En el nuevo horario que por las medidas referentes a la crisis energética tiene el Teatro Sauto (M.N.), a las cuatro de la tarde del sábado, y el domingo a las 11 de la mañana, estrenó la Compañía Danza Espiral dos nuevas obras, con un elenco renovado, que incluye jóvenes estudiantes y los más experimentados bailarines de la agrupación liderada por Liliam Padrón Chávez, que este 27 de noviembre cumple años de su fundación, en 1987.
Mientras Gota a gota, con seis de las bailarinas jóvenes, trabaja lo individual, el dúo y lo colectivo en la búsqueda de una expresividad, que metaforiza emociones, En una noche, inspirado en Sueño de una noche de verano, nos activa en las butacas, entre lo onírico, el absurdo y la realidad, que partiendo del original de William Shakespeare, uno de los autores dramáticos más recreados por Padrón Chávez, ahora nos entrega sus visiones de una de las comedias más significativas del cisne de Avon.
Si en la primera pieza el sincronismo, la limpieza y la búsqueda de la armonía nos llevan al diálogo de lo individual y lo colectivo, en el que el protagonismo de las mujeres bailarinas me lleva en mi imaginación al mundo de las amazonas o un universo en el que predomina el matriarcado, y por lo tanto, propicia una conexión antropológica que se funde con la realidad, la recreación de la fuerza y los conflictos de la mujer, enfrentada a un mundo en que sus potencialidades se alcanzan con su propio ímpetu y donde el semidesnudo dimensiona otras perspectivas leíbles según la sensibilidad del espectador, consigue propiciar otras interpretaciones en los signos que la obra ofrece, al igual que las imágenes de sintetizada belleza.
Mientras En una noche es otra cosa, dialoga con Shakespeare, y ofrece ciertos códigos que, apelando a lo cómico, son fieles a lo que proponía el autor icónico en su trama que ocurre durante la boda de Teseo con Hipólita, reina de las Amazonas, y juega con la irreverencia, el desparpajo, lo onírico y alucinante, la libertad de los amantes, la transgresión de la regla.
Me gustó mucho esta pieza, que revela también el ímpetu juvenil de la nueva generación, y una lectura sensible del material dramático en un contexto muy nuestro y revelador, en el que varios bailarines muestran su histrionismo, la capacidad de conjugar la fuerza expresiva del cuerpo y los gestos con la caracterización que les exigen los personajes.
Una obra que recrea un ambiente con sutileza y belleza, en que lo colectivo crea espacios y conjuga sucesos con armonía y limpieza en los movimientos y las esencias dramáticas de cada intérprete, para conformar un todo que se agradece.
Creo que fue una buena tarde, un estreno de muchos en escena, que valió la pena, como preámbulo del aniversario 36 de la agrupación danzaria, que cierra el 2023 con dos nuevas propuestas y el afán de seguir trabajando a favor de la danza.