Cuando se repase la historia cultural de la ciudad de Matanzas, sin lugar a dudas la Casa de la Memoria Escénica ocupará un lugar cimero por fungir, a lo largo de los años y sin desfallecimiento, como ese centro donde además de reverenciarse el legado de los artistas y conservar la memoria escénica de un país, también se enaltece y analizan los aportes de esas obras trascendentes que han marcado un hito en el teatro cubano.
No resulta casual entonces, que la jornada de hoy constituyera uno de esos momentos sublimes que quedarán marcado en la mente de los tantos asistentes que abarrotaron la Sala Abelardo Estorino.
No siempre se tiene la oportunidad de ver a un Michaelis Cué interpretar a Pucho, aquel personaje de la pieza Manteca, que estremeciera el arte teatral en Cuba a inicios de los 90, y que treinta años después mantiene total vigencia, como se pudo constatar esta mañana.
La actividad inició con la develación de las 24 piezas del Museo de Esculturas de Madera de la Dramaturgia Cubana, fruto del talento del escultor y diseñador escénico Adán Rodríguez.
En esta ocasión el artista recreó la obra Manteca, escrita por el dramaturgo Alberto Pedro y que precisamente este año arriba a las tres décadas de creada.
Otro momento importante lo representó la inauguración de la exposición “6 Carteles de Carbonell”, que muestra el quehacer estético de Juan Antonio Carbonell, con pósteres dedicados a presentaciones del Teatro Papalote, que además de testimonio gráfico de una época, devienen en una excelente propuesta visual.
Seguidamente tuvo lugar un panel compuesto por Martínez Tabares y el primerísimo actor Michaelis Cué, quien formara parte del elenco inicial de aquella obra trascendental que viera la luz en el año 1993 con el título de Manteca.
Sobre el autor de esta creación dramática la también directora del Departamento de Teatro de Casa de las América explicó que, si bien siempre se caracterizó por ser un dramaturgo muy conectado con su realidad inmediata, “nunca se trató de un lector costumbrista de esa realidad. Siempre hizo una lectura filosófica y conceptual del mundo que le rodeaba”.
Durante el panel, también se evocó la figura del grupo Teatro Mío, elenco que estrenó la pieza en los momentos más duros del Periodo Especial, bajo la dirección de Miriam Lezcano.
La especialista disertó sobre la riqueza y humanismo de los personajes, además de tratarse de seres complejos; se refirió también al recurso de postergación de la intriga y como, a pesar de tratarse de un tema puntual como lo puede ser la crisis económica que enfrenta un país, la puesta va más allá para alcanzar trascendencia universal al abordar las inquietudes y aspiraciones de los individuos.
Si bien Alberto Pedro supo combinar el teatro político y del absurdo se trata sin dudas de una reafirmación de la utopía, aseguró la doctora.
Por su parte, Michaelis Cué, resaltó la reacción del público, aspecto que logró aminorar las incomprensiones iniciales y hasta las reseñas negativas desfavorables de un sector minoritario de la crítica.
Cué compartió con los presentes vivencias del complejo proceso de montaje, y cómo el texto original también se fue enriqueciendo con los aportes de los propios actores.
Aquella experiencia representa uno de los momentos más importantes en la vida de este actor, según explicó a los presentes. La emotividad de la mañana llegó a su clímax cuando decidió representar un fragmento de uno de los monólogos que defendiera desde el papel de Pucho.
El magnetismo y riqueza de Manteca se puso de manifiesto cuando en otros momentos de velada se regresó al texto provocando siempre ovaciones en el auditorio. Como aconteció con el fragmento que la primerísima actriz Miriam Muñoz asumiera desde el papel de Dulce, personaje de la obra que interpretara hace algunos años desde la lectura matancera que realizara el Teatro Icarón.
Momento emotivo lo representó un audio enviado por Jorge Cao, actor que interviniera en aquel estreno marcando su vida como autor.
Como colofón de la actividad, Ulises Rodríguez Febles, al frente de los destinos de la Casa de la Memoria Escénica, entregó al actor invitado el Libro del Donante.
El propio Ulises Rodríguez recibió de manos de Alfredo Zaldívar, Premio Nacional de Edición, el sello 45 Aniversario de Ediciones Matanzas, por los tantos aportes como escritor y dramaturgo, con innumerables títulos premiados, pero sobre todo por tratarse de un gran promotor de la cultura, hacedor de un proyecto de tanta envergadura e importancia como la Casa de la Memoria Escénica.