De magia y cultura

«El hombre nunca sabe para quién padece y espera…». Esta es posiblemente una de las frases más célebres tanto del escritor Alejo Carpentier como del volumen que la contiene, pues El reino de este mundo es un clásico de la literatura universal que casi siempre es visto desde una perspectiva más escolar, y como lectura obligatoria no se aprecia en todo su potencial. 

En 1949 se publicó este trabajo como un ejercicio de excelente rigor histórico. La obra gira en torno al tema de la esclavitud de los negros traídos desde el continente africano a las colonias españolas y francesas en América, con el propósito de servir como mano de obra durante la época colonial.

La historia se inicia algunos años antes de la Revolución Francesa y abarca un período de 70 años aproximadamente, durante los cuales se narra un conjunto de hechos históricos sobre Haití.

Este texto nos muestra la lucha por la libertad y lo difícil que puede llegar a ser poner fin a prácticas de sometimiento de unos pueblos sobre otros; el autor expone que la dificultad no se encuentra en derrotar las fuerzas concretas que nos dominan, sino en derrocar las prácticas y modelos sociales de una figura degradante como la esclavitud.

Si bien en la trama literaria se encuentran presentes otros temas como la guerra, lo religioso, lo imaginario o lo mágico, todos ellos gravitan sobre la dominación e invisibilización de los pueblos africanos esclavizados por los blancos europeos. 

La sociedad haitiana para la época previa a la independencia tenía ciertas particularidades que la hacían única, poseían algunos ritos y creencias como la religión vudú. La religiosidad y la superstición se hacían presentes, proporcionándole a la historia su esencia de realismo mágico.

La novela comienza estableciendo las diferencias existentes entre la cultura africana y la cultura blanca europea. Esta división social de clases y razas es expuesta por Carpentier. La clase alta estaba representada por personajes como Lenormand de Mezy, Monsieur Blanchelande, Paulina Bonaparte y el general Leclerc; la clase media que asciende al poder era encarnada por Henri Christophe y los Mulatos del sur; mientras que la clase baja la integraban personajes como Mackandal, Bouckman, Ti Noel y los demás esclavos. 

El reino de este mundo nos cuenta acerca de Ti Noel, el cual es un personaje que atraviesa toda la historia y participa en varias revelaciones, en unas como esclavo y en otras como hombre libre. Asimismo nos habla de Mackandal, quien es el personaje principal considerado “el chamán” de la tribu. 

Mackandal  inicia  la lucha  contra los dueños de esclavos, por lo que decide estudiar las plantas venenosas como medio para combatir a los blancos. Aprovechando su conocimiento sobre las tradiciones africanas, este se transforma en un animal o un insecto para eludir a sus perseguidores. Bouckman y Ti Noel siguen la tradición de Mackandal y continúan luchando por la liberación.

Lo “real maravilloso”, expresión sinónima de realismo mágico, se muestra presente en esta novela y es expuesta por el autor en su prólogo. Para Carpentier, el realismo puro (que había caracterizado las primeras décadas de la narrativa hispanoamericana) es incapaz de reflejar la riquísima complejidad del continente; de ahí la necesidad de integrar lo real con lo fantástico, lo mítico y lo alegórico. Esto lo convirtió en uno de los precursores del realismo mágico, tendencia que marcaría la producción de parte de los autores del “Boom” de los años 60.

Es decir, lo “real maravilloso” es una respuesta contra el surrealismo. Defiende que no hace falta escudriñar más en este y en los mundos oníricos, porque la realidad sobrepasa esas invenciones. Especialmente para él, esa magia está muy presente en el crisol de culturas que es Latinoamérica, donde en cada pueblo las tradiciones son una expresión del nervio mágico que le recorre. Se refiere a un territorio donde ocurren milagros, donde la gente tiene fe.

Esta novela no pretende ser histórica. Mario Vargas Llosa comentó acerca de ella que “deshacer y rehacer la historia, mudada en ficción, era la manera propia de Carpentier de inventar historias”. Si bien este autor se caracteriza por un estilo neobarroco, su narración no es densa, logrando que sea un excelente libro para lectores jóvenes que apenas descubren el placer de la lectura.

Lo que más sorprende al leer El reino de este mundo de Alejo Carpentier es viajar, como lector, al convulso, esclavista y a la vez mágico Haití del siglo XVIII, y conocer la vida de Ti Noel, que vivió en carne propia la única revolución social de esclavos. La novela no es solo una oda a lo mágico, sino una reflexión sobre la esclavitud y la libertad. Una enseñanza, en manos de quien tanto había visto sobre la naturaleza humana. 

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Frases de la obra

“El silencio demasiado prolongado de una ciudad que ha dejado de creer en el silencio”.

“En América Latina, lo maravilloso se encuentra en vuelta de cada esquina, en el desorden, en lo pintoresco de nuestras ciudades (…) En nuestra naturaleza (…) Y también en nuestra historia”.

“Todos los intentos de protesta habían sido acallados en sangre”.

“El desgarrado gemir de los pueblos llevados al exilio para construir mausoleos, torres e interminables murallas”.

“¿Pero qué es la historia de América toda sino una crónica de lo real maravilloso?” 

“¿Pero acaso una persona culta podía haberse preocupado por las salvajes creencias de gentes que adoraban una serpiente?”

“Ahora se arrepentía de haberse burlado tan a menudo de las cosas santas por seguir las modas del día”.

“Para empezar, la sensación de lo maravilloso presupone una fe. Los que no creen en santos no pueden curarse con milagros de santos”.

“En sus oídos crecía un ritmo que tanto podía ser el de sus propias venas como el de los tambores golpeados en la montaña”.

“Nunca estaba solo aunque estuviese solo. Desde hacía mucho tiempo había adquirido el arte de conversar con las sillas, las ollas, o bien con una vaca, una guitarra, o con su propia sombra”.

“Y comprendía, ahora, que el hombre nunca sabe para quién padece y espera. Padece y espera y trabaja para gentes que nunca conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse tareas”.

Sobre el autor

Alejo Carpentier y Valmont fue un notable escritor que influyó considerablemente en la literatura latinoamericana. Por mucho tiempo se creyó que había nacido en Cuba, donde su familia se mudó al poco de su nacimiento, pero su acta natal fue encontrada en Suiza años después de su muerte y demostró que nació el 26 de diciembre de 1904 en Lausana, Suiza.

Su traslado a La Habana se debió a que su padre tenía interés por la cultura hispánica y ansias de habitar en un país joven que le permitiera escapar de la decadencia europea. De los 11 a los 17 años recibió educación en casa. Su padre le enseñaba literatura y su madre música, lo que fue de gran influencia para que el joven sintiera inclinación por esta última desde esa época. Por esos años, su padre los abandonó, razón por la cual desistiría momentáneamente de la enseñanza académica y comenzaría a trabajar para ayudar a su madre.

Al fin de su educación primaria en Cuba, fue a París para completar parte de sus estudios secundarios en el liceo Janson de Sailly donde, tomando cursos de teoría de la música, llegó a ser en sus propias palabras “un pianista aceptable”.

En 1917 ingresó en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana para continuar sus estudios en teoría musical. En 1920 consiguió entrar en la escuela de arquitectura de esa misma ciudad, aunque posteriormente la dejaría. 

Fue escritor, ensayista, periodista, musicólogo, crítico literario, diplomático, profesor universitario y editor; sin embargo, alcanzó a la fama debido a  su actividad literaria. En 1921 empezó su carrera de periodista, profesión a la que se dedicaría prácticamente el resto de su vida. En la sección “Obras famosas” del diario habanero La Discusión publicó sus primeros trabajos literarios, los cuales eran básicamente resúmenes de obras conocidas. Ese mismo año abandonó definitivamente la carrera universitaria y viajó de nuevo a Francia, regresando dos años después.

Su situación económica se estabilizó en estos años, llegando a ser jefe de redacción de la revista comercial Hispania

A principios de los años 20 empezó a implicarse en política, desarrollando una labor de lucha contra la dictadura de Gerardo Machado y contra el capitalismo estadounidense. En 1923 formó parte de la Protesta de los Trece, junto al Grupo Minorista, del que fue fundador. Aunque era descrito por sus conocidos cercanos como intelectual y apolítico, participó activamente en la oposición al presidente Alfredo Zayas. 

Entre 1924 y 1928, Carpentier ocupó el puesto de redactor en la revista Carteles. En 1926 asistió a un congreso de periodistas en México invitado por el gobierno de ese país durante el cual conoció a Diego Rivera, con quien mantendría una larga amistad. Este período fue muy importante en la formación de su personalidad artística; llegó a conocer todos los barrios de La Habana y a descubrir la arquitectura colonial y el ambiente de La Habana Vieja, elementos en que se ambientarán después muchos de sus ensayos y novelas.

En 1927 se adhirió al Manifesto Minorista, razón por la cual sería encarcelado durante siete meses bajo acusaciones de profesar ideas comunistas. Durante ese tiempo en prisión redactó la primera versión de su novela Ecué-Yamba-Ó!. Ya en libertad condicional, en marzo de 1928 acudió a un congreso de periodistas en La Habana donde conoció al poeta francés Robert Desnos, quien le ayudó a huir del régimen machadista, entregándole pasaporte y acreditaciones y facilitando su embarque en un buque con dirección a Francia.

Carpentier residió en este país desde 1928 hasta 1939. El tiempo que pasó allí enriqueció su mundo y lo introdujo a nuevas técnicas literarias y funciones expresivas. Su llegada se produjo durante el boom del movimiento surrealista, cuyos miembros lo recibieron con los brazos abiertos. Aquí establece una gran amistad con los escritores Arturo Uslar Pietri y Miguel Ángel Asturias, de cuyas discusiones surge una nueva sensibilidad de la literatura latinoamericana, que luego se denominaría realismo mágico.

En 1936, después de la caída del régimen de Machado, hizo un viaje a Cuba, aunque regresó a Paris. El tiempo transcurrido en ese país contribuyó a formar su identidad como escritor; según sus propias palabras: “me enseñó a ver texturas, aspectos de la vida americana que no había advertido”.

En 1943 viajó a Haití con su esposa Lilia Esteban, fue un viaje de descubrimiento del mundo americano, de lo que llamó «lo real maravilloso». Producto de esta experiencia surge la obra El reino de este mundo, publicada en México en 1949. Esta representa la primera vez en más de 15 años que concluyó una novela.

Vivió autoexiliado en Caracas entre 1945 y 1959. Algunos críticos consideran esta etapa como “la más fecunda de su vida”, donde plasma lo aprendido durante su trayectoria como estudioso, periodista, crítico musical y editor de cuentos. La crítica lo consideró uno de los escritores fundamentales del siglo XX en lengua española, y uno de los artífices de la renovación literaria latinoamericana.

Para 1959 Carpentier cuenta: “El triunfo de la Revolución cubana me hizo pensar que había estado ausente de mi país demasiado tiempo”. Hizo planes para regresar definitivamente a Cuba y vendió los derechos cinematográficos de Los pasos perdidos. A su regreso, volvió a residir en la capital y en 1962 llegó a ser el director ejecutivo de la Editorial Nacional de Cuba.

Fue también designado ministro consejero de la Embajada de Cuba en París y la Universidad de La Habana le concedió el título de Doctor Honoris Causa en Lengua y Literatura Hispánicas.

Falleció a causa de cáncer en París el 24 de abril de 1980, mientras desempeñaba funciones diplomáticas. Sus restos fueron repatriados e inhumados en el cementerio Colón, principal necrópolis de La Habana.

Entre su legado literario se encuentran obras como El reino de este mundo, El siglo de las luces y El arpa y la sombra.

Curiosidades sobre el autor y la obra

1- Aunque sus obras más famosas fueron escritas en español, Carpentier también era capaz de escribir en francés. Por ejemplo, escribió el cuento Histoire de Lunes en francés y, dependiendo de su público, concedía entrevistas en ambos idiomas respectivamente.

2- Dirigió las grabaciones de poemas de Walt Whitman, Edgar Allan Poe, Langston Hughes, Louis Aragon, entre otros.3- En la última página de El reino de este mundo aparece la fecha y lugar en que este término de redactar la obra: Caracas, 16 de marzo de 1948. (Por:  María Karla Pérez Romo y Odalis Sosa Dencause)

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