Quizás el arte sea nuestra salvación. En un mundo cada vez más en caos, donde se piensa que las bombas son Pepsi Cola, crear será parapeto y resistencia.
Cuando nos lo quiten solo quedará el sonido de todo lo que se desmorona. Tal vez por ello este viernes 17 de noviembre, Día del Estudiante, tan alto sonó el estruendo -tan alto como para acallar todo lo horrible- en la gala de clausura del 25 Festival de Artistas Aficionados de la FEU.
El espectáculo realizado en el Teatro Sauto, además de cerrar una semana de actividades que se propagó más allá de la universidad y se apoderó de una ciudad que nunca se ha amedrentado ante eso que hace el hombre para inventarse nuevos mundos, también resultó espacio para premiar las diferentes categorías en concurso.
Más allá de las llamadas bellas artes, esas que apadrinamos con las coquetas musas: teatro, música, literatura, artes visuales; se reconocieron aquellos hechos culturales que mejor aprensaron eso tan fugaz como la cubanidad, los galardones: Patrimonio e Identidad.
A la vez la FEU realizó una serie de agradecimientos a todos aquellos que en momentos tan complejos lograron que las artes nacidas de las mismas aulas donde nacerán ingenieros, médicos y abogados llegaran estrepitosas a la ciudad de los puentes. Estos se entregarán al Partido, al Gobierno, a la Universidad de Matanzas y otras instituciones.
No obstante a veces el fin no es el fin, sino solo una parada necesaria para la imaginación; por tal motivo, aunque esta 25 edición haya acabado, dentro de 2 años, en otra tierra que no sea esta de poetas y tocadores de tambor, los universitarios volverán a hacer tanto estruendo que silenciarán el silbido de las balas, la explosión de los misiles ¡Felicidades por todo, muchachos!