Para engrosar los anales de la historia enigmática del mayor humedal del Caribe insular, se localizan en el diario yumurino El Imparcial dos sucesos acaecidos en noviembre de 1954, en ese sureño y poco poblado paraje. El primero de ellos aconteció la noche del día 16, cuando algunos cenagueros vieron un disco volador que mostraba “varias puntas y en cada una un lucero azul”, que “se partió en dos y desapareció en el espacio”.
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Dos días después de esta observación, quizás el primer reporte de un Ovni en la Ciénaga de Zapata, y luego de permanecer extraviado por cinco días en pantanos y malezas, era encontrado Armando Castro Estévez. Con heridas y desfallecido, fue trasladado a la Casa de Socorros de Jagüey. Contó que se internó ciénaga adentro en busca de un horno de carbón y no pudo regresar. Se alimentó del jugo de plantas y tomaba agua enfangada. Lo que no sabemos es si él también, en su desesperación, pudo observar el objeto volador no identificado.