La impronta del doctor Ercilio Vento

Nacido en la ciudad de Matanzas, el 17 de octubre de 1947, el doctor Ercilio Vento Canosa atesora más de cinco décadas de meritoria labor profesional centradas, fundamentalmente, en la medicina legal, la espeleología, la antropología y la historia.

En las cuatro disciplinas tiene aportes significativos que le han valido el reconocimiento de la comunidad científica cubana y de otras naciones, como España, Italia y Estados Unidos, por mencionar algunas.

Figuran, entre ellos, la creación de un método para el cálculo de la edad, a través del estudio histológico de un hueso; el haber rescatado y conservado, para el patrimonio nacional, el cuerpo momificado de Josefa Ponce de León; el descubrir las primeras evidencias de una variante de sífilis distinta a la actual, entre los aborígenes de Cuba y las Antillas, antes de la llegada de los conquistadores españoles (formó parte de su tesis doctoral), y realizar el catastro de las cavidades subterráneas de Matanzas, con el descubrimiento de sitios arqueológicos, entre ellos Canímar Abajo, el más importante del Caribe insular.

 Asimismo, identificó los caracteres negroides de una población aborigen en su provincia natal, hallazgo que confirmó el carácter multirracial de los aborígenes de América, y es el único cubano que ha realizado estudios microscópicos en restos óseos del hombre de Neandertal.

Historiador de la ciudad de Matanzas, desde abril de 2009, notable políglota (domina diez idiomas), y merecedor hace pocas semanas del Premio Nacional de Espeleología 2023, el doctor Ercilio Vento reveló a Granma que su interés por los temas de ciencia surgió cuando tendría unos cinco años, y su papá lo llevó a pasear por el valle de Yumurí.

«En un momento del recorrido, me señaló una enorme piedra caída de lo alto del farallón, y afirmó que, debajo de ella, estaba enterrado un cacique indio. Fue el inicio de una curiosidad muy intensa que todavía me dura, y no exagero si digo que aún quisiera levantar aquella piedra.

«Luego ese afán por saberlo todo se canalizó por la lectura de los libros que mis padres me procuraban, no los clásicos cuentos infantiles, sino sobre los mayas, incas, aztecas, los antiguos griegos y romanos, las conquistas de Gengis Kan y mucho de arte. Así nació mi afición por la arqueología y la historia».

Como aseveró el doctor Ercilio Vento, más allá de su temprano apego hacia las referidas disciplinas, siempre quiso ser médico y hacerse legista.

«A los 13 años, un familiar me avisó de la realización de una autopsia por el médico forense municipal, y sugirió que le hablara para verla.

«De manera bastante ríspida, el doctor Alfredo Triolet dijo que ese no era espectáculo para niños. Insistí, y el Juez de Instrucción presente intercedió. Sin dejar de rezongar, el forense aceptó, pero dejó bien claro que, ante cualquier expresión de miedo, sería sacado de la morgue.

«Me mandó a ponerme los guantes y la bata de rigor. Así lo hice y, desde ese momento, pasé a ser su ayudante.

Según el doctor Ercilio Vento, matriculó la carrera de Medicina en el Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas Victoria de Girón, en La Habana, donde cursó los dos primeros años. El resto lo pasó en el Hospital Clínico Quirúrgico Docente José Ramón López Tabrane, de Matanzas.

«Empecé la residencia en anatomía patológica, pero luego la dejé por la especialidad de Medicina Legal, que terminé en mayo de 1980, defendiendo una tesis sobre Antropología Forense.

«Durante esa etapa me convertí en el primer latinoamericano y octavo en el mundo en aplicar un método personal de estimación etárea, basado en un estudio microscópico de un fragmento del borde anterior de la tibia. También tuve la ocasión de interactuar con las más célebres personalidades de la antropología mundial en aquel momento».

Resaltó que nada le ha enseñado tanto de la vida y su valor, como la Medicina Legal, especialidad no pocas veces incomprendida, y cuya divisa es honrar a la patria y la justicia, a través de la ciencia y la verdad.

Para el doctor Vento Canosa, la medicina legal es su sacerdocio, mientras la espeleología, a la cual lleva vinculado seis décadas, ha sido madre y maestra.

«Tuve el inmenso honor de asumir la Presidencia de la Sociedad Espeleológica de Cuba, luego del fallecimiento del doctor Antonio Núñez Jiménez, hacer el inventario de localidades con sitios de arte rupestre en Matanzas, crear los comités espeleológicos dentro de la Sociedad y el Espeleosocorro cubano».

Con 25 libros y 504 artículos publicados, hasta la fecha, en Cuba y en otros 12 países, entre ellos México, Argentina, Chile, España, Francia, Estados Unidos, Alemania y Suiza, el profesor Ercilio Vento no duda en calificar de experiencia extraordinaria el haber dedicado más de 20 años de trabajo al rescate y al ulterior estudio del cuerpo embalsamado de Josefa Ponce de León (la tuvo todo ese tiempo en un contenedor especial en la biblioteca de su casa), y corroborar también que María Mantilla era hija biológica de nuestro Héroe Nacional José Martí.

«A lo largo de más de seis lustros, y apoyado en el abundante material fotográfico disponible sobre ambas personas, la mayoría procedente de los archivos de la historiadora, periodista y escritora Nidia Sarabia, pude comparar 66 caracteres antropométricos en Martí y María Mantilla, prueba que mostró un 74,3 % de compatibilidad.

«La corroboración la hice aplicando métodos de antropología, que consulté con especialistas de nivel mundial, los cuales utilizo en mi función pericial en los tribunales que intervienen en los procesos de filiación.

«Cada cual considere lo que crea, pero negar la verdad, decía el propio José Martí, es un delito. No es mi propósito romper lanzas en este empeño, aunque hay investigadores cubanos que lo admiten, sin las reservas puritanas que privan al Apóstol de su condición de hombre pleno.

Amante de la música, en particular la clásica y la de los años 60, y de la ciencia ficción y los documentales históricos, el profesor Ercilio Vento agradece la inmensa suerte de compartir su vida con una persona excepcional, la doctora Maritza Toledo Ortega, también médico.

«Ella ha sido clave para mi desempeño profesional en las últimas dos décadas. Su aliento y su apoyo incondicional nunca me faltaron. Como decía Martí, no hay obra perfecta sin sonrisa de mujer». (Por: Orfilio Peláez/Tomado de Granma)

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Sobre el autor: Granma

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