Castro Ruz, impulsor de nuestra unidad, patriotismo e y de un invaluable sentimiento de dignidad humana.
Él prometió y cumplió a juntillas una obra magna, reparadora y transformadora hasta la raíz del alma cubana, rebosante de una justicia social y un espíritu de honradez nunca antes vistos en la nación hasta el Primero de Enero de 1959.
No es poca cosa esto, más bien algo inmenso, hay que decirles a quienes no han podido conocer nada semejante.
Y para los que creen que los dolorosos tiempos de la pandemia y la crisis económica desaforada por el bloqueo poco han dejado de la obra concreta y tangible de la Revolución, vale la aclaración de que están mal informados y manipulados por las campañas difamatorias.
En Cuba sigue marchando urgente la vida, aunque a trancas y barrancas, y entre otros, los extensos e inclusivos programas nacionales de salud pública y educación, sectores priorizados y beneficiados recientemente por medidas a favor de su funcionamiento y de estímulo a sus consagrados trabajadores.
Y esos son solo dos ejemplos pero el movimiento de trabajo y transformación social, complejo y lleno de retos, es notorio en cada rincón del país.
“Ni ladrones, ni traidores, ni intervencionistas. Esta vez sí que es la Revolución”, dijo Fidel, quien aún vive entre nosotros, ante los entusiastas santiagueros el mismo día Primero de Enero, en el histórico centro de la capital oriental, que tantos hijos había aportado a la emancipación.
“La Revolución empieza ahora, la Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros, sobre todo, en esta etapa inicial (…)
Horas antes, bajo su dirección se había abortado el intento de golpe de Estado pergeñado en Columbia (La Habana), para impedir el triunfo revolucionario, bajo orientaciones del gobierno de Estados Unidos, cuyos personeros favorecieron la huida del tirano Fulgencio Batista y su camarilla.
Desde Santiago ratificó el esencial carácter de Revolución verdadera, el ideal histórico del patriótico pueblo cubano no alcanzado hasta ese momento, como ocurrió lamentablemente , al final de la campaña iniciada por Martí en 1895, y los procesos revolucionarios de los años 30 y 40.
La victoriosa Caravana de la Libertad, formada por jóvenes soldados del Ejército Rebelde y acompañada circunstancialmente por miles de cubanos entusiastas que los vitorearon por toda Cuba a su paso, fue recibida en la capital cubana con apoteosis increíble.
En medio de la inmensa alegría popular de aquellos días inolvidables, el Líder volvió a ratificar sus preocupaciones con las enormes responsabilidades que a partir de entonces competían al proceso revolucionario y a sus dirigentes.
El recuerdo del acto de La Habana, realizado el día de su llegada el 8 de enero, hasta horas de la madrugada del siguiente, aún está dotado de una magia sobrecogedora que lo reviven las imágenes tomadas en los noticieros de entonces.
Fidel Castro nunca se equivocó sobre la naturaleza y la posterior conducta que seguirían los gobiernos de sucesivos presidentes de Estados Unidos, quienes siempre fueron enemigos declarados de la insurgencia y la lucha revolucionaria, y luego de la Revolución triunfante.
La historia ha sido fiel al consignar sin mentir la extensa cadena imperialista de agresiones, sabotajes, crímenes, actos terroristas, campañas de descrédito, manipulaciones y el más largo y criminal bloqueo económico, comercial y financiero contra un pueblo, lo han probado con creces. Y todavía se mantienen a los ojos del mundo.
Nada detuvo ni detendrá a la Revolución, por su fuerza moral y porque vivimos ante logros ostensibles a veces no valorados por su cotidianidad como algo natural y porque deben ser sobrepasados por los actuales tiempos, como es lo justo ahora.
Los cubanos de hoy tenemos conciencia de que solo mediante su voluntad y trabajo mancomunado podrán mejorar la economía y las condiciones generales de vida de un pueblo injustamente asediado y agredido, bajo las condiciones de total libertad y soberanía.
Y entramos en el año 66 de la Revolución, apretándonos aún más los cinturones, después de conocer y los ajustes enunciados y aprobados en la más reciente sesión del su Parlamento, destinados a eliminar distorsiones y focos problémicos de su economía y a luchar denodadamente por alcanzar sus objetivos.
Hacer bien y mejorar todo lo que dependa de nosotros seguirá siendo decisivo, aunque exista el bloqueo.
Y se ha de vivir con el mismo entusiasmo y fe de los que se alzaron en Cuba por primera vez en la manigua, aquel 10 de octubre de 1868, en el 95, de la Generación del Centenario y de la lucha armada en la Sierra Maestra.
Como los integrantes de la expedición del Granma y como tantas veces hemos sabido hacer, atravesaremos el temporal, viviremos y venceremos. (Marta Gómez Ferrals, ACN)