Las temperaturas descienden poco a poco en Beijing, China.
Ahora que ya solo quedan cinco semanas para que acabe el programa, ahora que la ansiedad se redirecciona a preparar el regreso, a aprovechar cada instante y visitar los lugares pendientes, justo cuando octubre empieza su recta final y todo Beijing y sus paisajes amenazan con tornarse de realidad a recuerdos, es muy fácil caer en las trampas de la nostalgia.
Esa que todos hemos preferido mantener en pausa durante meses, a veces con éxito y otras ni un poco; la misma sensación que nos embarga cuando hablamos de nuestras ciudades, cuando me piden que les enseñe a bailar casino o me celebran el peor arroz congrí que he hecho en mi vida; cuando Colombia describe el acento “paisa”, el frío de Bogotá o escucha a Shakira en la bocina colectiva de todos nuestros viajes; cuando México habla de los tacos y remeda a Uruguay por llamar palta el aguacate o porotos a los frijoles; o quizás el orgullo de Argentina cuando los chinos repiten que aman el futbol solo por Messi. Y sí, nuestros nombres ya no son Lisandra, Laura, Juliano o Verónica; sino Cuba, República Dominicana, Brasil y Nicaragua, y esa es una responsabilidad enorme de la que no solo aprenden los demás, sino también nosotros mismos.
Ahora que nadie quiere hablar de lo evidente – de que en un mes y poco estaremos otra vez en casa – quizás como aquel salto al vacío de los nuevos comienzos, el miedo nos empuje a ser más consciente de la aventura y abrazar el calor de la familia que ya somos, de ese núcleo que nos volvemos cuando bailamos, cuando reímos de chistes que solo entre latinos se entienden, cuando terminamos siempre hablando de comida o de sexo o cuando se apodera de nosotros la emoción de ver nuestras banderas en alguna plaza o centro de convenciones.
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La ciudad todavía conserva los adornos de lazos del medio otoño, pero las principales calles y avenidas ya cuelgan lonas publicitarias sobre el III Foro de la Franja y la Ruta para la cooperación Internacional (BFI por sus siglas en inglés) que ocupará titulares entre el 17 y 18 de octubre.
De hecho ha sido noticia durante meses, pues se trata del evento de mayor relevancia política y económica del año y que contribuye sin dudas a expandir la influencia china en el mundo. Asistirán a esta cita importantes jefes de estado como el presidente ruso Vladimir Putin, Gabriel Borich, presidente de Chile y Alberto Fernández de Argentina. Asimismo, participarán en este encuentro representantes de más de 110 países firmantes de esta iniciativa de cooperación que pondera el fomento de los intereses comunes y basados en nuevos consensos de cooperación.
Hablamos de una iniciativa que apuesta además, por el intercambio de macropolíticas, estrategias de desarrollo económico, planificación conjunta de la cooperación regional; así como el apoyo a las políticas de proyectos. Una propuesta
muy poco difundida, quizás, en nuestra área geográfica, en contraposición a los importantes lazos forjados en la región.
En el marco de un mundo cada vez más polarizado, BFI ha firmado más de 3000 proyectos de cooperación y unos 200 convenios son oficiales hasta la fecha en los cuales se enmarcan 152 países y 32 organizaciones internacionales.
Se estima que en términos tangibles, “la Iniciativa ha generado casi 1 billón de dólares en inversiones, ha formado más de 3 000 proyectos de cooperación, ha creado 420 000 puestos de trabajo para los países situados a lo largo de la ruta, y ha sacado de la pobreza a casi 40 millones de personas”, según reseñó el sitio web Cubadebate.
En el área latinoamericana desde 2017 se han sumado paulatinamente 22 países de la región, entre ellos Cuba desde noviembre de 2018.
En nuestro país los planes de desarrollo y cooperación con el gigante asiático han estado presentes en la larga historia de relaciones diplomáticas entre ambos países. En ese sentido cabe destacar que China es hoy un importante actor en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación hasta el 2030.
La firma de acuerdos de cooperación en esferas claves como la economía, la tecnología, la colaboración en materia de capacidad productiva, biomedicina, energías renovables, cultura, turismo, medioambiente, medios de información, telecomunicaciones, educación, investigación científica y agricultura; así como el fortalecimiento de los vínculos entre las autoridades locales de ambos países, en estos años han beneficiado sin dudas las relaciones bilaterales y de cooperación entre ambos países.
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Días de volver a mi vieja lista de reproducción, otra vez invertir horarios y trabajar de madrugada mientras me inunda la voz de Frank Delgado, Silvio, Vivanco y un largo etcétera de canciones que he evitado a consciencia durante estos meses.
He comprado flores a la salida del metro y he probado el sabor de la comida brasileña. He tropezado con muchos cubanos esta semana y escucharlos hablar me sigue pareciendo una sensación hermosa.
Siento que la memoria muscular reconoce el camino de regreso a esta casa y que las distancias ahora me parecen mucho más cortas que al principio. He retomado lecturas y recordado cuánto me gusta el arte. Las noches ya no son tan lentas, a pesar del insomnio, y la ilusión del reencuentro ocupa la mayor parte de mi energía.
Se agrandan mis notas con palabras chinas aprendidas y también la lista de primeras veces. Me niego a relegar las palabras cubanas por más que a veces no se entiendan y creo que empiezo a reconocerme diferente, a notar los pequeños cambios que ha dejado estar aquí, porque entre todo lo valioso de China ha estado sin dudas el viaje personal que representa.
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Uno de los detalles que más llamó mi atención desde la llegada a Beijing fueron los adornos, carteles, muñecos, esculturas, pegatinas y artesanías con conejos. Luego supe que 2023 es el año de este animal, el cuarto en el horóscopo chino y que una de las formas de celebrarlo es justamente utilizando esta figura como elemento cultural masivo.
La cultura china, tan admirada y a la vez desconocida (incluso hoy) representa uno de los aspectos más relevantes dentro de las perspectivas turísticas en el gigante asiático. Por ello, el lanzamiento de la mascota del año lunar chino, unido a los productos generados a partir de esta, resulta una de las iniciativas que mayor difusión y seguimiento ha tenido en los últimos años.
El mitológico dragón, único animal del zodíaco chino que no existe en la vida real, considerado además símbolo de paz, alegría y buenos deseos será la imagen representativa del año nuevo chino para 2024, que iniciará el 9 de febrero, según anunciaron en conferencia de prensa representantes del Ministerio de Cultura y Turismo de la República Popular China esta semana.
La difusión de imagen ocurrirá a escala global. Lin Cunzhen, profesora y decana asociada de la Escuela de Diseño de la Academia Central de Bellas Artes, ha sido la principal diseñadora de la mascota.
Bautizada como “JiXiang Long” (dragón de la suerte), la mascota incluye en su imagen poderosos símbolos y valores de la cultura y el pueblo chinos. Por ejemplo, muestra amabilidad y hospitalidad con un gesto de bienvenida al igual que la cara sonriente. Diversos elementos vinculados a la cultura china componen la imagen de JiXiang Long con cejas en forma de llama, orejas de nube y una nariz en forma de lingote dorado. Por otra parte, el cuerpo, cubierto de dibujos de llamas donde predominan el amarillo y el rojo, pretenden reflejar las dos tonalidades icónicas de este animal en la artesanía tradicional china.
Según la cultura China los nacidos en los años del dragón, es decir en el 1952, 1964,1976,1988, 2000 y los que tendrán su natalicio en el 2024, son considerados personas con cualidades de fuerza, imaginación, responsabilidad e independencia, este año estaría marcado por el dragón en conjunto con el elemento de madera, una criatura muy poderosa y benevolente para la cultura oriental.
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Beijing en este otoño- invierno han sido noches frías de vinos y cafés; calabazas de Halloween en dulces, estuches y adornos en los supermercados, pero también en adornos, cintillos o lápices. Tradiciones occidentales que tienen su espacio también aquí, en este lado del mundo.
La capital china luce desde esta semana cientos de hojas secas de ginkgo en las calles y días soleados como pocos desde nuestra llegada. Beijing y el retorno al tráfico y las calles otra vez pobladas desde las vacaciones de medio otoño. Días y noches cada vez más fríos, eclipses y ancianos en Ritan Park más flexibles y fuertes que muchos de nosotros. Paisajes nocturnos que invitan a contemplar desde lo alto las luces del Distrito Financiero, a recorrer en bici sus calles aunque afuera la temperatura no sobrepase los 10 grados. Una ciudad definitivamente inexplorada, que espero poder seguir descubriendo.
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