Alejandro Miguel: Metas a corto plazo para cumplir grandes sueños

Metas a corto plazo para cumplir grandes sueños en el voleibol

El vestidor está vacío, Alejandro Miguel siempre llega primero a entrenar voleibol, siempre. “Para eso me levanto dos horas antes, —piensa mientras acomoda sus cosas en el casillero. Arriba, el letrero con su apellido: González— mmm… falta el Rodríguez”. Agarra la toalla y se mete a la ducha. Siente que el agua le arranca los miedos, las dudas. El sueño se está cumpliendo, las cuatro letras sobre su pecho y todo un mundo de posibilidades. La crema para sudar un poco, las manos entre el pelo ensortijado, y ¡a brillar! 

Después del mitin llegó la hora de salir, ya todos están listos y avanzan hacia el tabloncillo. Él se queda atrás, mira la línea de meta, salta, saluda y se acomoda. En el último acorde del himno, el opuesto matancero se dispone a conquistar la red en Santiago de Chile 2023.

Ni en sus más encumbrados sueños de niño imaginó el éxito que tendría a sus escasos 20 años. “Siempre tuve claros mis objetivos, pero lo que me está sucediendo ahora mismo no pasaba por mi cabeza. Empecé en el voleibol porque vi por el televisor un partido donde estaba el equipo nacional, cuando tenía ocho años, o sea, en el 2012 más o menos. Yo era bastante chiquillo y los vi a ellos y pensé: ‘Ojalá algún día yo pueda estar ahí’. Ya después me fui poniendo pequeñas metas hasta llegar aquí”. 

Con una experiencia previa como profesional, su próximo reto es el club Jihostroj Ceske Budejovice de República Checa. “Estuve dos años en Brasil. Es una de las ligas más fuertes y competitivas del mundo. Ahora voy para una liga, supuestamente de un nivel un poco menor, donde mis objetivos son más grandes. Voy a un club donde lograré lo que yo quería para esta temporada, que era poder jugar Champions League, ahí están los mejores clubes de Europa. Es una excelente oportunidad para mí y algo que quiero cumplir; poder jugar Champions y en Europa”. 

Plantearse objetivos a corto plazo, alcanzables, ha sido la estrategia de uno de los talentos más prometedores del deporte de la malla alta en nuestro país. “Tuve este año ofertas de Italia y de Francia, pero aún no me siento preparado para llegar como yo quiero, o sea, un jugador instalado. No quiero llegar para, como nosotros decimos, chupar banquillo”.

Para Alejandro Miguel la estatura es una ventaja, pero no determina un resultado. “Creo que realmente influye, ¿no? El tamaño es importante en deportes como voleibol, baloncesto; aquellos donde las personas altas tienen un poco más de posibilidades. No me considero un jugador talentoso, sino un jugador técnico, con habilidades. Lo mío siempre ha sido esforzarme mucho y trabajar muy duro para poder conseguir las cosas poquito a poquito, porque realmente no soy aquel jugador estético que hace una técnica envidiable. No tengo nada de esas cosas. La altura sí me ayuda, pero es solo un complemento. 

“Estoy en un punto en que debo mejorar técnicamente algunos aspectos, pero tengo más o menos mi técnica, la que me gusta, mi manera de atacar. Ahora lo que me queda es hacer dos millones de repeticiones a 40 tipos de niveles. Ver qué funciona, qué no, y aprender para poder decir que estoy establecido”. 

Vestir la camiseta del equipo Cuba fue un anhelo que en estos Juegos Panamericanos se hará realidad. “Ojalá hubiese podido estar todo el equipo. Es lo que yo hubiera querido, porque realmente va a ser mi primera competencia con la selección nacional adulta como tal, el primer equipo, y mi deseo era que estuviesen todos. “Un equipo Cuba siempre va a ser competitivo y obviamente vamos a salir con la medalla y a buscar la victoria con el fin de clasificar para la Olimpiada”. 

TIEMPO FUERA

El poco tiempo libre que le queda, Alejandro lo dedica a jugar ajedrez, videojuegos y leer. Parte de esos ratos también es para su pareja, y por supuesto la familia, en quienes se ha apoyado dentro y fuera de la cancha.

“Mis padres son dirigentes en varios organismos. Mi papá es una persona de campo y siempre me inculcó esos valores que crecen en las personas sencillas, el trabajo duro, que las cosas no se consiguen fácil, que la familia es lo primero, todo eso. Por su trabajo ellos no pudieron estar presentes tanto como quisieron, pero una y otra vez me dejaron sus valores y todo estaba muy claro para mí, entendí desde pequeño la responsabilidad que tenían. No obstante, sí han estado en lo importante, en lo que hacía falta de verdad. 

“Realmente muchas personas han sido parte de lo que soy, de la persona que estoy creando. Tengo como 50 tíos que son amigos de mi familia y que siempre me apoyan y, aunque pase tiempo sin verlos, cuando los necesito están ahí para mí. “En mi carrera deportiva fue relevante el profesor José Luis, Piti, que fue quien me guió en mis primeros pasos, el que me mostró el voleibol. Me enseñó a amar el deporte, a comprenderlo.

“Después, en la Eide, el profesor Yoan, que es muy exigente y vivimos momentos tensos. Entonces no comprendía y decía: ‘Voy a matar a este hombre un día’. Hoy estoy superagradecido con él porque, si no fuera por sus enseñanzas, yo no hubiese llegado hasta aquí. A lo mejor sí, pero no de la manera que lo estoy haciendo ahora ni de la forma en la que lo estoy disfrutando”. 

Las cuatro letras son más que un número en el ranking. “Nuestra selección tiene varios de los mejores jugadores del mundo, pero los demás equipos también. Creo que fue un buen Preolímpico, le ganamos al campeón del mundo, nos batimos frente a Brasil en el Maracanazinho con 16 300 espectadores. “O sea, son partidos complicados que puede ganar cualquiera. Ojalá le hubiésemos ganado. Hay que trabajar más, hay que entrenar más. Pero sí nos encontramos en un gran momento.

“Estamos jugando bastante bien en la Liga de Naciones. Sí, hubo dificultades. Pienso que faltó comunicación con determinadas personas que frustraron el trabajo de los atletas, pero bueno, me parece que se enmendó, que ya se arregló, que ahora se van a ver resultados positivos”.

Representar a Cuba y poder tener un contrato en el exterior es un punto para partido. “Me siento privilegiado, aumentar tu nivel, mejorar tu vida económica y aun así formar parte de la selección nacional, es lo que todos soñamos. Hoy tengo la oportunidad de hacerlo. Es una de esas metas que tienes en mente y cuando se dan, pues hay que dar el máximo”.

DEL FUTURO MÁS ALLÁ DEL VOLEIBOL Y ALGO MÁS

Más allá del deporte no hay un mundo posible para Alejandro Miguel. “Definitivamente sería deportista, porque me encantan todos los deportes. Juego baloncesto, béisbol, hasta el ajedrez. O sea, que yo deportista iba a ser, otra cosa no me gusta, y el secreto de ser bueno en lo que haces es el amor que le pones.

“Recuerdo que practiqué karate antes de decidirme por lo mío y estando en la Eide, en voleibol, yo quería ir a un nacional de básquet, es decir, jugar el nacional de mi disciplina y la otra competencia al mismo tiempo. Eso es una verdadera locura. Me encanta el deporte, no soy bueno en todos, claro, pero, si pudiera practicarlos todos, lo haría”. 

Pensar a largo plazo no es su fuerte, pues la estrategia de lo próximo, lo más urgente de acuerdo a las posibilidades le ha funcionado de maravillas. “Soy de trazarme metas cortas. Bueno, cuando tenía 15, quería llegar al equipo cadete, y me visualizaba y me decía que iba a llegar y eso iba a ser lo mejor del mundo. Y lo logré, aun teniendo dos años menos que lo establecido para esa categoría. Al año siguiente dije ‘bueno, ahora quiero ser titular en ese equipo’, y luché con todo por ello hasta que alcancé ese objetivo. 

“Así siempre fui moviéndome a través de mis metas: jugar con el equipo nacional, irme de contrato y tener experiencia profesional; y fui cumpliendo las cosas que realmente podría llegar a hacer y eran mi motivo para despertarme cada día. Hasta el momento eso me ha resultado a la perfección y no pararé de hacerlo, pues hay muchas otras cosas que quiero en mi carrera. Estoy seguro de que llegaré donde me proponga”. 

El poderoso Brasil de frente, es el tie break, este podría ser el tanto número 15, ya hay dos de ventaja. Alejandro Miguel González Rodríguez a la línea de saque, toma la pelota, respira, hace los movimientos y… ¡punto por directo! ¡Medalla de oro para Cuba! ¡Vuelven los nuestros a lo más alto del podio panamericano! Él no puede ni quiere contener las lágrimas, esto es lo más parecido a tocar la gloria y no se pierde un instante. En la barriada del Naranjal no hay un alma en la calle, la algarabía está dentro de las casas, frente al televisor, porque hoy Chile tiene sabor a danzón.


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Sobre el autor: Norys Castañeda Valera

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