«Valiente, jamás puso rodilla en tierra, siempre peleó de pie, una virtud admirable que nos inspiraba a no claudicar», recordó hoy Pablo Ávila Morell, quien integró el pelotón de la vanguardia comandado por Camilo Cienfuegos.
Cuando costas y ríos cubanos vuelven a vestir sus horizontes con flores en homenaje al Héroe de Yaguajay, a 64 años de su desaparición física este 28 de octubre, Pablito, como lo llamara el barbudo de amplia sonrisa, entre tonos de añoranza y profunda admiración, rememora cada hazaña con el hombre que definió: brillante.
«Tenía 19 años cuando en la zona del Cauto pedí unirme a sus tropas, era un muchacho, Camilo desde el primer momento me advirtió que la vida del rebelde era muy difícil y sacrificada, la comida podía escasear pero las misiones habían que cumplirlas aunque fuera con hambre, desde ese entonces ya sabía que aquel era un hombre de principios», comentó.
«Audacia e inteligencia a decir de Ávila Morell, resaltan como las mayores cualidades de Cienfuegos Gorriarán durante los enfrentamientos con el enemigo, capaz de resistir horas y días continuos de combate para alcanzar el éxito y cumplir las tareas encomendadas.
«Triunfantes en el Oriente cubano, con la derrota de la Ofensiva de Verano desplegada por el Ejército de Batista, Fidel Castro indicó extender la lucha al resto de la Isla, y Camilo asume la dirección de la Columna invasora número dos “Antonio Maceo”, así iniciamos un trayecto de varios desafíos, entre ellos la histórica Batalla de Yaguajay que duró cerca de 10 días», explicó.
Aseguró Pablo que el apodado Señor de la Vanguardia, gozaba de una personalidad jaranera, carácter que lo llevara a mantener excelentes relaciones con sus compañeros de lucha, en particular con el Che, una amistad que se basaba fundamentalmente en el respeto mutuo.
«Cuando se decide dividir la provincia de Las Villas en partes para desarrollar las acciones; el Frente Norte bajo la dirección de Camilo y el Frente Sur y Centro dirigido por el Che, en uno de los encuentros entre estos dos hombres, Guevara pidió permiso a Cienfuegos para tomar una parte de la localidad de Placetas que coincidía con los limites donde accionaba la Columna dos», resaltó Ávila.
En una mirada que se tornó borrosa por el dolor de la pérdida, por la ausencia de un líder, Pablo regresa al diálogo con la certeza de que los héroes no mueren, 27 años de la vida de aquel caballero de sombrero alón bastaron para marcar el legado de uno de los más grandes de la Revolución Cubana.