Un prólogo de Miguel Barnet es el preludio de lo que nos espera al comenzar este poemario, un texto que con pinceladas nos presenta y engrandece a la que fue por excelencia la poetisa de la Ciudad de los Puentes.
Sombra seré que no dama, publicado en 2003, no es sino uno de los innumerables legados de Carilda, en el cual aborda con total desenfado temas como la pérdida, el sexo, la emigración y el amor. Estos elementos, acompañados por las ilustraciones de Roberto Fabelo, impregnan este volumen de un cargado aire sentimental. El mismo recoge diversos poemas ya conocidos de la autora y los apila junto a otros inéditos hasta el momento de publicación.
Sus líneas han sido tildadas de eróticas, término que para bien o para mal se ha culturizado como un recurso para nombrar a la autora; por 17 años su obra fue poco difundida en consecuencia de esta “fama”. Sus detractores utilizan esta misma razón para juzgarla, aunque realmente su poesía ha resultado un canto a la vida, a la familia e incluso a la patria, encontrando en ella gran parte de la identidad nacional.
Carilda Oliver Labra nació en Matanzas el 6 de julio de 1922. Su abuela, que la cargó al nacer, le dijo: “Con esos ojos tan bellos vas a conquistar lo que desees en este mundo”. Cursó los estudios de derecho en la Universidad de La Habana, donde se graduó en 1945. Su inclinación por la literatura surge con la muerte de su abuela, redactando Elegía por Mercedes a sus 23 años. Su nombre ha sido colocado, y con razón, junto a poetas de la talla de Gabriela Mistral o Dulce María Loynaz; sobre Carilda, esta última expresó: “Hubiera querido que fuese, además de mi hermana en poesía, mi hermana de sangre”.
Su primer libro, Preludio lírico, fue publicado en Matanzas en 1943; una selección de poemas escritos entre 1939 y 1942.
Trabajó en la biblioteca Gener y del Monte, a la vez que fue declarada Hija Eminente de la Atenas de Cuba. Desempeñó también labor como abogada. Estudió en la Escuela de Artes Plásticas de Matanzas, donde obtuvo la acreditación como profesora de Dibujo, Pintura y Escultura, labor que desempeñó por varios años. También relacionado a la educación, participó en la Campaña de Alfabetización. Organizó el Primer Festival de la Décima, en el teatro Sauto; trabajó en el diario El Imparcial, encargándose de la sección El poema del sábado, y ocupó el cargo de directora de Cultura del municipio de Matanzas. Ya en su ancianidad, su hogar se convirtió en la tertulia de los poetas de Matanzas y de Cuba.
Además de su labor poética, Carilda Oliver fue una activista social y política de gran importancia en nuestro país. Participó en movimientos feministas y en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, y apoyó la Revolución liderada por Fidel Castro.
Era de la opinión que la poesía debía traspasar las barreras de la prensa escrita, y por tal motivo cedió sus textos para ser musicalizados o danzados; además, a lo largo de su carrera ofreció lecturas en centros de trabajo, universidades y hospitales. Su Canto a Matanzas, lugar en el que siempre residió, sirvió de inspiración para un documental sobre la ciudad, además de que acerca de la propia autora han grabado documentales tanto para la televisión nacional como para la internacional.
Entre sus principales reconocimientos se encuentran el Premio Nacional de Poesía en 1950 por Al sur de mi garganta, el Premio Nacional de Literatura en 1997 y el Premio Excelencias otorgado en 2018.
Su obra se caracterizó por un lenguaje directo y sensual, que exploraba la pasión y el erotismo desde una perspectiva femenina. Exploró diversos estilos como el neorromanticismo, el surrealismo e incluso la vanguardia.
Profundamente cultivada y lectora por excelencia, rara vez se le vio triste, pues vivió como viven los poetas, encontrando magia en lo cotidiano. Contrajo matrimonio en tres ocasiones, llenando de inspiración sus versos por cada amado.
Cuenta que sus principales inspiraciones han sido el amor y la muerte. Luego del fallecimiento de su padre escribió dos poemas; de la muerte de su segundo esposo nació todo un libro llamado Se me ha perdido un hombre; con el suicidio presente de su primer esposo compuso los sonetos titulados En vez de lágrimas; otros poemas surgieron para Abel Santamaría, Julián Alemán, Frank País o Camilo Cienfuegos; el exilio político de su familia desgarró una vez más su escritura, así como la primera vez que presenció la danza de Alicia Alonso; también escribió a sus gatos, Mini e Ichi; esto por citar solo unos ejemplos.
Su muerte por neumonía un 29 de agosto de 2018, a sus 96 años en la que fue su ciudad natal, dejó un vacío en la poesía cubana a la vez que dio paso a un legado de infinidad de títulos que, aún cinco años después, continúan siendo relevantes. Carilda fue una de las más importantes poetisas cubanas, con su locuaz manera de hablar, su característica forma de plasmar el erotismo y sus dotes para contar historias en versos ha ganado un merecido lugar en el corazón de los amantes de la lectura.
«Yo creo que sería presumir mucho por parte mía si digo que yo fui escogida por la poesía. Es presumir mucho. Lo que pasa que de ella no me he podido escapar. He sido muy feliz siendo poeta. No hubiera querido ser nada más”.
Frases del poemario
“En esta casa hay flores, y pájaros, y huevos, hasta una enciclopedia y dos vestidos nuevos; y sin embargo, a veces... iqué ganas de llorar!” “Una mujer escribe este poema donde puede a cualquier hora de un día que no importa en el siglo de la avitaminosis (…) una mujer escribe este poema separa quince pesos para el alquiler” “Estas orejas guardan secretos interesantes, músicas viejas, voces de antes”. “Lleva la muerte como un destello de poesía”. “Ayer soñé que mientras nos besábamos había sonado un tiro y que ninguno de los dos soltamos la esperanza”. “Se me ha perdido un hombre. Y lo busco por cifras y guitarras, por hierbas y entrepisos, en el cielo, en la tierra, dentro de mí”. “Tú y yo nos besaremos como en guerra hasta quedarnos fríos frente a frente. (…) y daré media vuelta hacia lo inerte, perdida en esa luz que te refleia tan hambrienta de ti como la muerte”. “Y resulta prudente beber la medicina y sujetar un jarro por el centro del asa y componer el viejo reloj que se retrasa o alientar un gato que vive en la oficina”. “Cuando vino mi abuela trajo un poco de tierra española, cuando se fue mi madre llevó un poco de tierra cubana. Yo no guardaré conmigo ningún poco de patria: la quiero toda sobre mi tumba”. “Sabed que con la vida riño y soy su garabato; que en vez de amamantar un niño le he dado de comer a un gato”.
(Por: María Karla Pérez Romo y Odalis María Sosa Dencause)